Las vitaminas son importantes, ya que se trata de sustancias que ayudan a
regular las funciones corporales. Esto quiere decir que con su
presencia hacen posible que múltiples funciones celulares se lleven
acabo, de manera precisa, ordenada y oportuna. Cuando esto sucede de
esta manera la célula está en perfectas condiciones.
Dichas sustancias no aportan energía, pero permiten que se la extraigamos a
los alimentos que la contienen. No son parte estructural de ningún
órgano o sistema, pero son decisivas para que las proteínas,
carbohidratos y grasas se integren a ellos. Tampoco actúan como
hormonas, enzimas, anticuerpos y tantas otras moléculas vitales, pero
sin su participación, aquéllas no podrían cumplir sus funciones.
Esto puede darnos una idea de cómo los problemas cardiovasculares tienen un
fuerte componente nutricional. Ya que sin suficientes vitaminas no
podemos manejar de manera adecuada las grasas, proteínas y
carbohidratos. El metabolismo del colesterol se trastorna, los
mecanismos de protección no funcionan y las consecuencias no se hacen
esperar. Algunas a corto plazo, otras a mediano o largo plazo, pero
estas carencias vitamínicas siempre se pagan.
La vitamina A
Esta vitamina es necesaria para la vista y la piel. Recubre los principales
órganos, conductos y cavidades del cuerpo, lo cual incluye las partes
interna y externa del corazón y las arterias. La parte interna de estas
últimas, conocida como “íntima”, está en contacto directo con la sangre
y con cientos de compuestos, algunos de ellos químicamente muy activos.
Cada día se tienen más pruebas de que las lesiones primarias de las que
evolucionan las lesiones ateroscleróticas pueden ser originadas por
microorganismos como virus y bacterias. Si existe una deficiencia de la
vitamina A debilita a la íntima, esos microbios podrían penetrarla
fácilmente e infectar los tejidos subyacentes, creando potenciales
focos de aterosclerosis.
Además esta vitamina fortalece el sistema inmunológico, para que haga frente y derrote a la infección. También ayuda a impedir que los microorganismos
inflamen las áreas infectadas y se opone fuertemente a la formación de
células anormales, incluida la disfunción endotelial.
Las mejores fuentes de la vitamina A son todos los alimentos de origen
animal: leche de vaca, mantequilla, hígado y pescados grasos. El
betacaroteno que se transforma en vitamina A, se encuentra en numerosas
frutas y verduras, pero sobre todo en las zanahorias, la espinaca, la
calabaza, el mango, el berro, el brócoli, el durazno y la ciruela.
Además se pueden usar complementos nutricionales.
La vitamina B1
El corazón es un órgano que necesita amplias cantidades de energía y para
proporcionársela es necesario recurrir al grupo de las vitaminas B. De
todas ellas, quizá la más importante para la función cardíaca sea la
tiamina o vitamina B1.
El abuso del alcohol daña al organismo afectando al corazón y agota las
reservas de tiamina. Si la deficiencia es muy fuerte llega incluso a
desencadenar un problema serio llamado cardiomiopatía.
Entre sus mejores fuentes de origen animal se hallan el hígado, la carne de
cerdo, la de pollo, los huevos, el atún, el salmón y los ostiones.
Entre los vegetales, hallamos buenas cantidades de tiamina en la
levadura de cerveza, el germen de trigo, la soya y sus derivados, las
nueces, los chícharos, los frijoles, la avena y las lentejas.
La vitamina B2
Se sabe que esta vitamina es necesaria para el buen funcionamiento del
corazón. Si se llegara a sufrir un ataque cardíaco, la vitamina B2
o riboflavina limita bastante el daño celular producido por la falta de
oxígeno. Además es muy útil para pacientes que han sufrido un ataque
cardíaco.
Podemos encontrar la riboflavina en el hígado, la yema de huevo, diversos
quesos, las carnes de pollo, pavo y cerdo. Entre las fuentes vegetales
se encuentra en las almendras, el germen de trigo, los champiñones, la
soya, las lentejas, la levadura de cerveza y las semillas de girasol.
La vitamina B3
Entre las vitaminas, la niacina o vitamina B3
es considerada como la superestrella contra el colesterol. Esto es
porque usándola en megadosis puede reducir el LDL en 20-30% y elevar el
HDL en un 20%. Pero no se limita a eso, tiene tres efectos protectores
más, muy importantes.
Ayuda a reducir los triglicéridos elevados, en rangos de entre 20 y 50%.
Asimismo, contribuye a normalizar los niveles elevados de la
lipoproteína (a), una de las fracciones del colesterol sérico más
peligrosas. En este último caso, el efecto reductor es más amplio si se
combina con la vitamina C.
Los niveles crónicamente elevados de la glucosa sanguínea también son
nocivos para el corazón. A través del factor de tolerancia a la glucosa
o FTG, la niacina ayuda a mejorar el uso de este carbohidrato, y con
ello a la salud cardíaca. Además esta vitamina favorece la
permeabilidad capilar y mejora el flujo sanguíneo, disminuyendo el
riesgo de formación de placas de colesterol.
Esto hace que esta vitamina sea un valioso aliado, que incluso mejora el
índice de supervivencia en quienes ya han sufrido un infarto o embolia.
La desventaja de recurrir a la niacina es que al parecer solo da
resultados en dosis muy altas y tales megadosis pueden traducirse en
efectos secundarios de seriedad, como trastornos hepáticos y
elevaciones tanto de glucosa sanguínea como en el ácido úrico. Por ello
se requiere consultar a un médico.
La condición para tener éxito es comenzar con dosis pequeñas e ir
aumentándolas progresivamente hasta llegar a la dosis del
mantenimiento. Si se quiere usar la niacina para normalizar el
colesterol, necesariamente hay que usarla en forma de complemento y en
megadosis.
Con fines preventivos la podemos encontrar en el hígado, el salmón, las
sardinas, los camarones y las carnes de pollo, pavo, cerdo y res. En el
mundo vegetal en la levadura de cerveza, los cacahuates, las semillas
de girasol, el ajonjolí, el arroz integral y el salvado de trigo.
La vitamina B6
Esta vitamina no participa de manera directa en el aprovisionamiento
energético del músculo cardíaco, pero sí es fundamental para una mejor
utilización de la glucosa y la insulina.
Además, resulta imprescindible para proteger al sistema circulatorio de la
homocisteína. Esta es una sustancia tóxica que se oculta detrás de
numerosos infartos y embolias “inexplicables”.
También previene la formación de coágulos anormales y espesamientos de la
sangre. Asimismo, actúa como un diurético natural, que evita la
retención de líquidos y con ello tiende a normalizar la presión
arterial.
La vitamina B6 junto con el ácido fólico y la vitamina B12 forman
el “trío antihomocisteína” que nos protege de esta toxina. La podemos
encontrar en los alimentos de origen animal como el salmón, el atún,
los camarones, el hígado y las carnes de pollo, pavo y res. En la
despensa vegetal, la hallamos en el arroz integral, la soya, las
lentejas, el germen de trigo, el salvado de trigo y la levadura de
cerveza.
Última edición por Angela el Miér 09 Sep 2009, 10:41, editado 1 vez