La vida en pareja lleva consigo también la necesidad de espacios personales para cada uno de sus miembros. Esto significa que es conveniente y si me apuran, necesario, que cada uno tenga espacios de tiempo, de actividades, para desarrollarse como persona y aportar así elementos nuevos para poder enriquecer la relación. Pero a pesar de pensar muchos que lo antedicho es sano, no es raro ver cómo esta situación genera muchas veces temor de perder al otro cada vez que éste intenta buscar tiempos para sí mismo. Sólo cuando la pareja es capaz de establecer relaciones más profundas y significativas, de forma más sana, el miedo inicial desaparece.
Esto será así si los miembros de la pareja deciden trabajar cada uno por separado, por sí mismos, este aspecto que cohíbe la plena vivencia de la relación tal como generalmente se había planteado en el principio. Cada uno debería considerar trabajar para él mismo el nivel terapéutico de la carencia propia sin otorgar la necesidad de intentar que sea el otro el que “trabaje” para que la forma de concebir la pareja sea común y para que se haga lo que en consenso se decida y no para que “yo” siga haciendo lo que realmente quiero. Este aspecto es ese que tanto reconocemos del “cambia tú”.
Es fundamental que esto pueda darse en ambos integrantes de la pareja para que no surjan sentimientos de desigualdad e injusticia y abandono ante la posibilidad de contar con estos espacios personales.
Existen algunas parejas que establecen relaciones simbióticas (en las que ambos son como uno solo) que generalmente determinan un estilo de vida solitario, con pocas amistades, y en las que cada uno depende del otro. El riesgo de estas relaciones es la soledad de la pareja frente al mundo externo y la rigidez en este estilo de vivir hacia el interior de la familia y la pareja. Esto también puede ser vivido por algún miembro como una pérdida de su identidad personal, provocando sentimientos de rabia y frustración difíciles de enfrentar para ambos.
Es importante que la pareja entienda que cada uno va a poder aportar a la pareja, en la medida que cada uno pueda tener espacios y tiempos para realizar sus proyectos personales y desarrollarse como persona. Así la pareja podrá complementarse, aportando cada uno sus talentos y virtudes. En la medida que cada uno se sienta contento con su propio proceso de desarrollo podrá colaborar con su mirada optimista de la vida y aportarla a la relación. Esto es de ayuda en el clima afectivo al interior de la pareja. Si esto se suma a una buena comunicación afectiva y a la posibilidad de tener espacios para compartir, los sentimientos de abandono no estarán presentes. En cambio si la comunicación afectiva está poco fluida y existe distancia y poca disponibilidad de ambos para comunicarse, los espacios de cada uno serán vividos como una deslealtad y como un abandono por parte del otro.
Seremos libres y felices en la medida en que seamos capaces de ser auténticos y esto también implica límites y espacio para el compromiso real. La Psicóloga Pilar Sordo enfatiza: “Lo importante es que las libertades no se transformen en el desarrollo de los egoísmos.”
Tal vez sea necesario recordar que Amar es otra cosa muy distinta a lo que muchos creen. ¡Si nos diéramos cuenta de las cosas disparatadas que se hacen en nombre del amor!
Portal Nuve Era
Esto será así si los miembros de la pareja deciden trabajar cada uno por separado, por sí mismos, este aspecto que cohíbe la plena vivencia de la relación tal como generalmente se había planteado en el principio. Cada uno debería considerar trabajar para él mismo el nivel terapéutico de la carencia propia sin otorgar la necesidad de intentar que sea el otro el que “trabaje” para que la forma de concebir la pareja sea común y para que se haga lo que en consenso se decida y no para que “yo” siga haciendo lo que realmente quiero. Este aspecto es ese que tanto reconocemos del “cambia tú”.
Es fundamental que esto pueda darse en ambos integrantes de la pareja para que no surjan sentimientos de desigualdad e injusticia y abandono ante la posibilidad de contar con estos espacios personales.
Existen algunas parejas que establecen relaciones simbióticas (en las que ambos son como uno solo) que generalmente determinan un estilo de vida solitario, con pocas amistades, y en las que cada uno depende del otro. El riesgo de estas relaciones es la soledad de la pareja frente al mundo externo y la rigidez en este estilo de vivir hacia el interior de la familia y la pareja. Esto también puede ser vivido por algún miembro como una pérdida de su identidad personal, provocando sentimientos de rabia y frustración difíciles de enfrentar para ambos.
Es importante que la pareja entienda que cada uno va a poder aportar a la pareja, en la medida que cada uno pueda tener espacios y tiempos para realizar sus proyectos personales y desarrollarse como persona. Así la pareja podrá complementarse, aportando cada uno sus talentos y virtudes. En la medida que cada uno se sienta contento con su propio proceso de desarrollo podrá colaborar con su mirada optimista de la vida y aportarla a la relación. Esto es de ayuda en el clima afectivo al interior de la pareja. Si esto se suma a una buena comunicación afectiva y a la posibilidad de tener espacios para compartir, los sentimientos de abandono no estarán presentes. En cambio si la comunicación afectiva está poco fluida y existe distancia y poca disponibilidad de ambos para comunicarse, los espacios de cada uno serán vividos como una deslealtad y como un abandono por parte del otro.
Seremos libres y felices en la medida en que seamos capaces de ser auténticos y esto también implica límites y espacio para el compromiso real. La Psicóloga Pilar Sordo enfatiza: “Lo importante es que las libertades no se transformen en el desarrollo de los egoísmos.”
Tal vez sea necesario recordar que Amar es otra cosa muy distinta a lo que muchos creen. ¡Si nos diéramos cuenta de las cosas disparatadas que se hacen en nombre del amor!
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