Varios años atrás cuando creí estar 'completamente iluminado' y 'más allá del ego' tenía una Regla:
"Jamás Decir 'Lo Siento' y Nunca Disculparme."
Creía que era perfecto, más allá de la humanidad, más allá del reproche.
Y no había 'nadie aquí', por supuesto, que necesitara disculparse por nada (ya que todo era perfecto y el Universo jamás comete ningún error).
Si alguien tenía alguna vez un problema 'conmigo', si alguien se molestaba con algo que yo había dicho o hecho, seguro DEBÍA ser su propia proyección, su ego, su falta de iluminación, su ignorancia, su sufrimiento.
Eso era lo que yo creía, tal cual (Y también creía que ya estaba libre de creencias).
Me sentía atraído hacia maestros espirituales 'radicales' y 'absolutistas' que actuaban con cierta crueldad y que nunca se disculpaban y que aparentaban ser imperturbables.
¡Qué iluminados parecían estar!
¡Geniales y distantes!
¡Completamente inmunes a la vida!
¡Sumamente protegidos de las alegrías y dolores que implican las íntimas relaciones humanas!
Pero, amigos, ¿cuándo el decir 'lo siento' y hacer las paces
y escuchar profundamente a los demás y relacionarnos mutuamente en la humildad y en la alegre duda y abrazarnos
y llorar juntos, se convirtió en el Pecado Original de la iluminación?
¿Cuándo fue que el despertar perdió su humanidad y su sentido del humor?
¿Cuando fue que la iluminación se convirtió en la más grande justificación para un ego lleno de furia?
¿Cuándo fue que la compasión se convirtió en una palabra sucia?
En aquel entonces, yo mantenía a los 'demás' a distancia y me rehusaba a involucrarme (y así, afirmaba que no había 'ningún otro' como un bien entrenado robot del Advaita negando perfectamente el imperfecto corazón humano)
Se trataba de una Unidad desconectada, un reconocimiento carente de Amor, un fuego sin calidez, un despertar mediocre.
Y ahora veo que es un gran alivio ser capaz de decir, y realmente desde mi Corazón: Lo Siento.