-Sientes que te falta el aire, respiras e inspiras superficialmente y más rápido, tu corazón igualmente acelerado; el miedo se hace presente, la preocupación también, pero sin saber a ciencia cierta el de qué o el porqué te preocupas. Los músculos de todo tu cuerpo están tensos, y puede acompañarse de sudoración profusa aun y cuando la temperatura ambiental esté agradable.
Los signos y síntomas anteriores son los más comunes en los ataques de ansiedad que todos podemos padecer en algún momento de nuestra vida. No respeta edad ni sexo, pero es más común en personas mayores y en mujeres; sin embargo puede presentarse también en niños.
Las razones son muchas y muy variadas y hoy te las comparto porque estoy seguro que su incidencia es sumamente común y puede ser que lo estés padeciendo o alguien allegado a ti los tenga.
1.Fobias específicas. Esos miedos a que se presentan en millones de personas y que pueden llegar a paralizarnos de tal forma que nos provoquen este tipo de ataques. Las más comunes son las fobias sociales, la gente que nos rodea y el temor que representa quedar mal o hacer el ridículo. Está documentado que uno de los principales miedos de los seres humanos es precisamente hablar en público por el temor que conlleva a quedar mal o a ser duramente juzgados.
Fobias relacionadas con los animales, las alturas, la obsesión por la limpieza y el orden y muchas otras más.
2.Estrés. Personas que van acumulando la tensión por problemas y el acelere que es consecuencia de las múltiples actividades en las que te comprometes y a la incapacidad para decir “no”.
Dentro de la clasificación del estrés incluyo el estrés pos-traumático. El miedo, ansiedad o pánico que se percibe al recordar determinado acontecimiento que ocasionó un gran dolor. Recordé el caso de un niño de 10 años que cada vez que escuchaba el sonido de un avión o veía la fotografía de alguno, entraba en crisis de ansiedad, ya que cuando tenía 5 años voló con sus padres a una playa de nuestro país y el avión entró en una tormenta. Los gritos de su madre y el pavor de su padre fomentaron que la poca o mucha seguridad que podría haber tenido en esos lamentables momentos, se esfumara.
Si hay necesidad de actuar cuando hay un crisis, hagámoslo porque el daño que podemos causar en quienes nos ven como modelo a seguir puede ser enorme. Me pregunto ¿cuántos casos habrán actualmente relacionados con niños que han sido testigos del maltrato al que se somete su madre por parte de su padre, o la mujer histérica que arremete contra su pareja y familia? Creemos que no se dan cuenta y sin embargo su intuición está sumamente agudizada y detectan el sufrimiento y el dolor de una forma asombrosa.
3.Enfermedades padecidas o miedo a padecerlas. Existen infinidad de casos de hombres y mujeres con ataques de ansiedad al conocer las posibilidades que tienen de padecer determinada enfermedad y esto se incrementa cuando alguien cercano la ha padecido. Por supuesto que el miedo a enfermarse o a morir es un miedo que puede ser considerado hasta cierto punto normal, pero cuando se convierte en una obsesión es necesario tomarle la importancia y atenderlo cuanto antes.
4.Mención aparte quiero hacer de sobre los ataques de ansiedad que ciertas personas pueden ocasionar. Gente con la que convivimos y cuya personalidad es catalogada como conflictiva o difícil y su presencia se convierte en un verdadero calvario. ¿Conoces a alguien así? Hijos que en lugar de esperar la llegada de su padre o su madre con alegría la esperan con miedo por las exigencias o violencia que pueden estar percibiendo. Dolorosa situación, pero es más común de lo que creemos. Tristemente traen hijos al mundo sin conciencia y buscan externar todas sus frustraciones en seres indefensos ocasionándoles traumas a corto y largo plazo.
5.Sin causa aparente. Son las más difíciles de tratar ya que quienes los padecen aseguran no saber el origen de esos ataques de ansiedad que tanto los desgastan e incapacitan.
Nuestra mente es sumamente compleja, y algunos hechos que podemos considerar como poco relevantes u olvidados pueden haberse grabado en el subconsciente y se manifiestan de esta forma. Cientos o miles de víctimas de circunstancias que consideramos intrascendentes pero que por la vulnerabilidad o sensibilidad excesiva pueden haberse guardado sigilosamente en los archivos más recónditos de nuestra mente.
¿Qué hacer ante un ataque de ansiedad de alguien cercano?
1.Tómale la importancia debida. Evita la tentación que todos podemos tener de etiquetar de chiflado(a) a quien lo manifiesta. Creemos que desea llamar la atención y no lo atendemos con el verdadero sentido de urgencia que tiene.
2.Evita también decirle o pedirle que “le eche ganas” ¿Qué tipo de consejo es ése? Como le “va a echar ganas”, si difícilmente sabe cómo.
3.Viendo a los ojos a quien lo padece, pedirle que inspire y espire profundamente. Puedes solicitarle que inspire profundo, guarde el aire cinco segundos y espire despacio y largamente. La respiración es el mejor mecanismo para controlar las emociones. Ver a los ojos es signo de conexión y comprensión lo cual es fundamental en momentos así.
4.Procura hablarle en voz calmada y pausada. Recuerda que la voz armoniosa, calmada, siempre será un aliciente para fomentar la paz. Tu tono de voz puede llevar a la tranquilidad o al desquicio.
5.Es fundamental buscar ayuda terapéutica. Conocernos a fondo y conocer nuestra historia personal es determinante en los procesos para superar las crisis emocionales. Hacer la paces con tu niño interior y con todo lo que representa tu pasado, para que vivas mejor tu presente. La hipnosis es una excelente opción.
Gran contradicción es tener un ataque de ansiedad cuando no hay nadie. Percibes los signos y síntomas que describí al inicio y no hay quien te auxilie. Recuerda en esos momentos que si tú lo deseas puedes controlarte. Decreta que tienes el poder para hacerlo y empieza a inspirar y a espirar profundamente. Utiliza técnicas de relajación y visualización. Buen momento para pensar en la gente que amas y en visualizar qué es lo que quieres en tu vida en ese momento o en el futuro.
Por supuesto que cada ataque de ansiedad es diferente en cada persona, su duración y periodicidad son variables; pero lo que me queda claro es que dichos ataques son consecuencia de factores ya descritos y que mi comprensión, empatía y amor pueden ser la gran diferencia en quienes siguen padeciéndolos o en quienes han logrado salir de tan dramático estado.
Por Dr. César Lozano