Ninguna de las dos se dan por vencidas, la amante con la esperanza que él un día deje definitivamente a su mujer, y la esposa gritando a los cuatro vientos que ella es la que tiene todos los derechos por eso, y ella espera que deje a la amante, pero el hombre no deja a ninguna de las dos y en vez de ser castigado por la mala acción, es festejado por las dos que lo atienden a cuerpo de rey, disputándoselo como si un hombre así, valiera tanto la pena.
¿Pero alguien ha pensado en los hijos, en los de ambas mujeres?
¿Han pensado en la ansiedad que esto genera? Los hijos necesitan y tienen todo el derecho de saber qué es lo que esta pasando, ¿pero qué explicación se les puede dar a los hijos de la casa y a los hijos extramatrimoniales? (en algunas sociedades les llaman: hijos bastardos)
Creo que la pregunta correcta seria:
¿Qué hijos son los de la casa, y quienes son los hijos bastardos?
Si después de todo, los dos grupos tienen un padre a medio tiempo…
¡Pero lo tienen! y los hijos tienen el mismo derecho a tener a su padre. Conocí un caso muy de cerca, un caso por demás patético. Durante mucho años él sostuvo relaciones con dos mujeres, tomó lo que le era ofrecido por
ambas partes una era la esposa, l a otra era la amante y con ese estatus vivieron las dos, o mejor dicho los tres, algunos años y muchos hijos después, él dejo a la amante, pero con ella también dejó a los hijos que nacieron por la irresponsabilidad y el capricho de dos mujeres que egoístamente sólo pensaron en ellas, mientras él, más cínico y egoísta aún, viajaba constantemente de una casa a la otra.
Veámoslo desde el punto de vista económico, ¿a cual de las dos mujeres mantiene mejor? Y lo que es peor, a quién de todos los hijos provee de las necesidades diarias, ese hombre necesitaría de una entrada de dinero superextra, si se toma en cuenta que estamos hablado de un número de hijos que pasa de dos, tres y muchas veces, mucho más que eso, ¿a quién si a alguno, se les dará una carrera profesional?
Pero ninguna de las dos madres reclaman sus derechos, (como siempre) porque “temen perderlo” porque en lo que menos piensan es en el bienestar de los hijos, porque lo más importante para ellas es mantener a su hombre, no importa las condiciones de negligencia o desintegración familiar, en que los hijos están creciendo.
Si, es cierto que la esposa, al final pudo ostentar su “triunfo” el esposo por fin es para ella sola, después de muchos años, no existe más una rival, no está más el sobresalto de saberlo en brazos de la otra. ¿pero y los hijos? ¿Cómo podrán reparar el daño psicológico? Fueron muchos años con esa sensación de abandono, de sentir que no le importaron ni a un padre ni a una madre que egoístamente sólo pensaron en ellos mismos.
¿Y qué hay acerca de los otros hijos que a parte del daño emocional ahora se quedan preguntando dónde está su papá? Y la amante que por muchos años se le olvidó en dónde terminó el amor y en dónde empezó el capricho, se queda sola, arrepentida y destrozada por el abandono de quien pensó que era el amor de su vida, o así lo quiso pensar, años de juventud idos, ilusiones y sueños marchitos y lo que es peor, con hijos que no sólo no tuvieron la culpa de sus malas decisiones, pero están pagando las consecuencias de los caprichos de una madre que decidió “pelear” por un hombre que finalmente no valía la pena.
Al final, no hubo ganadora, sólo hay dos mujeres frustradas que desperdiciaron los mejores años de su vida, pero lo que es peor, quedaron dos grupos de hijos, tratando de encontrar respuestas a sus interrogantes, entre ellas, ¿por qué no tuvieron una familia normal? Tres adultos, un hombre y dos mujeres irresponsables y muchos niños que al final, fueron los más dañados.