FOBIA SOCIAL, MUCHO MÁS QUE TIMIDEZ
Manuel Tarres
Los jóvenes con este problema se aíslan y experimentan mucha ansiedad cuando se relacionan con la gente o contestan un examen oral. Y sí, parecen tímidos, quizá extravagantes, pero la pasan muy mal y requieren tratamiento que, por suerte, es exitoso.
Quedar petrificado ante el saludo de un chico o chica, sufrir al por mayor cuando el profesor te elige para que respondas una pregunta o sentir angustia al tener que saludar a los invitados de tus padres que llegan a casa signos de un trastorno que los psiquiatras han identificado como fobia social, que suele iniciar en la adolescencia y puede ocasionar problemas de convivencia.
Para mala fortuna de quienes sufren esta disfunción, hay ocasiones en que su conducta es tachada como “parte del carácter del adolescente” y se les deja a su suerte. Eso sí, se les tacha de “raros” o introvertidos, antes de tratar de saber qué les sucede.
Para hablar sobre el tema, saludymedicinas.com.mx platicó con el prestigiado psiquiatra Alejandro Córdova Castañeda, presidente de la Asociación de Especialistas en Salud Mental del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), quien de manera didáctica explica que la fobia social forma parte del grupo de los trastornos de ansiedad y se caracteriza por gran incomodidad, inquietud, intranquilidad y miedo, además de reacciones físicas como aceleración del pulso, sudoración, temblores, malestar digestivo y rubor, todo ello en situaciones donde el joven afectado aparece como el centro de atención.
Se trata, dice el médico egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana campus Xochimilco, localizada en el sur de la Ciudad de México, de un problema en que se experimentan los síntomas que hemos mencionado ante circunstancias donde existe la posibilidad de cometer un error o acto bochornoso, es decir, “hacer un oso”. Además, explica que una fobia consiste en evitar aquello que desencadena angustia, por eso quien sufre fobia social cambia poco a poco su modo de actuar y prefiere aislarse antes que correr el riesgo de sentirse humillado.
¿Por qué sucede?
Es cierto que las mujeres sufren fobia social con mayor frecuencia que los hombres, pues algunas investigaciones han encontrado que ciertas hormonas hacen que sean más susceptibles de padecer trastornos de tipo afectivo y ansiedad. Sin embargo, esto no significa que los chicos estemos a salvo, pues hay otros factores sociales, biológicos y psicológicos que nos vuelven vulnerables.
“Se ha visto que, por fortuna, quien tiene fobia social no sufre daño en la estructura cerebral, pero sí tiene problemas con el funcionamiento químico de dos neurotransmisores (sustancias que permiten la comunicación entre las neuronas), llamados noreprinefrina y serotonina, que son los encargados de que nuestro estado emocional se mantenga estable”, explica el también experto del Hospital Héctor Tovar Acosta del IMSS, en la Ciudad de México.
Se sabe, también, que en su aparición interviene la Genética, lo que significa que tener un familiar con ansiedad duplica y hasta triplica el riesgo de sufrir fobia social. Eso sí, aclara, “no hay una herencia directa, pero sí una predisposición importante”.
Asimismo, el ambiente social influye en la aparición del problema, ya que hay familias o grupos de personas en donde podemos aprender a comportarnos con timidez o vergüenza ante actos que no lo ameritan, o donde no se desarrolla bien la habilidad de interactuar.
¡De verdad! Y para que nos creas, el especialista ejemplifica con el caso de un chavo consentido y sobreprotegido que no es motivado para relacionarse con los demás: no es capaz de preguntar siquiera por su cereal favorito a algún dependiente del supermercado; no saluda a los invitados que llegan a casa ni participa en la organización de una fiesta o reunión.
Los chicos que desarrollan este tipo de conducta son, generalmente, retraídos, dependientes, poco efusivos y, por si fuera poco, su naturaleza les hace correr el riesgo de tener más adelante otros problemas que se suman a la fobia social.
En este caso, dice el entrevistado, “lo que puede ocurrir es que el muchacho o muchacha también tenga depresión o utilice sustancias estimulantes. Esto se debe a que pierde autoestima y ve golpeada su autoimagen, y dicha situación lo puede llevar a sentirse triste y ansioso. Como resultado, trata de controlar su tensión nerviosa mediante el consumo de alcohol, marihuana u otras drogas”.
Esto significa que si tiene que hablar en público o ir a una fiesta, tiene que usar drogas, alcohol o sedantes para enfrentar el acontecimiento “con tranquilidad”, lo cual, a la larga, se transforma en adicción, con todo lo que acarrea.
No confundir
Resulta un poco triste y molesto saber que los chicos con fobia social tardan entre 3 y 7 años en recibir ayuda, y esto los condena a sufrir de manera innecesaria justo en una etapa de la vida en que la convivencia, las fiestas y las relaciones amorosas son tan importantes.
Más aún, es muy frecuente que los papás confundan esta conducta con timidez extrema y, para “ayudar” al chavo o chava recurren a la sobreprotección o a presiones para que “cambie su actitud”. Claro, ninguna de estas actitudes mejora las cosas.
Por eso, opina el también vicepresidente de la Asociación Mexicana para el Estudio y la Prevención del Suicidio, hay que aprender a diferenciar la fobia social de la timidez y observar con detalle a quien empieza a bajar su rendimiento escolar, se aísla, no tiene interés en opinar o rehúyen a una exposición escolar; también a quien no sale con amigos, no va al cine ni asiste a fiestas.
Además, cuando este problema avanza es común que la chica o chico se niegue a convivir con su familia o con la gente cercana. Se le nota irritable, susceptible, con actitud nerviosa o de duda ante todo, sin olvidar su tendencia a apartarse cuando se encuentra en una reunión.
“Al observar estas señales no hay que ‘irse con la finta’ de que el adolescente es tímido, quisquilloso o irritable porque, en realidad, esas actitudes son un mecanismo de defensa para que no lo molesten. De esta forma, al mantenerse aislado, evita sentir angustia”, señala el experto en salud mental.
Tratamiento exitoso
El especialista idóneo para tratar la fobia social es el psiquiatra, porque esta enfermedad requiere un tratamiento integral que combine la administración de medicamentos con psicoterapia.
Así lo considera el Dr. Córdova Castañeda y agrega que, en cuanto a fármacos, normalmente se recurre a dos: un antidepresivo que se pueda usar en forma prolongada sin problemas, y un ansiolítico (contra la ansiedad) que debe tomarse al mismo tiempo, durante el primer mes o mes y medio de tratamiento, pero que debe administrarse con cuidado, pues puede crear adicción.
Es importante mencionar que el joven debe seguir su tratamiento al pie de la letra, aunque se sienta mejor, porque si lo abandona sufrirá una recaída (mostrará de nuevo los síntomas de la enfermedad) casi segura. Por cierto, las cifras indican que entre menos tiempo se sigan las indicaciones psiquiátricas, mayor es la probabilidad de volver a presentar el problema.
Como lo dijimos, un chico con fobia social también debe recibir atención psicoterapéutica. Según el entrevistado, lo ideal es llevar a cabo aquella que ayude al paciente a resolver sus problemas y modificar comportamientos o pensamientos perjudiciales (terapia cognitiva conductual).
Tal vez todo esto te suene un poco aterrante pero, a decir del Dr. Córdova Castañeda, el tratamiento no tiene por qué prolongarse demasiado y generalmente a los seis meses queda concluido, aunque siempre será necesario acudir periódicamente a supervisión.
Por supuesto, le pregunté al doctor qué pasa cuando no se acude a tratamiento. Respondió que eso no es nada recomendable, ya que el chico o chica sufrirá graves tropiezos en su adolescencia y en sus primeros años como adulto, pues se convertirá en un ser con muchos fracasos a cuestas, que vivirá en el aislamiento y difícilmente establecerá relaciones duraderas con amigos o una pareja sentimental.
El mayor riesgo, dice el especialista, es que la fobia social se presente junto a una depresión y genere el deseo de suicidio. También sucede que algunos chicos y chicas aprenden a vivir con este trastorno y terminan por tener una especie de adicción moderada al alcohol o ciertas sustancias que les ayuda a controlar su angustia.
Como puedes imaginar, esto no es lo ideal porque no se resuelve el problema de raíz, y lo mejor será siempre acudir a evaluación con el médico. Realmente, vale la pena.
Manuel Tarres
Los jóvenes con este problema se aíslan y experimentan mucha ansiedad cuando se relacionan con la gente o contestan un examen oral. Y sí, parecen tímidos, quizá extravagantes, pero la pasan muy mal y requieren tratamiento que, por suerte, es exitoso.
Quedar petrificado ante el saludo de un chico o chica, sufrir al por mayor cuando el profesor te elige para que respondas una pregunta o sentir angustia al tener que saludar a los invitados de tus padres que llegan a casa signos de un trastorno que los psiquiatras han identificado como fobia social, que suele iniciar en la adolescencia y puede ocasionar problemas de convivencia.
Para mala fortuna de quienes sufren esta disfunción, hay ocasiones en que su conducta es tachada como “parte del carácter del adolescente” y se les deja a su suerte. Eso sí, se les tacha de “raros” o introvertidos, antes de tratar de saber qué les sucede.
Para hablar sobre el tema, saludymedicinas.com.mx platicó con el prestigiado psiquiatra Alejandro Córdova Castañeda, presidente de la Asociación de Especialistas en Salud Mental del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), quien de manera didáctica explica que la fobia social forma parte del grupo de los trastornos de ansiedad y se caracteriza por gran incomodidad, inquietud, intranquilidad y miedo, además de reacciones físicas como aceleración del pulso, sudoración, temblores, malestar digestivo y rubor, todo ello en situaciones donde el joven afectado aparece como el centro de atención.
Se trata, dice el médico egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana campus Xochimilco, localizada en el sur de la Ciudad de México, de un problema en que se experimentan los síntomas que hemos mencionado ante circunstancias donde existe la posibilidad de cometer un error o acto bochornoso, es decir, “hacer un oso”. Además, explica que una fobia consiste en evitar aquello que desencadena angustia, por eso quien sufre fobia social cambia poco a poco su modo de actuar y prefiere aislarse antes que correr el riesgo de sentirse humillado.
¿Por qué sucede?
Es cierto que las mujeres sufren fobia social con mayor frecuencia que los hombres, pues algunas investigaciones han encontrado que ciertas hormonas hacen que sean más susceptibles de padecer trastornos de tipo afectivo y ansiedad. Sin embargo, esto no significa que los chicos estemos a salvo, pues hay otros factores sociales, biológicos y psicológicos que nos vuelven vulnerables.
“Se ha visto que, por fortuna, quien tiene fobia social no sufre daño en la estructura cerebral, pero sí tiene problemas con el funcionamiento químico de dos neurotransmisores (sustancias que permiten la comunicación entre las neuronas), llamados noreprinefrina y serotonina, que son los encargados de que nuestro estado emocional se mantenga estable”, explica el también experto del Hospital Héctor Tovar Acosta del IMSS, en la Ciudad de México.
Se sabe, también, que en su aparición interviene la Genética, lo que significa que tener un familiar con ansiedad duplica y hasta triplica el riesgo de sufrir fobia social. Eso sí, aclara, “no hay una herencia directa, pero sí una predisposición importante”.
Asimismo, el ambiente social influye en la aparición del problema, ya que hay familias o grupos de personas en donde podemos aprender a comportarnos con timidez o vergüenza ante actos que no lo ameritan, o donde no se desarrolla bien la habilidad de interactuar.
¡De verdad! Y para que nos creas, el especialista ejemplifica con el caso de un chavo consentido y sobreprotegido que no es motivado para relacionarse con los demás: no es capaz de preguntar siquiera por su cereal favorito a algún dependiente del supermercado; no saluda a los invitados que llegan a casa ni participa en la organización de una fiesta o reunión.
Los chicos que desarrollan este tipo de conducta son, generalmente, retraídos, dependientes, poco efusivos y, por si fuera poco, su naturaleza les hace correr el riesgo de tener más adelante otros problemas que se suman a la fobia social.
En este caso, dice el entrevistado, “lo que puede ocurrir es que el muchacho o muchacha también tenga depresión o utilice sustancias estimulantes. Esto se debe a que pierde autoestima y ve golpeada su autoimagen, y dicha situación lo puede llevar a sentirse triste y ansioso. Como resultado, trata de controlar su tensión nerviosa mediante el consumo de alcohol, marihuana u otras drogas”.
Esto significa que si tiene que hablar en público o ir a una fiesta, tiene que usar drogas, alcohol o sedantes para enfrentar el acontecimiento “con tranquilidad”, lo cual, a la larga, se transforma en adicción, con todo lo que acarrea.
No confundir
Resulta un poco triste y molesto saber que los chicos con fobia social tardan entre 3 y 7 años en recibir ayuda, y esto los condena a sufrir de manera innecesaria justo en una etapa de la vida en que la convivencia, las fiestas y las relaciones amorosas son tan importantes.
Más aún, es muy frecuente que los papás confundan esta conducta con timidez extrema y, para “ayudar” al chavo o chava recurren a la sobreprotección o a presiones para que “cambie su actitud”. Claro, ninguna de estas actitudes mejora las cosas.
Por eso, opina el también vicepresidente de la Asociación Mexicana para el Estudio y la Prevención del Suicidio, hay que aprender a diferenciar la fobia social de la timidez y observar con detalle a quien empieza a bajar su rendimiento escolar, se aísla, no tiene interés en opinar o rehúyen a una exposición escolar; también a quien no sale con amigos, no va al cine ni asiste a fiestas.
Además, cuando este problema avanza es común que la chica o chico se niegue a convivir con su familia o con la gente cercana. Se le nota irritable, susceptible, con actitud nerviosa o de duda ante todo, sin olvidar su tendencia a apartarse cuando se encuentra en una reunión.
“Al observar estas señales no hay que ‘irse con la finta’ de que el adolescente es tímido, quisquilloso o irritable porque, en realidad, esas actitudes son un mecanismo de defensa para que no lo molesten. De esta forma, al mantenerse aislado, evita sentir angustia”, señala el experto en salud mental.
Tratamiento exitoso
El especialista idóneo para tratar la fobia social es el psiquiatra, porque esta enfermedad requiere un tratamiento integral que combine la administración de medicamentos con psicoterapia.
Así lo considera el Dr. Córdova Castañeda y agrega que, en cuanto a fármacos, normalmente se recurre a dos: un antidepresivo que se pueda usar en forma prolongada sin problemas, y un ansiolítico (contra la ansiedad) que debe tomarse al mismo tiempo, durante el primer mes o mes y medio de tratamiento, pero que debe administrarse con cuidado, pues puede crear adicción.
Es importante mencionar que el joven debe seguir su tratamiento al pie de la letra, aunque se sienta mejor, porque si lo abandona sufrirá una recaída (mostrará de nuevo los síntomas de la enfermedad) casi segura. Por cierto, las cifras indican que entre menos tiempo se sigan las indicaciones psiquiátricas, mayor es la probabilidad de volver a presentar el problema.
Como lo dijimos, un chico con fobia social también debe recibir atención psicoterapéutica. Según el entrevistado, lo ideal es llevar a cabo aquella que ayude al paciente a resolver sus problemas y modificar comportamientos o pensamientos perjudiciales (terapia cognitiva conductual).
Tal vez todo esto te suene un poco aterrante pero, a decir del Dr. Córdova Castañeda, el tratamiento no tiene por qué prolongarse demasiado y generalmente a los seis meses queda concluido, aunque siempre será necesario acudir periódicamente a supervisión.
Por supuesto, le pregunté al doctor qué pasa cuando no se acude a tratamiento. Respondió que eso no es nada recomendable, ya que el chico o chica sufrirá graves tropiezos en su adolescencia y en sus primeros años como adulto, pues se convertirá en un ser con muchos fracasos a cuestas, que vivirá en el aislamiento y difícilmente establecerá relaciones duraderas con amigos o una pareja sentimental.
El mayor riesgo, dice el especialista, es que la fobia social se presente junto a una depresión y genere el deseo de suicidio. También sucede que algunos chicos y chicas aprenden a vivir con este trastorno y terminan por tener una especie de adicción moderada al alcohol o ciertas sustancias que les ayuda a controlar su angustia.
Como puedes imaginar, esto no es lo ideal porque no se resuelve el problema de raíz, y lo mejor será siempre acudir a evaluación con el médico. Realmente, vale la pena.