Mientras ella agonizaba, el vestido
rojo de mi madre estaba
colgado en el armario
como una cuchillada en la hilera
de viejos vestidos oscuros
que había gastado durante su vida.
Me habían llamado de urgencia
y yo supe, cuando la vi,
que no le quedaba mucho tiempo.
Cuando vi el vestido, dije:
- ¡Vaya, madre, qué hermoso!
Nunca te lo he visto puesto.
- Nunca lo usé - respondió en voz baja -.
Siéntate, Millie, me gustaría corregir
una o dos lecciones antes de irme... si
puedo.
Me senté junto a su cama y ella suspiró muy hondo.
Entonces pené que ella podría resistir.
- Ahora que estoy a punto de irme,
puedo ver con claridad algunas cosas.
¡Oh, te he educado bien...
pero te he educado mal!
- Qué quieres decir, madre?
- Bueno, siempre pensé que una buena mujer
nunca se da su lugar,
que sólo existe para hacer todo
por los demás.
Aquí, allí, siempre atenta a
los deseos de todo el mundo y
asegurándose de estar
detrás de los otros.
Tal vez algún día llegues a ellos
pero, por supuesto, nunca lo logras.
Así es como ha sido mi vida... Hacer cosas
para tu padre,
para los muchachos, para tus hermanas,
para ti.
- Hiciste todo lo que una madre puede
hacer.
- ¡Oh, Millie, Millie! No estuvo bien...
ni para ti... ni para él. ¿No lo ves?
Cometí el peor de los errores,
no pedí nada... ¡para mi!
"En la otra habitación tu padre estaba muy
molesto
y con la mirada clavada en las paredes.
Cuando el médico se lo dijo, lo tomó a
mal...
Vino junto a mi cama y empezó a quejarse
por lo que iba a suceder.
" 'Tú no puedes morir. ¿Me oyes? ¿Qué será
de mi?
¿Qué será de mí?'
"Es verdad, será duro cuando me vaya.
Él ni siquiera puede encontrar la sartén,
tú lo sabes.
"Y ustedes, los niños...
Yo tenía que correr por todos,
y a todas partes.
Era la primera en levantarse
y la última en irse a dormir.
Los siete días de la semana.
Siempre elegía la tostada quemada,
y el pedazo más chico de pastel.
"Ahora veo cómo tratan tus hermanos a sus
esposas,
y me siento mal porque fui yo quien les
enseñó eso.
Y ellos aprendieron.
"Aprendieron que una mujer no existe,
excepto para dar.
Cada centavo que podía ahorrar
era para comprar ropa y libros para ustedes,
hasta cuando no era necesario.
No puedo recordar una vez
en que haya ido a la ciudad
para comprar algo para mí misma.
"Excepto el año pasado cuando compré ese
vestido rojo.
descubrí que tenía veinte dólares
que no había reservado para algo especial.
Iba en camino de hacer un pago extra de la
lavadora,
pero por alguna razón...
volví a casa con esa caja grande.
Entonces tu padre me echó un verdadero
sermón.
" '¿Cuándo vas a usar una cosa como ésa?
¿Para ir al teatro o algo así?'
Y tenía razón, supongo.
Nunca me he puesto el vestido,
excepto la vez que me lo probé en la
tienda.
"¡Oh, Millie! Siempre pensé
que si no tomas nada para ti misma en este
mundo,
de alguna manera lo tendrás todo en el más allá.
Ya no creo más en eso.
Creo que el Señor quiere que tengamos algo
aquí... y ahora.
"Y te lo digo, Millie, si por algún milagro
llegara a abandonar esta cama,
te encontrarías con una madre diferente,
porque lo sería.
¡Ay, dejé pasar mi turno durante tanto
tiempo
que apenas sabría cómo aprovecharlo!
Pero aprendería, Millie,
¡aprendería!
Mientras ella agonizaba,
el vestido rojo de mi madre
estaba colgado en el armario
como una cuchillada en la hilera
de viejos vestidos oscuros
que había gastado durante su vida.
Las últimas palabras que me dijo fueron:
- Hazme el honor, Millie,
de no seguir mis pasos.
Prométeme eso.
Se lo prometí.
Ella contuvo la respiración.
Y entonces mi madre tomó su turno en la
muerte.
rojo de mi madre estaba
colgado en el armario
como una cuchillada en la hilera
de viejos vestidos oscuros
que había gastado durante su vida.
Me habían llamado de urgencia
y yo supe, cuando la vi,
que no le quedaba mucho tiempo.
Cuando vi el vestido, dije:
- ¡Vaya, madre, qué hermoso!
Nunca te lo he visto puesto.
- Nunca lo usé - respondió en voz baja -.
Siéntate, Millie, me gustaría corregir
una o dos lecciones antes de irme... si
puedo.
Me senté junto a su cama y ella suspiró muy hondo.
Entonces pené que ella podría resistir.
- Ahora que estoy a punto de irme,
puedo ver con claridad algunas cosas.
¡Oh, te he educado bien...
pero te he educado mal!
- Qué quieres decir, madre?
- Bueno, siempre pensé que una buena mujer
nunca se da su lugar,
que sólo existe para hacer todo
por los demás.
Aquí, allí, siempre atenta a
los deseos de todo el mundo y
asegurándose de estar
detrás de los otros.
Tal vez algún día llegues a ellos
pero, por supuesto, nunca lo logras.
Así es como ha sido mi vida... Hacer cosas
para tu padre,
para los muchachos, para tus hermanas,
para ti.
- Hiciste todo lo que una madre puede
hacer.
- ¡Oh, Millie, Millie! No estuvo bien...
ni para ti... ni para él. ¿No lo ves?
Cometí el peor de los errores,
no pedí nada... ¡para mi!
"En la otra habitación tu padre estaba muy
molesto
y con la mirada clavada en las paredes.
Cuando el médico se lo dijo, lo tomó a
mal...
Vino junto a mi cama y empezó a quejarse
por lo que iba a suceder.
" 'Tú no puedes morir. ¿Me oyes? ¿Qué será
de mi?
¿Qué será de mí?'
"Es verdad, será duro cuando me vaya.
Él ni siquiera puede encontrar la sartén,
tú lo sabes.
"Y ustedes, los niños...
Yo tenía que correr por todos,
y a todas partes.
Era la primera en levantarse
y la última en irse a dormir.
Los siete días de la semana.
Siempre elegía la tostada quemada,
y el pedazo más chico de pastel.
"Ahora veo cómo tratan tus hermanos a sus
esposas,
y me siento mal porque fui yo quien les
enseñó eso.
Y ellos aprendieron.
"Aprendieron que una mujer no existe,
excepto para dar.
Cada centavo que podía ahorrar
era para comprar ropa y libros para ustedes,
hasta cuando no era necesario.
No puedo recordar una vez
en que haya ido a la ciudad
para comprar algo para mí misma.
"Excepto el año pasado cuando compré ese
vestido rojo.
descubrí que tenía veinte dólares
que no había reservado para algo especial.
Iba en camino de hacer un pago extra de la
lavadora,
pero por alguna razón...
volví a casa con esa caja grande.
Entonces tu padre me echó un verdadero
sermón.
" '¿Cuándo vas a usar una cosa como ésa?
¿Para ir al teatro o algo así?'
Y tenía razón, supongo.
Nunca me he puesto el vestido,
excepto la vez que me lo probé en la
tienda.
"¡Oh, Millie! Siempre pensé
que si no tomas nada para ti misma en este
mundo,
de alguna manera lo tendrás todo en el más allá.
Ya no creo más en eso.
Creo que el Señor quiere que tengamos algo
aquí... y ahora.
"Y te lo digo, Millie, si por algún milagro
llegara a abandonar esta cama,
te encontrarías con una madre diferente,
porque lo sería.
¡Ay, dejé pasar mi turno durante tanto
tiempo
que apenas sabría cómo aprovecharlo!
Pero aprendería, Millie,
¡aprendería!
Mientras ella agonizaba,
el vestido rojo de mi madre
estaba colgado en el armario
como una cuchillada en la hilera
de viejos vestidos oscuros
que había gastado durante su vida.
Las últimas palabras que me dijo fueron:
- Hazme el honor, Millie,
de no seguir mis pasos.
Prométeme eso.
Se lo prometí.
Ella contuvo la respiración.
Y entonces mi madre tomó su turno en la
muerte.