Quien eras tú antes de estar con el hombre que compartes tu vida? ¿Cómo eras? ¿Tenerle te ha ayudado a ganar confianza en ti misma para emprender los proyectos y sueños que tenías? ¿O has sacrificado tu propia forma de ser para adaptarte a él?
¿Quién eras antes de entrar en esta relación?
¿Una mujer con sueños? ¿Activa? ¿Alegre? ¿Coqueta? ¿Productiva?
Y ¿ahora? ¿Ahora eres más productiva, tienes otros grandes nuevos sueños?
Ella llora desesperadamente, pues él no ha regresado a dormir. Hace meses que llega tarde y en silencio. Las miradas cómplices se perdieron hace más de una estación, ya es otoño y todo se recubre de una nostalgia particular. ¿Dónde ha quedado el amor que me tenía? –se pregunta mientras saborea una taza de café negro- ¿Saborear? -Ya no saborea nada, no logra disfrutar de ningún sabor ni olor, ni de ningún momento de la vida cotidiana, ni mucho menos de la idealista. Esa es demasiado gloriosa en relación a la real, revivirla sólo hace estragos en el alma herida. ¿Quién era yo antes de ti?
Cuando las mujeres se preguntan en soledad “¿Quién era yo antes?” o están frente a un episodio que pone en alerta la relación, toman conciencia de que han “renunciado” en pos de una creencia absolutista, mucho de lo que la constituían.
Entiéndase bien, es sabido que siempre hay que ceder, pero ceder no significa “dejar de ser una misma” o “empezar a ser como el otro”. Ceder es estar dispuesta a las negociaciones, a los acuerdos y cumplirlos.
El amor no es un sacrificio, es un vuelo hacia un cielo transformador.
¿Quién eras antes de entrar en esta relación?
¿Una mujer con sueños? ¿Activa? ¿Alegre? ¿Coqueta? ¿Productiva?
Y ¿ahora? ¿Ahora eres más productiva, tienes otros grandes nuevos sueños?
Ella llora desesperadamente, pues él no ha regresado a dormir. Hace meses que llega tarde y en silencio. Las miradas cómplices se perdieron hace más de una estación, ya es otoño y todo se recubre de una nostalgia particular. ¿Dónde ha quedado el amor que me tenía? –se pregunta mientras saborea una taza de café negro- ¿Saborear? -Ya no saborea nada, no logra disfrutar de ningún sabor ni olor, ni de ningún momento de la vida cotidiana, ni mucho menos de la idealista. Esa es demasiado gloriosa en relación a la real, revivirla sólo hace estragos en el alma herida. ¿Quién era yo antes de ti?
Cuando las mujeres se preguntan en soledad “¿Quién era yo antes?” o están frente a un episodio que pone en alerta la relación, toman conciencia de que han “renunciado” en pos de una creencia absolutista, mucho de lo que la constituían.
Entiéndase bien, es sabido que siempre hay que ceder, pero ceder no significa “dejar de ser una misma” o “empezar a ser como el otro”. Ceder es estar dispuesta a las negociaciones, a los acuerdos y cumplirlos.
El amor no es un sacrificio, es un vuelo hacia un cielo transformador.