Pocas mujeres alcanzan el orgasmo sin dificultad y muchas ni siquiera han logrado acercarse a él. Lo anterior comúnmente se relaciona con desconocimiento de la anatomía y función genital, ineficacia en la estimulación erótica, experiencias traumáticas y educación sexual restrictiva.
Cuando la incapacidad para llegar al máximo placer sexual se mantiene por periodos prolongados, aunque las fases de estimulación y excitación previas se hayan realizado adecuadamente, se puede hablar de verdadera anorgasmia. La sexología la clasifica en primaria (mujeres que jamás han experimentado un orgasmo, incluyendo a la masturbación), secundaria (se tuvieron y dejaron de sentirse), absoluta (de manera permanente) y situacional (sólo en raras ocasiones se alcanza).
Aunque las féminas pueden ser orgásmicas durante toda su vida, hay diversos factores que pueden disminuir o nulificar esta capacidad, por ejemplo, si el coito finaliza antes de que la mujer haya alcanzado el clímax se produce frustración que puede dar lugar a resentimiento o aversión sexual.
Por otra parte, hay algunos problemas de salud que pueden interferir en la respuesta erótica, como vaginitis (inflamación de la vagina), diabetes mellitus menopausia, vaginismo (dolor vaginal) y/o cirugías como histerectomía (extirpación del útero) o mastectomía (amputación de una mama). Estas últimas pueden afectar negativamente la autoimagen femenina, pues quienes son sometidas a este tipo de intervenciones quirúrgicas se sienten incompletas (creen que han dejado de ser una mujer normal) y piensan que no son atractivas para su compañero.
Entre las causas personales y sociales se encuentran falta de información sobre sexualidad, miedo anticipado al coito, temores (al embarazo o enfermedades venéreas como Sida, gonorrea, sífilis o tricomoniasis) rechazo, perdida de control y dolor, educación moral y religiosa restrictiva, experiencias traumáticas durante la infancia (abuso sexual, por ejemplo), infidelidad, disfunción en la pareja, depresión, ansiedad, escasas habilidades y conocimientos eróticos propios y del cónyuge, así como adopción del rol de espectador.
No confundir
Regularmente, suelen usarse como sinónimos anorgasmia y frigidez, lo cual es erróneo, porque el primer término se refiere a incapacidad para alcanzar el orgasmo y el segundo a ausencia de deseo sexual.
Las mujeres que sufren este último deben saber que la mayoría de las veces el origen del trastorno no tiene relación con factores fisiológicos, sino se asocia a conductas aprendidas desde la infancia. Hay que tomar en cuenta que nuestra sociedad es heredera de un modelo de sexualidad que enfatiza la importancia del rol masculino, pues mientras a este sector se le permite socialmente tener experiencia sexual y demostrar su virilidad haciendo ostentación pública de sus encuentros eróticos, a las mujeres se le exige lo contrario. En consecuencia, la responsabilidad de la sexualidad femenina queda depositada en el hombre, y aquella que demuestra interés en esta práctica es desacreditada.
Por otra parte, es necesario considerar que a las mujeres que sufren dicha anomalía las agobia un sentimiento de culpa por no poder ofrecerle a su pareja gratas experiencias, incluso, esta situación puede afectarles más que el mismo hecho de no experimentar deseo ni sensaciones placenteras.
No todo está perdido
Cuando la anorgasmia se ha convertido en un problema se debe buscar la presencia de causas psicológicas y orgánicas, como temor y falsa perspectiva de la sexualidad, diabetes, alcoholismo, carencias hormonales o lesiones pélvicas. No obstante, también hay que tomar en cuenta que en ocasiones el hombre sufre eyaculación precoz o disfunción eréctil, llegándose a tener la falsa idea de que el problema proviene de la mujer.
En caso de que la anorgasmia no esté asociada a ninguna enfermedad física, conviene seguir terapias psicológicas y sexológicas, las cuales tienen como fin eliminar actitudes negativas y prejuicios en torno al sexo mediante programa de trabajo que incluye relajación, confrontación de temores y ejercicios.
Generalmente se atiende a los dos compañeros sexuales, a quienes se les proporciona una rutina que incluye las siguientes actividades:
-Incitar a la mujer a que explore su cuerpo.
-Afrontar la ansiedad y modificar la adopción del "rol de espectador".
-Facilitar la comunicación sexual, de forma que la fémina indique a su pareja qué tipo y forma de estimulación le resulta más agradable.
-Reducir inhibiciones que limitan la capacidad de excitación o bloquean el orgasmo.
-Ejercicios pélvicos y vaginales.
El objetivo de este plan, en primera instancia, es entrenar a la mujer para que logre el orgasmo en solitario por medio de la masturbación, a fin de que posteriormente ponga en práctica esta habilidad en presencia de su compañero y, luego de ello, alcanzar el orgasmo durante el coito.
Tome en cuenta que la comunicación con la pareja es básica y que las relaciones sexuales no deben ser vistas como deber o sacrificio; busque hacer de cada encuentro íntimo una vivencia inolvidable, llena de nuevas y maravillosas sensaciones y, en caso de que notifique alguna anomalía, no dude en buscar ayuda profesional inmediatamente.