Podríamos especular que el lesbianismo existe desde que existe la humanidad. Es imposible determinar en qué momento preciso surgió la primera relación lésbica, pero ciertos documentos históricos nos permiten hacernos una idea de cómo ha ido evolucionando este tema.
Ya en el Código de Hammurabi (¡sí, no se asombre!), en tan lejana fecha como el 1770 a.C., aparece la salzikrum, una figura que caracteriza a una mujer-hombre que podía tener una o varias esposas y cuya denominación significa hija-varón.
En Grecia y en la antigua Roma el lesbianismo era aceptado con normalidad. En Roma, por ejemplo, existían baños públicos para mujeres que, a pesar de estar casadas, deseaban mantener contactos sexuales con otras mujeres. Estos baños contaban con las esclavas felatoras, que satisfacían sus deseos lésbicos. También existe constancia de bodas entre mujeres.
De la Edad Media solo se conocen contados casos de lesbianismo a través de los archivos eclesiásticos. Edad oscura para las letras y la verdad. En los textos se recopilan denuncias, condenas y sermones. San Ambrosio, en el siglo IV, calificó el deseo de unas mujeres por otras de acto lujurioso; San Crisóstomo lo calificó de vergonzoso. Siglos después, San Anselmo se refería a la relación sexual entre mujeres como un atentado contra la naturaleza; y en el mismo sentido se pronunciaría Pedro Abelardo.
Santo Tomás estableció como uno de los vicios contra natura la cópula entre hembra y hembra. Posteriormente muchos teólogos se basarían en Santo Tomás para condenar el lesbianismo como un pecado de lujuria. En diez siglos de documentación solo existe una docena de alusiones a la homosexualidad femenina y siempre están ligadas a la condena eclesiástica, la herejía o la brujería.
Ya en el Código de Hammurabi (¡sí, no se asombre!), en tan lejana fecha como el 1770 a.C., aparece la salzikrum, una figura que caracteriza a una mujer-hombre que podía tener una o varias esposas y cuya denominación significa hija-varón.
En Grecia y en la antigua Roma el lesbianismo era aceptado con normalidad. En Roma, por ejemplo, existían baños públicos para mujeres que, a pesar de estar casadas, deseaban mantener contactos sexuales con otras mujeres. Estos baños contaban con las esclavas felatoras, que satisfacían sus deseos lésbicos. También existe constancia de bodas entre mujeres.
De la Edad Media solo se conocen contados casos de lesbianismo a través de los archivos eclesiásticos. Edad oscura para las letras y la verdad. En los textos se recopilan denuncias, condenas y sermones. San Ambrosio, en el siglo IV, calificó el deseo de unas mujeres por otras de acto lujurioso; San Crisóstomo lo calificó de vergonzoso. Siglos después, San Anselmo se refería a la relación sexual entre mujeres como un atentado contra la naturaleza; y en el mismo sentido se pronunciaría Pedro Abelardo.
Santo Tomás estableció como uno de los vicios contra natura la cópula entre hembra y hembra. Posteriormente muchos teólogos se basarían en Santo Tomás para condenar el lesbianismo como un pecado de lujuria. En diez siglos de documentación solo existe una docena de alusiones a la homosexualidad femenina y siempre están ligadas a la condena eclesiástica, la herejía o la brujería.