Un estudio determinó que la “ilusión óptica" de comer en vajilla grande hará aumentar el peso corporal.
Un consumo sano y equilibrado en las comidas depende de varios factores. Los profesionales de la nutrición y la salud consensuaron las raciones y las frecuencias de consumo que son aceptables y saludables, pero también el volumen de los platos donde se sirve la comida, la edad o el estado de salud son aspectos que se deben tener en cuenta. Cada individuo tiene
diferentes necesidades y la cantidad de alimentos que se consume debe
ser proporcional.
El sistema de raciones de consumo de alimentos sirva para saber cuánto
tienen que ingerir las personas y se tratan básicamente de normas generales que ayudan a determinar cuánto se debe consumir de manera
saludable y equilibrada.
Esas normas indican, mediante medidas caseras (un vaso, una rebanada de pan de 3 dedos de grosor o 4 cucharadas), una cantidad de alimento que es aceptable.
Un paso paralelo es considerar las diferencias individuales según la edad y el estado de salud. La cantidad y/o volumen contemplado por ración no varía para las personas adultas, pero sí para los niños. A partir de esta consideración, los individuos, según edad, necesidades (infancia, adolescencia, embarazo, madurez, vejez) y estado de salud, con ayuda de un nutricionista, tendrán que adecuar el número de raciones que deben consumir.
Hay pruebas de que la dimensión de los envases de alimentos y las porciones aumentaron de manera considerable en los últimos 30 años. Esta
tendencia, iniciada en EE.UU. pero extendida en gran parte de los países desarrollados, puede contribuir al aumento de peso.
Este extremo es fácil de constatar en la vida cotidiana: es habitual comer más de la cuenta si se abre una bolsa grande de pipas o de patatas fritas, si en el cine se pide el envase mayor de palomitas, se cocina una pizza de gran tamaño o sirven una porción de alimento mayor al de costumbre en un restaurante. Según los resultados de un estudio dirigido por Brian Wansink, experto en el análisis del comportamiento alimentario, cuando se duplicó el tamaño de los paquetes de alimentos, el consumo aumentó entre un 18% y un 25% para farináceos como espaguetis y similares, y entre un 30% y un 45% para muchos snacks.
Algo similar ocurre con el tamaño de la vajilla. La “ilusión óptica” hace que se subestime la cantidad consumida si se sirve en un plato hondo, en comparación con otro de menos capacidad, aunque se haya consumido el mismo número de cucharadas en ambos supuestos. Mientras más chicos sean los platos donde comemos, mejor será.
Un consumo sano y equilibrado en las comidas depende de varios factores. Los profesionales de la nutrición y la salud consensuaron las raciones y las frecuencias de consumo que son aceptables y saludables, pero también el volumen de los platos donde se sirve la comida, la edad o el estado de salud son aspectos que se deben tener en cuenta. Cada individuo tiene
diferentes necesidades y la cantidad de alimentos que se consume debe
ser proporcional.
El sistema de raciones de consumo de alimentos sirva para saber cuánto
tienen que ingerir las personas y se tratan básicamente de normas generales que ayudan a determinar cuánto se debe consumir de manera
saludable y equilibrada.
Esas normas indican, mediante medidas caseras (un vaso, una rebanada de pan de 3 dedos de grosor o 4 cucharadas), una cantidad de alimento que es aceptable.
Un paso paralelo es considerar las diferencias individuales según la edad y el estado de salud. La cantidad y/o volumen contemplado por ración no varía para las personas adultas, pero sí para los niños. A partir de esta consideración, los individuos, según edad, necesidades (infancia, adolescencia, embarazo, madurez, vejez) y estado de salud, con ayuda de un nutricionista, tendrán que adecuar el número de raciones que deben consumir.
Hay pruebas de que la dimensión de los envases de alimentos y las porciones aumentaron de manera considerable en los últimos 30 años. Esta
tendencia, iniciada en EE.UU. pero extendida en gran parte de los países desarrollados, puede contribuir al aumento de peso.
Este extremo es fácil de constatar en la vida cotidiana: es habitual comer más de la cuenta si se abre una bolsa grande de pipas o de patatas fritas, si en el cine se pide el envase mayor de palomitas, se cocina una pizza de gran tamaño o sirven una porción de alimento mayor al de costumbre en un restaurante. Según los resultados de un estudio dirigido por Brian Wansink, experto en el análisis del comportamiento alimentario, cuando se duplicó el tamaño de los paquetes de alimentos, el consumo aumentó entre un 18% y un 25% para farináceos como espaguetis y similares, y entre un 30% y un 45% para muchos snacks.
Algo similar ocurre con el tamaño de la vajilla. La “ilusión óptica” hace que se subestime la cantidad consumida si se sirve en un plato hondo, en comparación con otro de menos capacidad, aunque se haya consumido el mismo número de cucharadas en ambos supuestos. Mientras más chicos sean los platos donde comemos, mejor será.