Problemas de las mujeres casadas
En los consultorios de los psicólogos, continuamente escuchamos las quejas de las mujeres casadas que sienten que sus esposos las tratan como si ellas fueran sus empleadas y no sus esposas y que aunque las admiran por ser buenas madres no les dan su lugar de amantes en la cama.
Esta especie de “denuncias públicas” nos muestran que la mayoría de las esposas carecen del amor que quisieran recibir por parte de sus maridos. Todas esas quejas desembocan en un mismo punto. Sus parejas no les demuestran el amor que ellas quisieran que ellos les demostraran.
Separando el rol de esposa y amante
Lo que sucede es que algunos hombres al casarse separan el rol de la mujer entre lo que ellos llaman “amor” y el “goce sexual” con ellas. Esto muchas veces es lo que provoca en ellos ser infieles pues muchas veces sienten deseos de tener sexo experimentando algunas acciones que ellos no consideran apropiadas para hacerlas con sus mujeres y buscan una mujer liberal, una amante o una prostituta para llevarlas a cabo.
Para estos hombres que están criados probablemente por un padre machista o una madre excesivamente sacrificada, su esposa no es percibida como una buena elección en la cama, la llaman “la doña”, “mi señora” u otros nombres respetuosos pero no les gusta percibirla en el rol de una mujer que se entrega en la cama como lo hacen las mujeres fáciles. Prefieren subirla al pedestal de la buena madre que aplancha, lava, barre, cocina, recoge a los niños de la escuela y hacen las compras en el super mercado.
Estos hombres se buscan una amante o varias pues en la cama con su esposa se sienten reprimidos y no encuentran placer cuando se acuestan con ellas.
Que dice Freud al respecto?
De acuerdo a lo que dice Freud, los hombres a este tipo de mujer no la gozan en la cama pues no quieren degradarla o faltarle el respeto y prefieren evitar el sexo pasional con ella a sentir que la ofendieron.
¿Qué pasa entonces con la mujer que el hombre idealiza de ese modo? Pues ella se convierte en la jefa del hogar, organiza la vida de sus hijos, quiere irse a estudiar o a trabajar para quitarse la frustración que su esposo no la considera lo suficientemente atractiva como para hacerla sentir sexy o pasional en la intimidad.
Amor a la Antigua en el siglo 21?
Aunque muchos piensan que este modelo de mujer que describimos aquí está pasada de moda, esa mujer con el palo de amasar en la mano, la escoba y la plancha, todavía existe en algunos hogares.
Los hombres machistas en su mayoría pierden sus matrimonios pues es la manera como ellos perciben el respeto a su esposa.
Los que son más abiertos y están más conscientes que sus esposas necesitan que ellos se apasionen por ellas en la cama, que las complazcan en sus fantasías o sean creativos cuando hacen el amor obtienen una satisfacción plena y satisfactoria cuando tienen intimidad con su esposa pues ésta fácilmente llega al orgasmo y se siente amada.
En los consultorios de los psicólogos, continuamente escuchamos las quejas de las mujeres casadas que sienten que sus esposos las tratan como si ellas fueran sus empleadas y no sus esposas y que aunque las admiran por ser buenas madres no les dan su lugar de amantes en la cama.
Esta especie de “denuncias públicas” nos muestran que la mayoría de las esposas carecen del amor que quisieran recibir por parte de sus maridos. Todas esas quejas desembocan en un mismo punto. Sus parejas no les demuestran el amor que ellas quisieran que ellos les demostraran.
Separando el rol de esposa y amante
Lo que sucede es que algunos hombres al casarse separan el rol de la mujer entre lo que ellos llaman “amor” y el “goce sexual” con ellas. Esto muchas veces es lo que provoca en ellos ser infieles pues muchas veces sienten deseos de tener sexo experimentando algunas acciones que ellos no consideran apropiadas para hacerlas con sus mujeres y buscan una mujer liberal, una amante o una prostituta para llevarlas a cabo.
Para estos hombres que están criados probablemente por un padre machista o una madre excesivamente sacrificada, su esposa no es percibida como una buena elección en la cama, la llaman “la doña”, “mi señora” u otros nombres respetuosos pero no les gusta percibirla en el rol de una mujer que se entrega en la cama como lo hacen las mujeres fáciles. Prefieren subirla al pedestal de la buena madre que aplancha, lava, barre, cocina, recoge a los niños de la escuela y hacen las compras en el super mercado.
Estos hombres se buscan una amante o varias pues en la cama con su esposa se sienten reprimidos y no encuentran placer cuando se acuestan con ellas.
Que dice Freud al respecto?
De acuerdo a lo que dice Freud, los hombres a este tipo de mujer no la gozan en la cama pues no quieren degradarla o faltarle el respeto y prefieren evitar el sexo pasional con ella a sentir que la ofendieron.
¿Qué pasa entonces con la mujer que el hombre idealiza de ese modo? Pues ella se convierte en la jefa del hogar, organiza la vida de sus hijos, quiere irse a estudiar o a trabajar para quitarse la frustración que su esposo no la considera lo suficientemente atractiva como para hacerla sentir sexy o pasional en la intimidad.
Amor a la Antigua en el siglo 21?
Aunque muchos piensan que este modelo de mujer que describimos aquí está pasada de moda, esa mujer con el palo de amasar en la mano, la escoba y la plancha, todavía existe en algunos hogares.
Los hombres machistas en su mayoría pierden sus matrimonios pues es la manera como ellos perciben el respeto a su esposa.
Los que son más abiertos y están más conscientes que sus esposas necesitan que ellos se apasionen por ellas en la cama, que las complazcan en sus fantasías o sean creativos cuando hacen el amor obtienen una satisfacción plena y satisfactoria cuando tienen intimidad con su esposa pues ésta fácilmente llega al orgasmo y se siente amada.