¿Alguna vez te has preguntado de qué tamaño debe ser la porción de alimentos que le sirves a tu hijo(a)?
La respuesta es simple: ¡tan pequeña como él/ella!
Muchos padres -probablemente tu estés en este grupo- se preocupan pensando que su hijo(a) no se está alimentando bien porque no come la misma cantidad de comida que sus hermanos mayores o sus padres, olvidando que así como el niño tiene un cuerpo más pequeño que el de los adultos, también su estómago es más diminuto y con una capacidad reducida.
Por lo tanto, cuando vayas a alimentar a tu hijo(a), piensa primero en darle una alimentación de calidad y luego sirve una porción pensando en su estómago y no en el del resto de la familia.
Divide los alimentos
Tal vez en este momento te estés preguntando si con esas pequeñas porciones tu hijo(a) estará bien alimentado(a). Tres comidas al día de pequeños volúmenes no son suficientes para el crecimiento de tu hijo(a), por lo que puedes darle de comer varias veces al día. O sea, puedes darle las tres comidas principales y dos o tres refrigerios, así le suministras las cantidades necesarias de alimentos sin sobrecargar la capacidad de su estómago.
Los utensilios
Así como prestas atención a la cantidad de comida que le servirás a tu hijo, complementa su mesa con platos, vasos y cubiertos que sean de buen tamaño y que estén fabricados de plástico para evitar accidentes.
Pequeña pero variada
El hecho de que tus hijos coman menos cantidades de alimentos que los adultos de la casa no significa que su dieta deba ser monótona. A los(as) niños(as) debes ofrecerles la misma variedad de comida que consume el resto del grupo familiar, pero variando las porciones.
Corta los alimentos
Además de adaptarte a las cantidades que comen tus hijos, también debes cortarles los alimentos en pedazos pequeños o finos para que ellos mismos puedan llevarlos a su boca, masticarlos y tragarlos sin dificultad.
¿Cómo saber si es suficiente?
Tu hijo(a) te mostrará señales de que no quiere comer más cuando esté lleno(a) (retira los cubiertos de la boca o separa la cara de los alimentos, entre otros gestos). En cada comida, comienza por disminuirle las raciones y, si pide más, sírvele otra porción pequeña.
Más grande no es mejor
Si tu niño(a) recibe porciones de alimentos más grandes de las que en realidad necesita, en lugar de alimentarse mejor, lo que puede suceder es que desde pequeño(a) le estés preparando el camino para el sobrepeso y la obesidad. No pienses que darle a tu hijo(a) porciones más grandes de alimentos es lo mejor.
¿Lo estoy haciendo bien?
La mejor manera de saber si tu hijo(a) está bien alimentado(a) es observar cómo crece, aumenta de peso y se mantiene enérgico(a). Si en sus controles pediátricos de rutina el médico te comenta que lleva un buen ritmo de crecimiento, no hay dudas, ¡lo estás haciendo muy bien!
La respuesta es simple: ¡tan pequeña como él/ella!
Muchos padres -probablemente tu estés en este grupo- se preocupan pensando que su hijo(a) no se está alimentando bien porque no come la misma cantidad de comida que sus hermanos mayores o sus padres, olvidando que así como el niño tiene un cuerpo más pequeño que el de los adultos, también su estómago es más diminuto y con una capacidad reducida.
Por lo tanto, cuando vayas a alimentar a tu hijo(a), piensa primero en darle una alimentación de calidad y luego sirve una porción pensando en su estómago y no en el del resto de la familia.
Divide los alimentos
Tal vez en este momento te estés preguntando si con esas pequeñas porciones tu hijo(a) estará bien alimentado(a). Tres comidas al día de pequeños volúmenes no son suficientes para el crecimiento de tu hijo(a), por lo que puedes darle de comer varias veces al día. O sea, puedes darle las tres comidas principales y dos o tres refrigerios, así le suministras las cantidades necesarias de alimentos sin sobrecargar la capacidad de su estómago.
Los utensilios
Así como prestas atención a la cantidad de comida que le servirás a tu hijo, complementa su mesa con platos, vasos y cubiertos que sean de buen tamaño y que estén fabricados de plástico para evitar accidentes.
Pequeña pero variada
El hecho de que tus hijos coman menos cantidades de alimentos que los adultos de la casa no significa que su dieta deba ser monótona. A los(as) niños(as) debes ofrecerles la misma variedad de comida que consume el resto del grupo familiar, pero variando las porciones.
Corta los alimentos
Además de adaptarte a las cantidades que comen tus hijos, también debes cortarles los alimentos en pedazos pequeños o finos para que ellos mismos puedan llevarlos a su boca, masticarlos y tragarlos sin dificultad.
¿Cómo saber si es suficiente?
Tu hijo(a) te mostrará señales de que no quiere comer más cuando esté lleno(a) (retira los cubiertos de la boca o separa la cara de los alimentos, entre otros gestos). En cada comida, comienza por disminuirle las raciones y, si pide más, sírvele otra porción pequeña.
Más grande no es mejor
Si tu niño(a) recibe porciones de alimentos más grandes de las que en realidad necesita, en lugar de alimentarse mejor, lo que puede suceder es que desde pequeño(a) le estés preparando el camino para el sobrepeso y la obesidad. No pienses que darle a tu hijo(a) porciones más grandes de alimentos es lo mejor.
¿Lo estoy haciendo bien?
La mejor manera de saber si tu hijo(a) está bien alimentado(a) es observar cómo crece, aumenta de peso y se mantiene enérgico(a). Si en sus controles pediátricos de rutina el médico te comenta que lleva un buen ritmo de crecimiento, no hay dudas, ¡lo estás haciendo muy bien!