La naturaleza femenina es un océano de posibilidades. No sé si se han dado cuenta de que una mujer tiene mil maneras para amar y elevar al hombre, pero también posee mil maneras para odiarlo y hasta para hacer caer a quien la ofende, la lastima, y le corta toda posibilidad de crecimiento o ascensión.
De cierta forma; esta conducta femenina, obedece a una poderosa razón:
"A la mujer le gusta SER, y no sólo FIGURAR, en la vida”
Pero… ¿A qué se debe entonces que a algunas mujeres les guste ser activas y a otras pasivas? Veamos esto detenidamente porque es muy importante entenderlo:
La mujer activa es energética, fuerte, luchadora, guerrera, amazona, triunfadora, difícil de controlar, nada la detiene, ni la aminora, ni la influye, ni la intimida. Ella se conduce con su propia bandera. La mujer activa, no necesita de la ayuda de nadie para salir adelante, incluso en los grandes retos y proyectos de su vida. Se viste de gala para ir corriendo hacia la vida con los brazos abiertos, no se sienta a esperarla, obviando su delicadeza, sus deberes, sus sentires, sus penas, sus tristezas, sus angustias y hasta sus inquietudes como mujer.
La mujer pasiva es todo lo contrario. Ella es serena, tranquila, confiada, indolente, rural, resignada, esperanzada a que sus compañeros de vida le acerquen todo para subsistir. Se da el lujo de cruzarse de brazos a esperar a que todo le caiga del cielo como por obra de magia. No está dispuesta al sacrificio porque ella se sabe protegida y de cierta forma necesitada y querida. Entonces esa clase de mujer, es etiquetada como la mujer “árbol”, porque le pueden salir raíces, y nada hace por evitar su pasividad que hasta al parecer disfruta al máximo.
¿Pero qué pasa cuando una mujer se descubre muchas personalidades, muchas formas de ser en su ser interior profundo? Unos días la mujer se quiere devorar al mundo de un sólo bocado y sin digerirlo, otros días no tiene ánimos de hablar con nadie, se aísla, se desaparece, se limita, se comprime y se deprime, se mutila ante todo y ante todos, no quiere saber de nada, ni que nadie le hable, pierde el rumbo y el sentido de su propia vida.
O bien, aquella otra mujer que en el trayecto de su vida, se alimenta de ilusiones, de sueños y quimeras. Se convierte en una multifacética marioneta, para bailar al son que le toquen, cuando no se han tomado la molestia de descubrir qué clase de mujer vive y habita en su interior. Se vuelve tan superficial, cómoda y cínica que hasta se da el lujo de pensar: “Ni modo, así nací, así soy y ya no puedo cambiar”
Y la verdad de las cosas es que: ¡SI SE PUEDE CAMBIAR!… Sí se pueden quitar los obstáculos del camino para crecer y mejorar en todo sentido.
Entonces, hagamos un alto en el camino amigas queridas, les invito hoy, a la más profunda de todas las reflexiones.
Tratemos de encontrar las diferencias que se marcan entre ser una mujer activa en vez de ser pasiva, o una mujer fuerte, en vez de ser fortalecida. Es muy notorio cuando una mujer es superficial en vez de ser y mostrarse como una mujer profunda, reflexiva y altamente espiritual.
Recordemos siempre esta enseñanza que dice: “Una mujer fuerte no teme a nada, mientras que una mujer de fortaleza interna demuestra su valor, aún en medio del temor”.
De cierta forma; esta conducta femenina, obedece a una poderosa razón:
"A la mujer le gusta SER, y no sólo FIGURAR, en la vida”
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Pero… ¿A qué se debe entonces que a algunas mujeres les guste ser activas y a otras pasivas? Veamos esto detenidamente porque es muy importante entenderlo:
La mujer activa es energética, fuerte, luchadora, guerrera, amazona, triunfadora, difícil de controlar, nada la detiene, ni la aminora, ni la influye, ni la intimida. Ella se conduce con su propia bandera. La mujer activa, no necesita de la ayuda de nadie para salir adelante, incluso en los grandes retos y proyectos de su vida. Se viste de gala para ir corriendo hacia la vida con los brazos abiertos, no se sienta a esperarla, obviando su delicadeza, sus deberes, sus sentires, sus penas, sus tristezas, sus angustias y hasta sus inquietudes como mujer.
La mujer pasiva es todo lo contrario. Ella es serena, tranquila, confiada, indolente, rural, resignada, esperanzada a que sus compañeros de vida le acerquen todo para subsistir. Se da el lujo de cruzarse de brazos a esperar a que todo le caiga del cielo como por obra de magia. No está dispuesta al sacrificio porque ella se sabe protegida y de cierta forma necesitada y querida. Entonces esa clase de mujer, es etiquetada como la mujer “árbol”, porque le pueden salir raíces, y nada hace por evitar su pasividad que hasta al parecer disfruta al máximo.
¿Pero qué pasa cuando una mujer se descubre muchas personalidades, muchas formas de ser en su ser interior profundo? Unos días la mujer se quiere devorar al mundo de un sólo bocado y sin digerirlo, otros días no tiene ánimos de hablar con nadie, se aísla, se desaparece, se limita, se comprime y se deprime, se mutila ante todo y ante todos, no quiere saber de nada, ni que nadie le hable, pierde el rumbo y el sentido de su propia vida.
O bien, aquella otra mujer que en el trayecto de su vida, se alimenta de ilusiones, de sueños y quimeras. Se convierte en una multifacética marioneta, para bailar al son que le toquen, cuando no se han tomado la molestia de descubrir qué clase de mujer vive y habita en su interior. Se vuelve tan superficial, cómoda y cínica que hasta se da el lujo de pensar: “Ni modo, así nací, así soy y ya no puedo cambiar”
Y la verdad de las cosas es que: ¡SI SE PUEDE CAMBIAR!… Sí se pueden quitar los obstáculos del camino para crecer y mejorar en todo sentido.
Entonces, hagamos un alto en el camino amigas queridas, les invito hoy, a la más profunda de todas las reflexiones.
Tratemos de encontrar las diferencias que se marcan entre ser una mujer activa en vez de ser pasiva, o una mujer fuerte, en vez de ser fortalecida. Es muy notorio cuando una mujer es superficial en vez de ser y mostrarse como una mujer profunda, reflexiva y altamente espiritual.
Recordemos siempre esta enseñanza que dice: “Una mujer fuerte no teme a nada, mientras que una mujer de fortaleza interna demuestra su valor, aún en medio del temor”.