TENER EL CONTROL…Remoto.
Por Violeta Santamarina el Martes, Febrero 2nd, 2010 , 9:01 am
Lo crearon con el fin de brindar confort a sus usuarios.
Con el tiempo fue desarrollando nuevas tareas y diferentes equipos lo fueron incorporando.
Nos ofrece la alternativa de cambiar las funciones de los aparatos electrónicos sin mover la cola de la silla. Los hay grandes, chicos, blancos, negros y de color. Con mucho o poco alcance.
El punto es qué, el ser humano, es un ser sociable por naturaleza. Y, la gran mayoría convive con otros.
En aquellos hogares del mundo donde vive una sola persona el control remoto es lo más.
Cambia los canales del televisor, sube o baja el volumen de la música, eleva la temperatura ambiente, entre otras cosas. Con el simple hecho de apretar un botón sacia las necesidades de quien lo maneja.
Pero … ¿quién lo maneja?
¿Quién tiene el poder de decidir que es lo que se mira en el televisor?
Cuando somos chicos esta decisión es generadora de terribles peleas entre hermanos.
Los padres intentan poner horarios o quizás determinar días de la semana para dividir el uso del control remoto.
Las disputas por el poder que brinda el elegir qué ver en los hogares con niños están a la orden del día.
Y en los hogares sin niños también.
Todo el romanticismo que genera la idea de la convivencia, el nido de amor, el compartir la cama y dormir haciendo cucharita se derrumba en cuanto coincide el horario de dos programas de TV.
Los hombres nacen creyendo que el aparato del control remoto viene incorporado al genero masculino.
Se aferran al control casi como si fuese una extensión de la mano y lo manejan a su antojo.
La maldita tecnología hizo que la oferta de canales deportivos creciera tanto como para que durante las 24 horas de los 365 días del año exista un partido IMPERDIBLE.
¿Quién no convive con frases como “Hoy es la final de la liga de ….”o “Este partido define todo”?
Mientras, las mujeres, tenemos diferentes opciones. O bien, nos hacemos fans de cuanto deporte aparece, o bien nos olvidamos de ver la nueva temporada de nuestra serie favorita.
Pero la guerra del control remoto tiene varias batallas.
Una opción de lucha puede ser la de aprovechar los horarios de la cena para introducirlos en la historia de la serie que arranca a las 22 horas.
Quizás, si nos esmeramos, logramos generarles intriga y poder ver nuestra serie al menos en el entretiempo.
Siempre está también la opción de agarrar un libro y sumergirnos en otra realidad mucho más interesante. Pero, si de fondo suena un GOOOOOOOL o un HUYYYYYYYYY, esto termina siendo algo totalmente imposible.
La alternativa de tener dos televisores en apenas 30 metros cuadrados aparece.
Lo que en un principio parecía un gasto ridículo termina siendo “La” opción para conservar el buen trato en la pareja.
Muchos coinciden con que, quien maneja el control remoto en la casa, lleva el control también en la pareja.
En tu casa… ¿pasa lo mismo?
Por Violeta Santamarina el Martes, Febrero 2nd, 2010 , 9:01 am
Lo crearon con el fin de brindar confort a sus usuarios.
Con el tiempo fue desarrollando nuevas tareas y diferentes equipos lo fueron incorporando.
Nos ofrece la alternativa de cambiar las funciones de los aparatos electrónicos sin mover la cola de la silla. Los hay grandes, chicos, blancos, negros y de color. Con mucho o poco alcance.
El punto es qué, el ser humano, es un ser sociable por naturaleza. Y, la gran mayoría convive con otros.
En aquellos hogares del mundo donde vive una sola persona el control remoto es lo más.
Cambia los canales del televisor, sube o baja el volumen de la música, eleva la temperatura ambiente, entre otras cosas. Con el simple hecho de apretar un botón sacia las necesidades de quien lo maneja.
Pero … ¿quién lo maneja?
¿Quién tiene el poder de decidir que es lo que se mira en el televisor?
Cuando somos chicos esta decisión es generadora de terribles peleas entre hermanos.
Los padres intentan poner horarios o quizás determinar días de la semana para dividir el uso del control remoto.
Las disputas por el poder que brinda el elegir qué ver en los hogares con niños están a la orden del día.
Y en los hogares sin niños también.
Todo el romanticismo que genera la idea de la convivencia, el nido de amor, el compartir la cama y dormir haciendo cucharita se derrumba en cuanto coincide el horario de dos programas de TV.
Los hombres nacen creyendo que el aparato del control remoto viene incorporado al genero masculino.
Se aferran al control casi como si fuese una extensión de la mano y lo manejan a su antojo.
La maldita tecnología hizo que la oferta de canales deportivos creciera tanto como para que durante las 24 horas de los 365 días del año exista un partido IMPERDIBLE.
¿Quién no convive con frases como “Hoy es la final de la liga de ….”o “Este partido define todo”?
Mientras, las mujeres, tenemos diferentes opciones. O bien, nos hacemos fans de cuanto deporte aparece, o bien nos olvidamos de ver la nueva temporada de nuestra serie favorita.
Pero la guerra del control remoto tiene varias batallas.
Una opción de lucha puede ser la de aprovechar los horarios de la cena para introducirlos en la historia de la serie que arranca a las 22 horas.
Quizás, si nos esmeramos, logramos generarles intriga y poder ver nuestra serie al menos en el entretiempo.
Siempre está también la opción de agarrar un libro y sumergirnos en otra realidad mucho más interesante. Pero, si de fondo suena un GOOOOOOOL o un HUYYYYYYYYY, esto termina siendo algo totalmente imposible.
La alternativa de tener dos televisores en apenas 30 metros cuadrados aparece.
Lo que en un principio parecía un gasto ridículo termina siendo “La” opción para conservar el buen trato en la pareja.
Muchos coinciden con que, quien maneja el control remoto en la casa, lleva el control también en la pareja.
En tu casa… ¿pasa lo mismo?