En los adultos mayores la obesidad puede llegar a convertirse en una enfermedad que acarrea otras múltiples alteraciones. Los últimos estudios indican que ésta puede acelerar el envejecimiento e incluso apresurar la mortalidad de este grupo de la población. Los protocolos basados en dietas alimenticias adecuadas, así como ejercicio y modificación de hábitos, son capaces de revertir dicha situación. La obesidad está ligada directamente a un descenso de la calidad de vida que se agudiza en el caso de una persona adulta de más de 60 años debido a las complicaciones metabólicas, unidas a la acumulación excesiva de grasa corporal. Este fenómeno se traduce principalmente en un mayor índice de mortalidad prematura en los obesos. Existen múltiples complicaciones que son consecuencia de la obesidad, algunas de ellas son la hipertensión arterial que es 2.5 veces más frecuente en obesos, la cardiopatía isquémica, la diabetes mellitus e incluso ya hay estudios que hablan de una mayor prevalencia de las neoplasias en obesos. Además, existen una serie de alteraciones para la estética, e incluso psíquicas, que contribuyen a que el envejecimiento no sea satisfactorio, pues producen numerosas dificultades: trastornos venosos, linfáticos, edemas cutáneos, entre otros. En cuanto al tratamiento, las particularidades del adulto mayor no aconsejan las dietas restrictivas, ya que cualquier deficiencia nutriente puede tener más repercusiones negativas que el mantener una cierta obesidad. Con el paso de los años el cuerpo sufre una serie de cambios fisiológicos que están directamente relacionados con el proceso de envejecimiento celular y con una tendencia a llevar una vida más sedentaria. Entre otros aspectos, disminuye el agua del cuerpo y la sensación de sed, generando un riesgo de deshidratación involuntaria. Aparecen problemas de la visión y el olfato, lo que hace menos atrayente la comida. Si a esto se suma la pérdida de las papilas gustativas y las dificultades para mascar y tragar, las personas mayores van dejando de lado una alimentación balanceada. Finalmente, con el paso del tiempo se reduce la masa muscular, aumenta la grasa corporal y disminuye la absorción digestiva de los nutrientes esenciales. Estas particularidades obligan a optar por la terapia preventiva en detrimento de la curativa, y las medidas de prevención se deben centrar en el ejercicio físico adecuado a las características de cada paciente y en la educación sobre los hábitos alimenticios. | ||
Fuente: Departamento de Comunicación y Contenido; TodoEnSalud |