CHICAS ESTO LO ENCONTRE EN LOS PERIODICOS NACIONALES.
LA VERDAD QUE ME PONE LA PIEL DE GALLINA, Honduras
“¡Sáquenme de aquí!, ¡Sáquenme de aquí!”. Los gritos de ultratumba
se oyeron la noche del jueves 8 de octubre en el cementerio de
Azacualpa, aldea de La Unión, Copán. “¡Nohelia...Mamá... vengan!”,
decía una voz desesperada provenía de los nichos en la catacumba.Faltaban pocos minutos para las doce de la noche. El cielo estaba despejado y se apreciaba cómo la luna comenzaba a menguar. El cementerio de la comunidad permanecía completamente oscuro, como casi toda esta remota aldea en el sur de Copán. La
luz más cercana está a unos treinta metros, en la posta de vigilancia
de la minera Yamana Gold, empleadora de gran porcentaje de la mano de
obra del pueblo.Dos guardias de seguridad hacían su turno esta vez, ellos fueron los únicos testigos de la noche en que “el muerto revivió”.El
caso de Isaac Ramírez Pérez ha convulsionado a toda la comunidad. El
joven de 27 años fue declarado muerto en el Hospital de Occidente tras
realizarle una cirugía de vesícula. Fue velado una noche entera y
enterrado el día siguiente. Horas después despertó de un estado de
catalepsia, según médicos locales, y se asfixió dentro de su tumba. La
familia pide que se investigue su caso, en medio del dolor, la
incredulidad y la culpa por haberlo sepultado vivo.
Hubo sorpresa, temor, angustia… nadie entendía qué había pasado. El
cuerpo de Isaac estaba sudado, la camisa que escogió su madre para su
último viaje estaba desabotonada y su pecho presentaba varios arañazos.Tenía sudor en la frente, el cuerpo estaba flexible y caliente. “Cuando abrimos el ataúd Isaac sudaba, estaba caliente y abrió un ojo. No podíamos creer lo que estaba pasando. Imagínese,
no podíamos entenderlo, nuestra desesperación era por salvarlo, pero
nos dijeron que ya había muerto”, dice Roberto, otro de sus hermanos.Las autoridades llegaron al lugar y trasladaron el cuerpo a San Pedro Sula para la autopsia. El cadáver aún no ha sido devuelto.
LA VERDAD QUE ME PONE LA PIEL DE GALLINA, Honduras
“¡Sáquenme de aquí!, ¡Sáquenme de aquí!”. Los gritos de ultratumba
se oyeron la noche del jueves 8 de octubre en el cementerio de
Azacualpa, aldea de La Unión, Copán. “¡Nohelia...Mamá... vengan!”,
decía una voz desesperada provenía de los nichos en la catacumba.Faltaban pocos minutos para las doce de la noche. El cielo estaba despejado y se apreciaba cómo la luna comenzaba a menguar. El cementerio de la comunidad permanecía completamente oscuro, como casi toda esta remota aldea en el sur de Copán. La
luz más cercana está a unos treinta metros, en la posta de vigilancia
de la minera Yamana Gold, empleadora de gran porcentaje de la mano de
obra del pueblo.Dos guardias de seguridad hacían su turno esta vez, ellos fueron los únicos testigos de la noche en que “el muerto revivió”.El
caso de Isaac Ramírez Pérez ha convulsionado a toda la comunidad. El
joven de 27 años fue declarado muerto en el Hospital de Occidente tras
realizarle una cirugía de vesícula. Fue velado una noche entera y
enterrado el día siguiente. Horas después despertó de un estado de
catalepsia, según médicos locales, y se asfixió dentro de su tumba. La
familia pide que se investigue su caso, en medio del dolor, la
incredulidad y la culpa por haberlo sepultado vivo.
Hubo sorpresa, temor, angustia… nadie entendía qué había pasado. El
cuerpo de Isaac estaba sudado, la camisa que escogió su madre para su
último viaje estaba desabotonada y su pecho presentaba varios arañazos.Tenía sudor en la frente, el cuerpo estaba flexible y caliente. “Cuando abrimos el ataúd Isaac sudaba, estaba caliente y abrió un ojo. No podíamos creer lo que estaba pasando. Imagínese,
no podíamos entenderlo, nuestra desesperación era por salvarlo, pero
nos dijeron que ya había muerto”, dice Roberto, otro de sus hermanos.Las autoridades llegaron al lugar y trasladaron el cuerpo a San Pedro Sula para la autopsia. El cadáver aún no ha sido devuelto.