ADICCION A LOS CARBOHIDRATOS
Quizá el daño mayor de los carbohidratos refinados es su fuerte poder adictivo. Sí, los carbohidratos refinados son adictivos. Cuando su cuerpo le pide algún antojo especial ¿qué le pide? ¿Le pide carne o queso? ¿O le pide chocolates, dulce, mantecado, pan o galletitas?
Fíjese que el cuerpo solamente pide carbohidratos refinados. Los carbohidratos refinados son como la droga para el adicto. Las personas que están adictas a los carbohidratos no se pueden controlar. Se comen los chocolates y esconden las envolturas como si fueran malhechores.
Están atrapados en una adicción de la misma forma que el adicto al cigarrillo necesita fumar o el alcohólico necesita beber alcohol. El adicto a los carbohidratos refinados necesita su “cura” y está atrapado en su adicción.
El consumo de estos carbohidratos refinados en abundancia causa no solamente una adicción, causa un estado de acidez en el cuerpo que reduce el metabolismo. El exceso de carbohidratos refinados se convierte en glucosa una vez ha sido digerido. Parte del sobrante de glucosa se fermenta dentro del cuerpo y se convierte en ácido láctico, lo cual crea un estado de acidez que reduce el oxígeno y el metabolismo.
Nada de esto pasa cuando una persona consume vegetales ni cuando consume frutas en moderación. Lo que más ha cambiado en los últimos 50 años y que ha llevado a nuestra población a una epidemia de sobrepeso y obesidad, es la disponibilidad y el mercadeo agresivo de cientos de productos enlatados, congelados y embolsados que son carbohidratos refinados.
Si le sumamos a esto el crecimiento explosivo de los restaurantes de comida rápida (“fast foods”) que principalmente venden carbohidratos refinados (papas fritas, refrescos carbonatados con azúcar, pan blanco, mantecado) podemos entender la gran cantidad de personas que hoy reclaman tener un “metabolismo lento” y que tienen problemas de obesidad.