El título de esta bellísima canción del grupo Maná (uno de mis favoritos) me hace pensar en por qué tantas personas eligen relacionarse con otra que ya tiene un vínculo con compromiso…
La canción trata sobre un hombre que comparte a su amor y el dolor que esta situación le produce. Nadie está exento de que le atraiga una persona que ya tiene una pareja estable. Esto les puede suceder tanto a mujeres como a hombres.
Mi duda radica en qué hace que demos ese paso al vacío que implica abrirle nuestro corazón y nuestros sentidos de par en par, a una persona que no puede estar en exclusividad con nosotros, ya que tiene una familia o está en una relación con otra persona.
¿Qué nos lleva a aceptar compartir sólo momentos breves con el ser que es objeto de nuestro deseo, y a comprender y a estar de acuerdo con que su vida no pase por nosotros? Después de los momentos juntos, a escondidas generalmente, nos quedamos sumidos en una soledad que se agiganta y se profundiza al saber que el otro (o la otra) tiene una vida propia a la que no tenemos acceso, y en la que nunca seremos bienvenidos.
Hasta cierto punto, me parece que no somos conscientes de lo que nuestras acciones acarrearán… todo lo que uno hace repercute en los demás, y en nosotros mismos. Si pensamos que podemos manejar los temas emocionales a nuestro antojo, y que no nos enamoraremos más de la cuenta o que es algo pasajero solamente, corremos el riesgo de equivocarnos y de salir malheridos.
¿No es mejor asumir nuestro enamoramiento (atracción, deseo o como queramos llamarlo), respetar a la tercera persona involucrada como nos gustaría que nos respeten a nosotros, dar un paso al costado y elegir compartir nuestro corazón y nuestra vida con alguien que se juegue al ciento por ciento por nosotros y nos dé el lugar que merecemos?
Tú eres la única persona que puede decidir si quieres jugar en primera o quedarte en el banco de suplentes…
Con cariño
Mel.