Cuando un hombre nos es infiel nos sentimos despreciadas y engañadas. Preguntamos ¿y quién es ella? y automáticamente la convertimos en nuestra enemiga.
Por culpa de la amante perdimos el amor y la fidelidad de nuestra pareja. Ella le engañó.
O eso pensamos… porque realmente, la culpa no es de ella. Ambas somos victimas, ha sido el hombre quien ha fallado, quien no ha sabido cumplir sus promesas, ha sido él quien ya no nos merece. Es él quien debiera ser considerado un plato de segunda mesa, y bastante malo por cierto.
Muchos hombres comprometidos buscan nuevos amores, amores que no muestran ante el público y ocultan tras una cortina de humo, como si se pudiese tapar el sol con un dedo.
Consecuentemente con ello, hay otro grupo de mujeres que se conforman con ser la sombra de la persona que aman y vivir a deshoras, aprovechando los “huequitos” en los que la familia oficial desaparece del “panorama”, ¿te identificas con esto?
No es cuestión de ser juezas y castigar con el mayor peso moral a quienes tal vez sólo son víctimas. Hay casos sorprendentes de mujeres que se atacan sin piedad bajo el argumento de que “ella me quitó a mi pareja”.
¿Quitar? ¿Acaso existen títulos de propiedad sobre la gente? Más aún, ¿Por qué se pelea por un ser humano que no dudó en tener dos amores? ¿Puede llamársele a eso amor? ¿Merecemos a un hombre que no nos da nuestro lugar y sólo nos tiene como un repuesto o un adorno?
Las dos mujeres sufren.
Siempre hay sufrimiento para la mujer “oficial” y la “no oficial” en toda esta situación, no podemos caer en el error de ver a nuestra supuesta “competencia” como una enemiga, porque simplemente la enemiga no es ella, el enemigo ha estado todo el tiempo con nosotras, durmiendo en nuestra misma cama y haciendo falsas promesas de amor.
No sólo la amante es el “plato de segunda mesa”… También lo son las prometidas, las novias, las esposas: ¡A nadie se le valora como debiera ser! A unas porque son amores de ratitos que viven ocultas bajo promesas de separación que no se cumplen, ya que cuando queremos hacer algo simplemente lo hacemos sin tener que vivir “amenazando” constantemente con el asunto. Y otras, porque a pesar de que su pareja les tenga como una “prioridad”, ello no evita que les traicione e incluso se destruya la familia que se ha formado con tanto esfuerzo durante años.
¡El problema es él, no ella!
¡Quitémonos la venda de los ojos! No hay ladronas que roben la atención del hombre que amamos ni brujas que les aten con millones de cadenas, lo que hay es un ser indeciso que no sabe qué es lo que quiere para su vida y por ello anda lastimando corazones a diestra y siniestra.
Nosotras merecemos más que eso, merecemos un hombre que nos mire fijamente a los ojos y no quiera voltearlos ante otros paisajes, porque está absolutamente convencido de que nos ama y estaría toda una eternidad a nuestro lado.
Si somos esposas, si somos novias o si somos amantes, no tenemos porqué soportar este tipo de situaciones que con el tiempo nos llenarán de frustraciones y dolor.
Tenemos la responsabilidad de ser felices y no dejarnos vencer por los miedos de no encontrar a otra persona que quiera compartir su corazón con nosotras: afuera hay un montón de hombres que seguramente, al igual que nosotras, quieren que les respeten, les valoren, les consientan y les amen sin condiciones, sin platos, sin mesas, sólo con un alma sincera que espera abrazar un espíritu que sepa corresponder a la pureza de sus sentimientos.
Fuente: Taringa
Por culpa de la amante perdimos el amor y la fidelidad de nuestra pareja. Ella le engañó.
O eso pensamos… porque realmente, la culpa no es de ella. Ambas somos victimas, ha sido el hombre quien ha fallado, quien no ha sabido cumplir sus promesas, ha sido él quien ya no nos merece. Es él quien debiera ser considerado un plato de segunda mesa, y bastante malo por cierto.
Muchos hombres comprometidos buscan nuevos amores, amores que no muestran ante el público y ocultan tras una cortina de humo, como si se pudiese tapar el sol con un dedo.
Consecuentemente con ello, hay otro grupo de mujeres que se conforman con ser la sombra de la persona que aman y vivir a deshoras, aprovechando los “huequitos” en los que la familia oficial desaparece del “panorama”, ¿te identificas con esto?
No es cuestión de ser juezas y castigar con el mayor peso moral a quienes tal vez sólo son víctimas. Hay casos sorprendentes de mujeres que se atacan sin piedad bajo el argumento de que “ella me quitó a mi pareja”.
¿Quitar? ¿Acaso existen títulos de propiedad sobre la gente? Más aún, ¿Por qué se pelea por un ser humano que no dudó en tener dos amores? ¿Puede llamársele a eso amor? ¿Merecemos a un hombre que no nos da nuestro lugar y sólo nos tiene como un repuesto o un adorno?
Las dos mujeres sufren.
Siempre hay sufrimiento para la mujer “oficial” y la “no oficial” en toda esta situación, no podemos caer en el error de ver a nuestra supuesta “competencia” como una enemiga, porque simplemente la enemiga no es ella, el enemigo ha estado todo el tiempo con nosotras, durmiendo en nuestra misma cama y haciendo falsas promesas de amor.
No sólo la amante es el “plato de segunda mesa”… También lo son las prometidas, las novias, las esposas: ¡A nadie se le valora como debiera ser! A unas porque son amores de ratitos que viven ocultas bajo promesas de separación que no se cumplen, ya que cuando queremos hacer algo simplemente lo hacemos sin tener que vivir “amenazando” constantemente con el asunto. Y otras, porque a pesar de que su pareja les tenga como una “prioridad”, ello no evita que les traicione e incluso se destruya la familia que se ha formado con tanto esfuerzo durante años.
¡El problema es él, no ella!
¡Quitémonos la venda de los ojos! No hay ladronas que roben la atención del hombre que amamos ni brujas que les aten con millones de cadenas, lo que hay es un ser indeciso que no sabe qué es lo que quiere para su vida y por ello anda lastimando corazones a diestra y siniestra.
Nosotras merecemos más que eso, merecemos un hombre que nos mire fijamente a los ojos y no quiera voltearlos ante otros paisajes, porque está absolutamente convencido de que nos ama y estaría toda una eternidad a nuestro lado.
Si somos esposas, si somos novias o si somos amantes, no tenemos porqué soportar este tipo de situaciones que con el tiempo nos llenarán de frustraciones y dolor.
Tenemos la responsabilidad de ser felices y no dejarnos vencer por los miedos de no encontrar a otra persona que quiera compartir su corazón con nosotras: afuera hay un montón de hombres que seguramente, al igual que nosotras, quieren que les respeten, les valoren, les consientan y les amen sin condiciones, sin platos, sin mesas, sólo con un alma sincera que espera abrazar un espíritu que sepa corresponder a la pureza de sus sentimientos.
Fuente: Taringa