Nadie tiene una vida perfecta, pero todas tenemos algo o alguien por lo que estar agradecidas.
Valoremos lo que sí tenemos, abramos los ojos a las cosas que realmente importan y no nos dejemos llevar por la amargura. Es mejor enfocarnos en lo bueno que obsesionarnos con lo malo.
¡Valora lo que tienes!
Una frase que oigo a menudo es: “¡No sabía lo que tenía… hasta que lo perdí!” Las personas que lo dicen han perdido lo que más les importaba. Estaban ciegas a lo bueno que tenían en sus vidas, y por no valorarlo, lo han perdido.
¡Nos quejamos demasiado!
Algunos ejemplos de situaciones en las que no nos damos cuenta de lo mucho que tenemos:
Escucho a madres quejándose siempre de que ahora que tienen hijos son unas esclavas, que no pueden salir, que están todo el día atareadas… Madres tomando antidepresivos porque han perdido su libertad. ¡Lo que deben hacer es aceptar que son madres! ¡No pueden volver atrás! ¡Además, si no tuviesen hijos, estarían tristes y vacías!
Escucho a maridos quejarse de sus esposas. ¡Tienen un tesoro y no lo saben reconocer! ¡Cuántos hombres morirían por tener la oportunidad de tener a su mujer a su lado! ¡Qué desperdicio!
Escucho a mujeres atacar a sus maridos con palabras llenas de desprecio y crítica. ¡Sin embargo, su hombre solamente necesita unas palabras de ánimo y una persona que crea en él para poder salir adelante!
Veo a personas que viven amargadas todos los días porque odian su trabajo. No se dan cuenta de que millones de personas están sin trabajo y morirían por tener la oportunidad que ellos tienen.
Personas que no tienen pareja ni hijos, que se obsesionan con lo que no tienen. En lugar de disfrutar de su libertad para ir y venir, de invitar a los amigos a cenar, de sacar provecho de su tiempo, se encierran en su soledad, y se vuelven tristes y amargadas.
No estoy diciendo que tengamos que aceptar todo lo que tenemos en nuestras vidas. Hay relaciones destructivas y situaciones que jamás debemos aceptar. Pero en un contexto “sano”, no nos amarguemos. Si nos vamos a fijar en lo malo, que sea solamente para cambiarlo. Si no podemos cambiarlo, centrémonos en lo bueno. A veces estamos cegadas por nuestras frustraciones y perdemos de vista la belleza que hay en nuestra vida. ¡Dios nos ha dado a cada una la capacidad de tener éxito y de florecer en todos los ámbitos de nuestra vida!
Consejo de hoy: “Hoy voy a abrir mis ojos y re-descubrir todas las cosas buenas que tengo en mi vida. Hoy veré la belleza en mi día a día. Soy una mujer afortunada.”
Valoremos lo que sí tenemos, abramos los ojos a las cosas que realmente importan y no nos dejemos llevar por la amargura. Es mejor enfocarnos en lo bueno que obsesionarnos con lo malo.
¡Valora lo que tienes!
Una frase que oigo a menudo es: “¡No sabía lo que tenía… hasta que lo perdí!” Las personas que lo dicen han perdido lo que más les importaba. Estaban ciegas a lo bueno que tenían en sus vidas, y por no valorarlo, lo han perdido.
¡Nos quejamos demasiado!
Algunos ejemplos de situaciones en las que no nos damos cuenta de lo mucho que tenemos:
Escucho a madres quejándose siempre de que ahora que tienen hijos son unas esclavas, que no pueden salir, que están todo el día atareadas… Madres tomando antidepresivos porque han perdido su libertad. ¡Lo que deben hacer es aceptar que son madres! ¡No pueden volver atrás! ¡Además, si no tuviesen hijos, estarían tristes y vacías!
Escucho a maridos quejarse de sus esposas. ¡Tienen un tesoro y no lo saben reconocer! ¡Cuántos hombres morirían por tener la oportunidad de tener a su mujer a su lado! ¡Qué desperdicio!
Escucho a mujeres atacar a sus maridos con palabras llenas de desprecio y crítica. ¡Sin embargo, su hombre solamente necesita unas palabras de ánimo y una persona que crea en él para poder salir adelante!
Veo a personas que viven amargadas todos los días porque odian su trabajo. No se dan cuenta de que millones de personas están sin trabajo y morirían por tener la oportunidad que ellos tienen.
Personas que no tienen pareja ni hijos, que se obsesionan con lo que no tienen. En lugar de disfrutar de su libertad para ir y venir, de invitar a los amigos a cenar, de sacar provecho de su tiempo, se encierran en su soledad, y se vuelven tristes y amargadas.
No estoy diciendo que tengamos que aceptar todo lo que tenemos en nuestras vidas. Hay relaciones destructivas y situaciones que jamás debemos aceptar. Pero en un contexto “sano”, no nos amarguemos. Si nos vamos a fijar en lo malo, que sea solamente para cambiarlo. Si no podemos cambiarlo, centrémonos en lo bueno. A veces estamos cegadas por nuestras frustraciones y perdemos de vista la belleza que hay en nuestra vida. ¡Dios nos ha dado a cada una la capacidad de tener éxito y de florecer en todos los ámbitos de nuestra vida!
Consejo de hoy: “Hoy voy a abrir mis ojos y re-descubrir todas las cosas buenas que tengo en mi vida. Hoy veré la belleza en mi día a día. Soy una mujer afortunada.”