Un sueño que se hizo realidad
Después de casi un año se cumplió el sueño de Claudia Mejía Molina. Se trata de una niña del barrio Alfredo Vaca Díez, de Warnes, en Bolivia, cuyo mayor anhelo era tener una casa digna para vivir junto a sus padres y a sus seis hermanos. Es así que Ingrid Vaca Díez (Abogada, Administradora de Empresa y Auditora) decidió aceptar el desafío de construir casas de botellas y otros desechos, pero dignas para familias que viven en extrema pobreza. Primero decidió probar la técnica edificando la barda de una guardería ubicada en este humilde barrio.
Ocho meses después (en octubre de 2006 se inició la construcción) es una realidad, pues está a punto de concretarse la primera vivienda hecha de botellas en una superficie de 120 metros cuadrados. Se utilizaron 10.000 botellas de dos litros, 3.000 de 600 ml y 3.000 botellas de vidrio para edificar el living, comedor, cocina, dos dormitorios y un baño; sólo faltan puertas, vigas y calaminas para techar. “Nos falta un 'empujoncito' más para acabarla; necesitamos 32 calaminas de 3 metros y 32 de 2,40 metros, y 32 vigas, así podremos hacer feliz a una familia de siete hijos”, dijo Vaca Díez, a tiempo de pedir a las empresas, instituciones y personas particulares que la colaboren.
También se requieren botellas plásticas grandes y chicas y de vidrio, porque aún falta por hacer la barda. “Me siento contenta y feliz, éste es un chalet en relación con mi taperita”, comentó María Jesús Molina, mientras retiraba con una esponja el residuo de tierra y cemento de las paredes. Ella y sus hijos ayudan en la construcción, porque no hay dinero para pagar albañil. Hace nueve años que trabaja como portera en la escuela de la zona, pero lo hace sin recibir un sueldo.
Otro caso solucionado:
A pocos metros se encuentra la segunda casa de botellas. Allí, cuatro hermanos huérfanos (Kathia, de 14 años; Marco Antonio, de 15; Pablo, de 13, y Luis Fernando, de 16 años) están construyendo con sus propias manos su hogar, algo digno de admirar e imitar. Su mamá falleció cuando iba a dar a luz al quinto hijo y su papá los abandonó.
Viven con sus abuelos maternos en un cuarto de barro y chuchío, y techo de motacú. Los cuatro comparten la única cama que tienen. A pesar de las condiciones paupérrimas en las que viven, dividen su tiempo entre la escuela y la construcción de su nueva casa. “Este terreno lo compró mi mamá e intentó poner el cimiento, porque ella soñaba con una casita para nosotros, pero falleció”, dijo uno de los chicos. La vivienda consta de comedor, cocina, baño y dos dormitorios. Uno será para Kathia, la única mujer.Esta obra está siendo apoyada por el alemán Andreas Froese, gerente de la empresa Eco-Tec, y uno de los inventores de las casas de botellas. Froese, al enterarse del reto que había asumido Ingrid Vaca Díez, decidió ir a Bolivia y apoyar dicho emprendimiento.
Con esta técnica se intenta resolver dos problemas, la pobreza y el ambiental, dijo Froese, a tiempo de explicar que su empresa está abocada al manejo de residuos sólidos. “Se puede usar la misma basura que uno desecha para vivir mejor”, sostuvo.
Según el extranjero, éstas serán las dos primeras casas hechas de botellas en sudamérica. Los hermanos Flores están contentos, pues al fin se cumplirá el sueño de su madre. “Cada vez que faltan botellas u otro material, miramos al cielo y le pedimos que nos ayude; ella es la estrella que nos guía”, comentó uno de ellos.
La experiencia también ha servido para que Luis Fernando, el mayor de los cuatro hermanos huérfanos, aprenda la técnica y el trabajo de albañilería con materiales no comunes. Por ejemplo, la botella reemplaza el ladrillo. “Esto permitirá que puedan ganarse la vida de una manera digna”, dijo Froese.
Como se construyen las casas?
La técnica consiste en rellenar con arena las botellas plásticas y pegarlas con una mezcla hecha en base a tierra o arcilla y cemento, con la finalidad de que tengan firmeza y duración. Para la construcción de un metro cuadrado se utilizan 81 botellas de dos litros. Vaca Díez no es constructora, pero el método lo aprendió por la Internet y, además, se instruyó en la colocación de ladrillos, preparación de la mezcla, la colocación de la línea nivel y otros aspectos más que se precisan para una construcción. Hace cuatro meses inauguraron la feria del pan de arroz. Esto sirve como un medio de sustento para las mujeres que viven en este barrio. También se sirve comida típica los domingos, como majadito de charques, de pato, patasca, chicha, masaco, cuñapé y empanadas. La meta es convertir este barrio en un centro agro turístico, cuyo atractivo sean las casas ecológicas, aunque se priorizarán diez, que son las más necesarias. El único requisito es vivir en extrema pobreza, tener una familia numerosa y muchos deseos de superación.
Se necesitan jóvenes voluntarios
Hay muchas formas de ayudar en esta obra, que pretende brindar viviendas hechas con base de botellas, pero dignas para familias pobres. Ingrid Vaca Díez, impulsora de este proyecto, dijo que se requieren jóvenes que estén dispuestos a ayudar en el trabajo de albañilería. “Necesitamos que nos ayuden a llenar botellas con arena en el río”, dijo. También instó a la población a colaborar con botellas chicas y grandes de plástico y de vidrio, puertas, llantas, rejas, marcos y ventanas usadas y nuevas, además de recursos. Aprovechó para agradecer a las empresas e instituciones que la han cooperado con desechos y material de construcción, como Samuel Doria Medina, que donó todo el cemento para las dos viviendas que están en proceso de construcción. Las personas que deseen colaborar pueden escribir al correo electrónico ingridvacadiez@hotmail.com