La culpa es un sentimiento de insatisfacción relacionado con algún hecho sucedido en el pasado. Este mecanismo sólo tiende a sacarnos de lo que realmente tenemos: el presente. El Dr. Wayne Dyer, en su libro “Tus Zonas Erróneas”, denomina a la culpa como “emocion inútil”. La culpa nos inmoviliza y nos quita fuerzas para afrontar lo que estamos viviendo… no es más que una forma de escapismo.
Piénsalo un instante: que te sientas mal por un hecho que ya pasó, ¿cambiará en algo lo sucedido? ¿Cuál es el fin de revivir algo una y otra vez, castigándote y teniendo pensamientos tales como:
Ay, si hubiera hecho esto así …. en vez de como lo hice. Si yo no le hubiera contestado eso a mi madre, ella… No conseguí el empleo, la culpa es mía por haber (o no haber…) Yo debería haber hecho tal cosa… …¡Todo esto pasa por mi culpa!
¿Te das cuenta del mecanismo? Revives en el presente algo que te molestó del pasado, y eso te imposibilita disfrutar de este momento, o enfrentarte a él con toda tu energía. No me refiero a volver a situaciones vividas en las que consideramos que podríamos haber actuado de otro modo para aprender de ellas y que ese saldo positivo sea un estímulo en nuestro crecimiento personal. Me refiero a lacerarse o martirizarse por una conducta que tuvimos en el pasado, en lugar de adoptar una actitud más comprensiva y relajada.
La capacidad de sentir culpa la tenemos todos. Hay personas que no necesitan utilizarla, y otras que aprenden a desarrollarla en el entorno de su hogar. Hay familias de culposos, donde los niños, al recrear los patrones de conducta de sus padres, adoptan este mecanismo en forma sistemática. Culpan a otros por hechos de los que tendrían que hacerse responsables. O, peor aún, asumen todo lo que les pasa en la vida con culpa. Ellos causaron todos los males con su proceder (o con su no proceder). Estas personas llegan a experimentar culpa hasta por cosas sin sentido (¿Cómo se me ocurrió ir a la fiesta del sábado con esos zapatos? Me deben haber mirado todos, y hecho comentarios a mis espaldas… ¡Qué mal que me siento por eso! Si lo hubiera pensado mejor… si hubiera escuchado a…).
Esta conducta poco saludable bloquea las posibilidades de situarnos en el aquí y ahora con todas nuestras ganas y nuestra energía, y mostrar cuán capaces somos para enfrentar los retos de todos los días, así como también nos nubla la posibilidad de disfrutar de todo lo lindo que tenemos oportunidad de vivir cotidianamente.
Saludos
Mel.
Piénsalo un instante: que te sientas mal por un hecho que ya pasó, ¿cambiará en algo lo sucedido? ¿Cuál es el fin de revivir algo una y otra vez, castigándote y teniendo pensamientos tales como:
Ay, si hubiera hecho esto así …. en vez de como lo hice. Si yo no le hubiera contestado eso a mi madre, ella… No conseguí el empleo, la culpa es mía por haber (o no haber…) Yo debería haber hecho tal cosa… …¡Todo esto pasa por mi culpa!
¿Te das cuenta del mecanismo? Revives en el presente algo que te molestó del pasado, y eso te imposibilita disfrutar de este momento, o enfrentarte a él con toda tu energía. No me refiero a volver a situaciones vividas en las que consideramos que podríamos haber actuado de otro modo para aprender de ellas y que ese saldo positivo sea un estímulo en nuestro crecimiento personal. Me refiero a lacerarse o martirizarse por una conducta que tuvimos en el pasado, en lugar de adoptar una actitud más comprensiva y relajada.
La capacidad de sentir culpa la tenemos todos. Hay personas que no necesitan utilizarla, y otras que aprenden a desarrollarla en el entorno de su hogar. Hay familias de culposos, donde los niños, al recrear los patrones de conducta de sus padres, adoptan este mecanismo en forma sistemática. Culpan a otros por hechos de los que tendrían que hacerse responsables. O, peor aún, asumen todo lo que les pasa en la vida con culpa. Ellos causaron todos los males con su proceder (o con su no proceder). Estas personas llegan a experimentar culpa hasta por cosas sin sentido (¿Cómo se me ocurrió ir a la fiesta del sábado con esos zapatos? Me deben haber mirado todos, y hecho comentarios a mis espaldas… ¡Qué mal que me siento por eso! Si lo hubiera pensado mejor… si hubiera escuchado a…).
Esta conducta poco saludable bloquea las posibilidades de situarnos en el aquí y ahora con todas nuestras ganas y nuestra energía, y mostrar cuán capaces somos para enfrentar los retos de todos los días, así como también nos nubla la posibilidad de disfrutar de todo lo lindo que tenemos oportunidad de vivir cotidianamente.
Saludos
Mel.