Abre tu corazón mujer amiga y dime: ¿Qué está pasando en tu alma? ¿Por qué tus pensamientos y sentimientos son tan dolorosos al saber que amaste y no fuiste correspondida, valorada, comprendida, respetada ni amada como tú lo hubieras deseado?
Te sientes fatal y abrumada de tanto pensar y llorar hasta el cansancio y el consuelo no llega. ¿Crees que con tus lágrimas vas a atraerlo de nuevo, y que él te volverá a querer? –yo te digo que no- es todo lo contrario. La mujer que se deja vencer por su propio pesimismo y desaliento,
está alejando más al ser amado que ya de por si, no quiere saber más de
ella, y también se alejan las personas que tenemos cerca. ¿A quién le
gusta estar y vivir con una persona pesimista, llorona y amargada?
La mujer tiene que ser más hábil y más inteligente en
todo momento para resolver ese tipo de situaciones tan complejas y
difíciles de entender. El corazón gitano del hombre viajero y adicto a
las damas, no entiende de lágrimas, ni de sufrimientos, y mucho menos
comprende, ni quiere saber nada de sacrificios. Para él lo más fácil y
sencillo es buscarse a una mujer alegre que le satisfaga en todo
sentido sus necesidades emocionales,
fisiológicas, psicológicas, orgánicas, etc. y casi nunca le gusta mirar
hacia atrás, ni recordar lo que ya dejó. ¿Por qué la mujer siempre
tiene que estar aferrada a los recuerdos y deseando con toda su alma
que regrese y la vuelvan a querer? ¡como si no hubiera más hombres en
el mundo!
Pienso que el amor no sólo es pasión y entrega, sino algo más que eso, es saber conservar la dignidad
y la vergüenza cuando a alguien ya no le interesamos como mujer, cuando
ya se acabó la química entre los dos, cuando ya se rompió el encanto de
otros tiempos, cuando ya no funciona la pareja como tal, cuando ya no
tienen nada que hacer juntos. Hay que alzar la cabeza y no abaratarse
rogando y suplicando ¡Vuélveme a querer!, como si lo pidiera como una
limosna, rebajándose, humillándose y perdiendo toda la dignidad y la
individualidad.
¿Hasta cuándo vamos a entender que
la dignidad también tiene su precio, y que si no lo pagamos cada una de
nosotras, entonces quién lo hará por nosotras? y si no es ahora
¿entonces hasta cuándo?
Te sientes fatal y abrumada de tanto pensar y llorar hasta el cansancio y el consuelo no llega. ¿Crees que con tus lágrimas vas a atraerlo de nuevo, y que él te volverá a querer? –yo te digo que no- es todo lo contrario. La mujer que se deja vencer por su propio pesimismo y desaliento,
está alejando más al ser amado que ya de por si, no quiere saber más de
ella, y también se alejan las personas que tenemos cerca. ¿A quién le
gusta estar y vivir con una persona pesimista, llorona y amargada?
La mujer tiene que ser más hábil y más inteligente en
todo momento para resolver ese tipo de situaciones tan complejas y
difíciles de entender. El corazón gitano del hombre viajero y adicto a
las damas, no entiende de lágrimas, ni de sufrimientos, y mucho menos
comprende, ni quiere saber nada de sacrificios. Para él lo más fácil y
sencillo es buscarse a una mujer alegre que le satisfaga en todo
sentido sus necesidades emocionales,
fisiológicas, psicológicas, orgánicas, etc. y casi nunca le gusta mirar
hacia atrás, ni recordar lo que ya dejó. ¿Por qué la mujer siempre
tiene que estar aferrada a los recuerdos y deseando con toda su alma
que regrese y la vuelvan a querer? ¡como si no hubiera más hombres en
el mundo!
Pienso que el amor no sólo es pasión y entrega, sino algo más que eso, es saber conservar la dignidad
y la vergüenza cuando a alguien ya no le interesamos como mujer, cuando
ya se acabó la química entre los dos, cuando ya se rompió el encanto de
otros tiempos, cuando ya no funciona la pareja como tal, cuando ya no
tienen nada que hacer juntos. Hay que alzar la cabeza y no abaratarse
rogando y suplicando ¡Vuélveme a querer!, como si lo pidiera como una
limosna, rebajándose, humillándose y perdiendo toda la dignidad y la
individualidad.
¿Hasta cuándo vamos a entender que
la dignidad también tiene su precio, y que si no lo pagamos cada una de
nosotras, entonces quién lo hará por nosotras? y si no es ahora
¿entonces hasta cuándo?