Te dicen que todo te queda divino, te maltratan porque vas a
cambiar una prenda, desaparecen mientras estás en el probador... 10
cosas que nos molestan.
¿Quién no ha sufrido de fobia alguna vez por culpa de una vendedora? Pesadas, indiferentes y hasta un poco vagas. Estas son las cosas que más nos molestan y que hacen que huyamos de una vendedora convencional.
1. Vade retro.
Nada las agiliza más (y las hace huir más rápido) que un cliente que llega
bolsita en mano ‘para cambiar’. Ok, no dejaremos las mejores comisiones del mundo (es más, no dejamos) y les hacemos perder tu preciado tiempo, pero ¿qué culpa tenemos de que lo que nos regalaron no nos guste o, peor, no nos entre? ¡Piedad!
2. El misterioso cuartito de atrás.
Te pido un talle y no tenés ganás de buscarlo...
¡disimulá! Que las puertas del cuartito del fondo son finitas y de este lado se escuchan tus risitas nerviosas.
3. Chusma chisme.
Ley primera, evitar ir de compras un lunes. A no ser que quieras pasarte horas al lado de la caja escuchando con resignación quién dejó a quién el fin de semana, qué boliche tiene más onda o quién bailará en Showmatch. Podemos mirar mil veces el reloj, toser (hasta hacernos las simpáticas y opinar) pero sabemos que nada hará que nos cobren si no terminaron su parte de chisme diario.
4. Tarjetas, cupones y demás.
No nos gruñas, no es nuestra culpa pero amamos los Miércoles Mujer. ¡Mala suerte! Cambiá la cara, porque en épocas de crisis nos agarraremos lo más posible a cuanto descuento llegue a nuestras manos, haremos colas interminables que harán de tu día una pesadilla así nos pongas todas las trabas habidas y por haber.
5.La desesperación se huele.
¡Calma!, pocas cosas se asemejan más a una cacería africana que el que se me abalancen en masa cual presa jugosa apenas piso el local. ‘Cualquier cosita me preguntás’. Sí, sí...
6. La gran Houdini.
Nada peor que estar en el probador y empezar a practicar la coreografía ‘estira cuello’ -una mano asida a la cortina y con la otra haciendo la ola llama personas- en busca de otro ser humano... léase, ¡vos! Por favor, no me hagas salir a medio vestir al local sólo para buscarte.
7. El juego de la memoria.
No es nada personal, pero no te ofendas, sigas de
largo o te hagas la sorda sólo porque no logro acordarme quien -de
todas ustedes vestidas exactamente iguales- fue la que me atendió.
8.Verdadero/falso.
Nada nos hace sentir más chorros que el que verifiques a contraluz cada uno de nuestros billetes. No, no tenemos ‘otro’ y tené en cuenta: una cosa es cautela, otra muy diferente es mostrar la hilacha, o más bien ese dejo de placer.
9. Confianzudas.
‘Si te queda divinooo’, ‘ese rollo no se nota nada’, ‘che, qué lindo novio que tenés’... la buena onda tiene un límite. Y, una cosa es ser amable, otra distinta es pasarte de la raya de la buena voluntad.
10. Mirada Rayos X.
Que no esté lookeda para la ocasión (recién salí del gimnasio, ¿qué esperás?) no significa que no te vaya a comprar. Se que te tientan más
las clientas que entran cargadas con bolsas y aura de adictas al shopping pero nunca subestimes el poder de una tarjeta de crédito en el bolsillo interno de una joggineta.
cambiar una prenda, desaparecen mientras estás en el probador... 10
cosas que nos molestan.
¿Quién no ha sufrido de fobia alguna vez por culpa de una vendedora? Pesadas, indiferentes y hasta un poco vagas. Estas son las cosas que más nos molestan y que hacen que huyamos de una vendedora convencional.
1. Vade retro.
Nada las agiliza más (y las hace huir más rápido) que un cliente que llega
bolsita en mano ‘para cambiar’. Ok, no dejaremos las mejores comisiones del mundo (es más, no dejamos) y les hacemos perder tu preciado tiempo, pero ¿qué culpa tenemos de que lo que nos regalaron no nos guste o, peor, no nos entre? ¡Piedad!
2. El misterioso cuartito de atrás.
Te pido un talle y no tenés ganás de buscarlo...
¡disimulá! Que las puertas del cuartito del fondo son finitas y de este lado se escuchan tus risitas nerviosas.
3. Chusma chisme.
Ley primera, evitar ir de compras un lunes. A no ser que quieras pasarte horas al lado de la caja escuchando con resignación quién dejó a quién el fin de semana, qué boliche tiene más onda o quién bailará en Showmatch. Podemos mirar mil veces el reloj, toser (hasta hacernos las simpáticas y opinar) pero sabemos que nada hará que nos cobren si no terminaron su parte de chisme diario.
4. Tarjetas, cupones y demás.
No nos gruñas, no es nuestra culpa pero amamos los Miércoles Mujer. ¡Mala suerte! Cambiá la cara, porque en épocas de crisis nos agarraremos lo más posible a cuanto descuento llegue a nuestras manos, haremos colas interminables que harán de tu día una pesadilla así nos pongas todas las trabas habidas y por haber.
5.La desesperación se huele.
¡Calma!, pocas cosas se asemejan más a una cacería africana que el que se me abalancen en masa cual presa jugosa apenas piso el local. ‘Cualquier cosita me preguntás’. Sí, sí...
6. La gran Houdini.
Nada peor que estar en el probador y empezar a practicar la coreografía ‘estira cuello’ -una mano asida a la cortina y con la otra haciendo la ola llama personas- en busca de otro ser humano... léase, ¡vos! Por favor, no me hagas salir a medio vestir al local sólo para buscarte.
7. El juego de la memoria.
No es nada personal, pero no te ofendas, sigas de
largo o te hagas la sorda sólo porque no logro acordarme quien -de
todas ustedes vestidas exactamente iguales- fue la que me atendió.
8.Verdadero/falso.
Nada nos hace sentir más chorros que el que verifiques a contraluz cada uno de nuestros billetes. No, no tenemos ‘otro’ y tené en cuenta: una cosa es cautela, otra muy diferente es mostrar la hilacha, o más bien ese dejo de placer.
9. Confianzudas.
‘Si te queda divinooo’, ‘ese rollo no se nota nada’, ‘che, qué lindo novio que tenés’... la buena onda tiene un límite. Y, una cosa es ser amable, otra distinta es pasarte de la raya de la buena voluntad.
10. Mirada Rayos X.
Que no esté lookeda para la ocasión (recién salí del gimnasio, ¿qué esperás?) no significa que no te vaya a comprar. Se que te tientan más
las clientas que entran cargadas con bolsas y aura de adictas al shopping pero nunca subestimes el poder de una tarjeta de crédito en el bolsillo interno de una joggineta.