El intenso placer que sentimos al escuchar música provoca en el cerebro la secreción de dopamina, un neurotransmisor que también se libera ante placeres más concretos asociados a la alimentación, el sexo, el consumo de drogas o el dinero, según un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience.
Utilizando aparatos de diagnóstico por imágenes (PET, Resonancia Magnética...), el equipo de Valorie Salimpoor y Robert Zatorre, de la Universidad McGill de Montreal (Canadá), midió la secreción de dopamina y la actividad cerebral de una decena de voluntarios al escuchar música instrumental, sin voces humanas. El escáner mostro que el cerebro de los participantes liberaba más dopamina -el neurotransmisor del placer- en una región llamada núcleo estriado cuando los sujetos escuchaban sus canciones favoritas. Entre las melodías escogidas por los participantes destacaron el ''Adagio para cuerdas'' de Barber, el segundo movimiento de la ''Novena sinfonía'' de Beethoven y el ''Claro de Luna'' de Debussy.
Así mismo, los análisis revelaron que la dopamina se libera en el momento “culmen” de la melodía, cuando esta nos hace estremecer literalmente en un “escalofrío”, en la misma región ligada a la euforia que produce el consumo de cocaína. Pero además, unos segundos antes, se produce una descarga de dopamina en el área vinculada a la anticipación y las predicciones.
Utilizando aparatos de diagnóstico por imágenes (PET, Resonancia Magnética...), el equipo de Valorie Salimpoor y Robert Zatorre, de la Universidad McGill de Montreal (Canadá), midió la secreción de dopamina y la actividad cerebral de una decena de voluntarios al escuchar música instrumental, sin voces humanas. El escáner mostro que el cerebro de los participantes liberaba más dopamina -el neurotransmisor del placer- en una región llamada núcleo estriado cuando los sujetos escuchaban sus canciones favoritas. Entre las melodías escogidas por los participantes destacaron el ''Adagio para cuerdas'' de Barber, el segundo movimiento de la ''Novena sinfonía'' de Beethoven y el ''Claro de Luna'' de Debussy.
Así mismo, los análisis revelaron que la dopamina se libera en el momento “culmen” de la melodía, cuando esta nos hace estremecer literalmente en un “escalofrío”, en la misma región ligada a la euforia que produce el consumo de cocaína. Pero además, unos segundos antes, se produce una descarga de dopamina en el área vinculada a la anticipación y las predicciones.