En el momento en que me hago esta pregunta me vienen a la mente miles de mujeres que esperan un compromiso mayor por parte de sus posibles novios y nada sucede. Esa cuestión no se aplica solo a las relaciones amorosas, sino además en otras muchas áreas de la vida.
Mucha gente quiere vivir sin compromiso, sin tantas exigencias. Hasta parece que compromiso es lo opuesto a libertad, y algo negativo. Comprometerse con alguien puede parecer pesado e incluso quitar la gracia a una relación.
Desgraciadamente, no podemos comprometernos por el otro, ni tampoco los contratos de servicio o de matrimonio garantizan un verdadero compromiso. Se puede incluso hacer de cuenta que se está cumpliendo con lo prometido y no actuar así.
Veo que el miedo a la profundidad en las relaciones hace que mucha gente se quede en lo superficial, en la fiesta, en los arrullos. Comprometerse significa encarar los hechos tal como son, significa también vivir el día a día con sus altibajos y, definitivamente, salir de la ensoñación.
En el amor, el no compromiso lleva de una pasión a otra, situaciones efímeras que descompasan lo emocional. Ya he oído a algunos decir que les gusta lo nuevo, el sentir un frío en la barriga cuando van a encontrarse con la pareja. Y, muy bien, si alguien quiere vivir así. Pero es un hecho que esas personas no experimentan la confortación de un abrazo íntimo, de una complicidad que soporte críticas amorosas y crecimiento en la relación.
En relaciones verdaderas y profundas, nuestro compañero tiene derecho a decir que nos hemos equivocado y nosotros tenemos la posibilidad de escuchar, acoger, y cuando las críticas vibran de verdad en el corazón, podemos cambiar, aprender con los acontecimientos y proceder de manera diferente. Pues cuando hay amor y buena voluntad por ambas partes, la convivencia nos hace perfeccionarnos y esto, además de ser un avance en la comprensión de nuestra emoción, es además un gran crecimiento espiritual.
El compromiso, según mi modo de ver, tiene el sabor de la profundidad, de acoger algo muy hondamente en el alma. Y esto es muy bueno. Y esto no es válido solo para las relaciones amorosas. El compromiso debe tener lugar en muchas áreas de nuestra vida. Si deseamos crecer profesionalmente tenemos que comprometernos; primeramente, en habilitarnos para la profesión que hemos elegido, preparándonos, haciendo cursos, haciendo inversión en actualizarnos y modernizarnos, y después, en adquirir experiencia profesional. Ello sin contar con la madurez emocional frente a los desafíos en el campo de trabajo. Porque muchas veces podemos tener habilidades, diplomas, y enfrentarnos a un desempleo, una fusión de empresas y toda la inseguridad que esto conlleva. ¿Quién está libre de esto?
En cambio, si te has comprometido de manera real con tus objetivos, permanecer sin trabajo durante un tiempo, o estar en una posición sin mucho brillo no destruirá tu autoestima, ni tus referencias personales sobre el camino que has elegido. El compromiso que has asumido contigo mismo, de materializar tus sueños e ideas te llevará a encarar los nuevos desafíos con coraje, como un cambio y no como un quebranto sin fin.
Así, amigo lector, pienso que las personas comprometidas con su ser interno tienen más posibilidades de acertar en el amor, en el trabajo y en la vida como un todo. Sin compromiso con nuestra verdad interior no somos confiables y acabamos buscando fuera las explicaciones y respuestas que están dentro de nosotros. Sin compromiso no experimentamos la libertad, sino que lo que hacemos es huir.
Mucha gente quiere vivir sin compromiso, sin tantas exigencias. Hasta parece que compromiso es lo opuesto a libertad, y algo negativo. Comprometerse con alguien puede parecer pesado e incluso quitar la gracia a una relación.
Desgraciadamente, no podemos comprometernos por el otro, ni tampoco los contratos de servicio o de matrimonio garantizan un verdadero compromiso. Se puede incluso hacer de cuenta que se está cumpliendo con lo prometido y no actuar así.
Veo que el miedo a la profundidad en las relaciones hace que mucha gente se quede en lo superficial, en la fiesta, en los arrullos. Comprometerse significa encarar los hechos tal como son, significa también vivir el día a día con sus altibajos y, definitivamente, salir de la ensoñación.
En el amor, el no compromiso lleva de una pasión a otra, situaciones efímeras que descompasan lo emocional. Ya he oído a algunos decir que les gusta lo nuevo, el sentir un frío en la barriga cuando van a encontrarse con la pareja. Y, muy bien, si alguien quiere vivir así. Pero es un hecho que esas personas no experimentan la confortación de un abrazo íntimo, de una complicidad que soporte críticas amorosas y crecimiento en la relación.
En relaciones verdaderas y profundas, nuestro compañero tiene derecho a decir que nos hemos equivocado y nosotros tenemos la posibilidad de escuchar, acoger, y cuando las críticas vibran de verdad en el corazón, podemos cambiar, aprender con los acontecimientos y proceder de manera diferente. Pues cuando hay amor y buena voluntad por ambas partes, la convivencia nos hace perfeccionarnos y esto, además de ser un avance en la comprensión de nuestra emoción, es además un gran crecimiento espiritual.
El compromiso, según mi modo de ver, tiene el sabor de la profundidad, de acoger algo muy hondamente en el alma. Y esto es muy bueno. Y esto no es válido solo para las relaciones amorosas. El compromiso debe tener lugar en muchas áreas de nuestra vida. Si deseamos crecer profesionalmente tenemos que comprometernos; primeramente, en habilitarnos para la profesión que hemos elegido, preparándonos, haciendo cursos, haciendo inversión en actualizarnos y modernizarnos, y después, en adquirir experiencia profesional. Ello sin contar con la madurez emocional frente a los desafíos en el campo de trabajo. Porque muchas veces podemos tener habilidades, diplomas, y enfrentarnos a un desempleo, una fusión de empresas y toda la inseguridad que esto conlleva. ¿Quién está libre de esto?
En cambio, si te has comprometido de manera real con tus objetivos, permanecer sin trabajo durante un tiempo, o estar en una posición sin mucho brillo no destruirá tu autoestima, ni tus referencias personales sobre el camino que has elegido. El compromiso que has asumido contigo mismo, de materializar tus sueños e ideas te llevará a encarar los nuevos desafíos con coraje, como un cambio y no como un quebranto sin fin.
Así, amigo lector, pienso que las personas comprometidas con su ser interno tienen más posibilidades de acertar en el amor, en el trabajo y en la vida como un todo. Sin compromiso con nuestra verdad interior no somos confiables y acabamos buscando fuera las explicaciones y respuestas que están dentro de nosotros. Sin compromiso no experimentamos la libertad, sino que lo que hacemos es huir.