Nunca imaginé las dificultades que implicaba ser abuela, pero lo cierto es que hace once años tampoco podía imaginar el inmenso gozo que representa la llegada de los nietos. Por ello, hoy te comparto lo que he aprendido en mi andar por la vida en compañía de mis tres nietos.
Estos pequeños que se integran a tu vida cuando sientes ya tan lejana la experiencia de cambiar pañales, se convierten en un cántaro de risas frescas que renuevan la vida. Al llegar mis nietos aprendí además una nueva forma del amor: uno menos preocupado por los posibles errores, con menores angustias; un amor que juega más, que te hace cantar todo el día y que empieza a entender que el tiempo se va rápidamente y que no debe perderse en lo efímero.
La relación que podemos establecer con nuestros nietos es diferente a la que tuvimos con nuestros hijos. Aunque tenemos un papel importante en su educación, el peso mayor de dicha responsabilidad recae –como debe ser– en los padres. Como abuelos debemos aprender a encontrar un punto de equilibrio entre el respeto por la autoridad paterna y la complicidad que, estoy segura, solo puede darse con los nietos.
Para ello no hay una sola receta: cada niño tiene su propio temperamento y con el tiempo va desarrollando su carácter y habilidades. Por tal razón, no podemos aplicar a todos la misma regla (al menos, yo no pude). Sin embargo, aquí comparto algunas sugerencias para convivir mejor con tus nietos y amarlos mucho, sin mal educarlos por supuesto:
No pierdas de vista que son tus nietos, no tus hijos
Este punto inicial es, quizá, el más difícil. Si has criado al menos a un hijo tienes por experiencia una mayor idea sobre cómo hacer muchas cosas que los padres de tu nieto desconocen, sobre todo cuando es su primer bebé. Sin embargo, no pierdas de vista que la responsabilidad y el privilegio que tuviste de criar a tus hijos como mejor te pareció, ahora es de otros. Puedes aconsejar, cuando tu opinión o ayuda sea solicitada, pero no interfieras en las funciones paternas. Y, al mismo tiempo, ayuda a tus nietos a entender que la autoridad máxima son sus padres.
Obsérvalos detenidamente y con la mayor objetividad posible
Amas a tus nietos con locura, lo sé. A mí también me pasa, pero debes esforzarte porque ese amor descontrolado e inédito no te ciegue. La mejor forma de ayudar a los padres en la crianza de sus hijos es que tú, como abuela, tengas la calma para sentarte a mirar con atención las cosas que hay que pulir, corregir, premiar en ellos. Piensa que esto es muy difícil de lograr cuando se es madre y tienes encima mil pendientes, preocupaciones y problemas qué resolver. Ahora puedes mirar la vida diferente y a otro ritmo, ese puede ser uno de tus principales aportes.
Conoce sus atributos y las cosas que disfrutan
Esto solo se logra escuchándolos, escuchándolos y escuchándolos. Platica mucho con ellos, deja que te cuenten por qué les gusta tal cuento, qué hay en ese juguete que lo hace su favorito. Verás cómo, conforme van creciendo, las pláticas van dejando atrás los juguetes y la fantasía, pero se conserva la confianza absoluta para hablarte de los nuevos temas que llenan su vida: la escuela, las diferencias con sus padres, las preguntas profundas para las cuales ni tú tienes respuesta.
Juega mucho con ellos, estimulando su creatividad
Realiza con ellos atractivas actividades, edificantes y amenas. Cuando son pequeños, es común que jueguen a representar los roles familiares. Participa en estos juegos y, de manera divertida, ayúdales a entender las cosas que ocurren en su familia. Al ir creciendo motívalos a crear historias y cuentos. Es increíble lo que podemos descubrir de ellos y de su entorno mediante estas prácticas lúdicas y tan creativas.
Gánate su confianza y jamás la defraudes
Tus nietos sabrán que eres una figura de autoridad, pero también deben saber que pueden confiar en ti. A veces los pequeños buscan un espacio seguro para quejarse de los castigos de los padres, o para hacer inocentes confidencias sobre las travesuras del día. Siempre que no ponga en peligro su educación, guárdales el secreto. Sus padres no pueden serlo, pero tú sí puedes ser la confidente de tus nietos. Piensa que si desde pequeños no confían en ti, en tu comprensión y amor incondicionales, no podrás tenerlos cerca para ayudarles cuando los grandes desafíos aparezcan en sus vidas.
Habla con sus padres
Platícales a sus padres las cosas que vas descubriendo y compartiendo con ellos. Verás cómo se sorprenden de las cosas que notas, de la forma en que tu relación con sus hijos les permite conocerlos mejor. Tus nietos muestran una parte de sí cuando están contigo, una cara que a los padres no les está dado ver por completo. Compártela con ellos, seguro que juntos estarán en mejores condiciones para cuidarlos y educarlos.
Pasa tiempo con ellos, lo más posible
Esfuérzate por pasar tiempo con ellos: jugar en la alfombra, ir al parque, ayudar de vez en cuando en las labores escolares. Además, busca estar presente en sus momentos importantes. Aun cuando parezcan cosas muy sencillas, el primer día de clases, el festival escolar, sus lecciones de natación y la participación en el servicio dominical, son algunos de los grandes logros de su vida. Nunca olvidarán que tú estuviste allí, en todos ellos. Si la distancia, el trabajo o una enfermedad no te permiten hacerlo, trata de mantener contacto con ellos por teléfono, o por alguno de los muchos medios electrónicos que tenemos ahora.
Finalmente, ámalos mucho y asegúrate de que ellos lo noten siempre. Ser abuela es un don maravilloso, un privilegio de la vida. Al mirar a nuestros nietos, no solo vemos algún rasgo de nuestros hijos, también de cuando en cuando nos reconocemos un poco en ellos. Algo de nosotros permanecerá en su recuerdo.
Estos pequeños que se integran a tu vida cuando sientes ya tan lejana la experiencia de cambiar pañales, se convierten en un cántaro de risas frescas que renuevan la vida. Al llegar mis nietos aprendí además una nueva forma del amor: uno menos preocupado por los posibles errores, con menores angustias; un amor que juega más, que te hace cantar todo el día y que empieza a entender que el tiempo se va rápidamente y que no debe perderse en lo efímero.
La relación que podemos establecer con nuestros nietos es diferente a la que tuvimos con nuestros hijos. Aunque tenemos un papel importante en su educación, el peso mayor de dicha responsabilidad recae –como debe ser– en los padres. Como abuelos debemos aprender a encontrar un punto de equilibrio entre el respeto por la autoridad paterna y la complicidad que, estoy segura, solo puede darse con los nietos.
Para ello no hay una sola receta: cada niño tiene su propio temperamento y con el tiempo va desarrollando su carácter y habilidades. Por tal razón, no podemos aplicar a todos la misma regla (al menos, yo no pude). Sin embargo, aquí comparto algunas sugerencias para convivir mejor con tus nietos y amarlos mucho, sin mal educarlos por supuesto:
No pierdas de vista que son tus nietos, no tus hijos
Este punto inicial es, quizá, el más difícil. Si has criado al menos a un hijo tienes por experiencia una mayor idea sobre cómo hacer muchas cosas que los padres de tu nieto desconocen, sobre todo cuando es su primer bebé. Sin embargo, no pierdas de vista que la responsabilidad y el privilegio que tuviste de criar a tus hijos como mejor te pareció, ahora es de otros. Puedes aconsejar, cuando tu opinión o ayuda sea solicitada, pero no interfieras en las funciones paternas. Y, al mismo tiempo, ayuda a tus nietos a entender que la autoridad máxima son sus padres.
Obsérvalos detenidamente y con la mayor objetividad posible
Amas a tus nietos con locura, lo sé. A mí también me pasa, pero debes esforzarte porque ese amor descontrolado e inédito no te ciegue. La mejor forma de ayudar a los padres en la crianza de sus hijos es que tú, como abuela, tengas la calma para sentarte a mirar con atención las cosas que hay que pulir, corregir, premiar en ellos. Piensa que esto es muy difícil de lograr cuando se es madre y tienes encima mil pendientes, preocupaciones y problemas qué resolver. Ahora puedes mirar la vida diferente y a otro ritmo, ese puede ser uno de tus principales aportes.
Conoce sus atributos y las cosas que disfrutan
Esto solo se logra escuchándolos, escuchándolos y escuchándolos. Platica mucho con ellos, deja que te cuenten por qué les gusta tal cuento, qué hay en ese juguete que lo hace su favorito. Verás cómo, conforme van creciendo, las pláticas van dejando atrás los juguetes y la fantasía, pero se conserva la confianza absoluta para hablarte de los nuevos temas que llenan su vida: la escuela, las diferencias con sus padres, las preguntas profundas para las cuales ni tú tienes respuesta.
Juega mucho con ellos, estimulando su creatividad
Realiza con ellos atractivas actividades, edificantes y amenas. Cuando son pequeños, es común que jueguen a representar los roles familiares. Participa en estos juegos y, de manera divertida, ayúdales a entender las cosas que ocurren en su familia. Al ir creciendo motívalos a crear historias y cuentos. Es increíble lo que podemos descubrir de ellos y de su entorno mediante estas prácticas lúdicas y tan creativas.
Gánate su confianza y jamás la defraudes
Tus nietos sabrán que eres una figura de autoridad, pero también deben saber que pueden confiar en ti. A veces los pequeños buscan un espacio seguro para quejarse de los castigos de los padres, o para hacer inocentes confidencias sobre las travesuras del día. Siempre que no ponga en peligro su educación, guárdales el secreto. Sus padres no pueden serlo, pero tú sí puedes ser la confidente de tus nietos. Piensa que si desde pequeños no confían en ti, en tu comprensión y amor incondicionales, no podrás tenerlos cerca para ayudarles cuando los grandes desafíos aparezcan en sus vidas.
Habla con sus padres
Platícales a sus padres las cosas que vas descubriendo y compartiendo con ellos. Verás cómo se sorprenden de las cosas que notas, de la forma en que tu relación con sus hijos les permite conocerlos mejor. Tus nietos muestran una parte de sí cuando están contigo, una cara que a los padres no les está dado ver por completo. Compártela con ellos, seguro que juntos estarán en mejores condiciones para cuidarlos y educarlos.
Pasa tiempo con ellos, lo más posible
Esfuérzate por pasar tiempo con ellos: jugar en la alfombra, ir al parque, ayudar de vez en cuando en las labores escolares. Además, busca estar presente en sus momentos importantes. Aun cuando parezcan cosas muy sencillas, el primer día de clases, el festival escolar, sus lecciones de natación y la participación en el servicio dominical, son algunos de los grandes logros de su vida. Nunca olvidarán que tú estuviste allí, en todos ellos. Si la distancia, el trabajo o una enfermedad no te permiten hacerlo, trata de mantener contacto con ellos por teléfono, o por alguno de los muchos medios electrónicos que tenemos ahora.
Finalmente, ámalos mucho y asegúrate de que ellos lo noten siempre. Ser abuela es un don maravilloso, un privilegio de la vida. Al mirar a nuestros nietos, no solo vemos algún rasgo de nuestros hijos, también de cuando en cuando nos reconocemos un poco en ellos. Algo de nosotros permanecerá en su recuerdo.
Mis circunstancias son totalmente distintas, solo tengo un hijo, y pues los tiempos y las actividades van cambiando.
Soy mujer trabajadora, cero ama de casa, cero cocinera, lo único que hago es lavar mi ropa, lavar los trastes y recoger un poco. Se que se vienen cambios, quizá lo que no hice con mi hijo lo haga con mi nieto.
Una nunca sabe.