¿ES AMOR O COSTUMBRE?
Muchas veces nos cegamos por querer aferrarnos a alguien y pensamos que a la fuerza de seguro sí funcionará, pero esto no es así. Por ello, aquí te hacemos algunas preguntas sencillas para que las contestes tú solo-a y puedas darte una idea de si lo que tienes con tu pareja es amor o costumbre.
Recuerda que el hacer trampa, es mentirte a ti mismo-a, así que ¡más vale que te digas la verdad!:
1. Haz recuento de los últimos meses con tu pareja. ¿Han hecho algo divertido juntos?
2. Apunta en una lista todas sus virtudes. ¿Queda completa?
3. Escribe ahora todos sus defectos. ¿Crees que superen a sus virtudes?
4. ¿Se han dicho “te quiero” en los últimos días?
5. ¿Lo o la extrañas cuando pasas algún tiempo sin verlo-a?
6. ¿Lo o la recuerdas durante el día?
7. Cuándo te pasa algo emocionante ¿quieres contárselo a él o a ella antes que a nadie?
8. ¿Piensas que tu vida no sería la misma sin él o ella?
9. ¿Todavía sientes “maripositas” cuando están en la intimidad?
10. ¿Hablas de él o ella cuando no está?
11. En tus planes a futuro ¿está él o ella?
12. ¿Puedes platicar abiertamente de todo con él o ella?
13. Es tu pareja, lo sabemos, pero ¿también es tu amigo-a?
Si contestas a la mayoría de las preguntas afirmativamente, tu relación marcha bien, puedes estar seguro-a de que ¡realmente es amor!. Pero si el mayor número de tus respuestas fue negativa, esto puede ser una señal de alarma…si todavía te interesa, en lugar de abandonar el barco, mejor comienza a sacar el agua del mismo para que no se acabe de hundir.
El mejor consejo
Aparte de tener una comunicación basada siempre en la verdad y un diálogo fluido y respetuoso, es aconsejable cultivar la asertividad, lo que significa mantener los propios derechos a la vez que se respetan los del otro, habilidad necesaria para vivir en pareja, porque asegura el equilibrio que se da y se recibe.
Cuando entre un hombre y una mujer se establece una relación de poder mal equilibrada, se termina el amor y aparece entonces la costumbre aunada a sentimientos de rabia, injusticia y humillación.
Para que la pareja funcione, no basta con querer que así sea, ya que también hay que defender los propios derechos y poner límites. Así que ¡aguas!