Las relaciones fluyen.
Ya sean de amistad o de pareja, cuando conoces a alguien y sientes que tienes una afinidad con ese ser, comienza a desarrollarse una corriente de energía.
Si la otra persona te corresponde, esta energía comienza a fluir entre ustedes dos de manera automática, ininterrumpida, totalmente natural.
Ten en cuenta que para que esto suceda, las dos personas deben estar en la misma sintonía. Presta atención a los detalles y a si la otra persona es congruente entre lo que dice y lo que hace, para saber si esta afinidad realmente existe o si tan solo es producto de lo que tú desearías que fuera.
Si sientes:
· Que estás dando más de lo que recibes
· Que el otro no te da el lugar ni te brinda el tiempo que querrías
· Que son más los momentos desdichados que los felices
· Que sostener el vínculo implica un esfuerzo desmedido que suele desbordarte
· Que el otro no te ofrece la clase de vínculo que estás buscando
entonces, hay algo que no funciona. En los casos que describí arriba, la energía no fluye, solo emana de ti y no encuentra respuesta en tu interlocutor. Y al estar interrumpida (o no existir) la comunicación interna entre ustedes dos, no hay claridad de mensajes ni de recepción de ellos.
Tal vez esto sucede porque al tratar de obligar al otro a realizar o a aceptar algo que no busca ni quiere, solo intentas satisfacer tus propias necesidades (o incluso caprichos). De nada sirve semejante derroche de tiempo y de fuerzas, ya que en el momento en que dejes de intentarlo, las cosas tomarán el rumbo al que están destinadas. Tal vez sea diferente a lo que imaginas, tal vez no, pero bien vale la pena intentarlo, vivir en paz y dejar que todo se acomode plenamente, para que te reencuentres con tu eje y puedas seguir tu camino con pasos firmes hacia la felicidad que mereces.
Las relaciones basadas en el deseo mutuo, en la afinidad y en el respeto siempre fluyen.
¿Crees que has forzado alguna vez una relación de pareja o de amistad?
Con cariño,
Mel.
Ya sean de amistad o de pareja, cuando conoces a alguien y sientes que tienes una afinidad con ese ser, comienza a desarrollarse una corriente de energía.
Si la otra persona te corresponde, esta energía comienza a fluir entre ustedes dos de manera automática, ininterrumpida, totalmente natural.
Ten en cuenta que para que esto suceda, las dos personas deben estar en la misma sintonía. Presta atención a los detalles y a si la otra persona es congruente entre lo que dice y lo que hace, para saber si esta afinidad realmente existe o si tan solo es producto de lo que tú desearías que fuera.
Si sientes:
· Que estás dando más de lo que recibes
· Que el otro no te da el lugar ni te brinda el tiempo que querrías
· Que son más los momentos desdichados que los felices
· Que sostener el vínculo implica un esfuerzo desmedido que suele desbordarte
· Que el otro no te ofrece la clase de vínculo que estás buscando
entonces, hay algo que no funciona. En los casos que describí arriba, la energía no fluye, solo emana de ti y no encuentra respuesta en tu interlocutor. Y al estar interrumpida (o no existir) la comunicación interna entre ustedes dos, no hay claridad de mensajes ni de recepción de ellos.
Tal vez esto sucede porque al tratar de obligar al otro a realizar o a aceptar algo que no busca ni quiere, solo intentas satisfacer tus propias necesidades (o incluso caprichos). De nada sirve semejante derroche de tiempo y de fuerzas, ya que en el momento en que dejes de intentarlo, las cosas tomarán el rumbo al que están destinadas. Tal vez sea diferente a lo que imaginas, tal vez no, pero bien vale la pena intentarlo, vivir en paz y dejar que todo se acomode plenamente, para que te reencuentres con tu eje y puedas seguir tu camino con pasos firmes hacia la felicidad que mereces.
Las relaciones basadas en el deseo mutuo, en la afinidad y en el respeto siempre fluyen.
¿Crees que has forzado alguna vez una relación de pareja o de amistad?
Con cariño,
Mel.