LO lei amigas y quise compartirlo con ustedes Besitos
¿Dejarías todo por amor?
Sacrificarse por la persona que amas es un acto muy bonito y, sin duda, el
mejor final para una película romántica. Sin embargo, cuando hay que llevarlo a
la práctica no es tan sencillo ni, en muchos casos, tan recomendable. Los
psicólogos, entre ellos Walter Riso, autor de Amar o depender,
previenen ante decisiones dictadas sólo por un corazón enamorado: “La cultura
occidental ha hecho del amor un mito que todo lo justifica y todo lo puede,
pero el reino del amor es el que más lágrimas ha derramado. Por eso, hay que
mantener los pies en la tierra y tomar las decisiones con cabeza. De lo
contrario, el amor engendra una dependencia nefasta que contamina la relación”.
Si aun así decides dar el paso, recuerda que, aunque te mueva una pasión
desenfrenada, tiene que ser una decisión meditada. Según Paloma Gascón,
psicóloga especializada en pareja, “una relación buena justifica muchos
sacrificios. Hoy en día se valoran las relaciones personales y de pareja, pero
no siempre se está dispuesto a renunciar a una carrera profesional, a dejar
atrás a la familia y los amigos”. Mantiene la psicóloga que existen tres
pilares básicos en la vida de las personas: la pareja, el trabajo y los
valores o la espiritualidad. ¿Qué es lo que pesa más en tu balanza?
Los expertos no se cansan de repetirlo: la decisión debe ser muy
meditada. Nunca hay que tomarla en momentos de euforia o cuando todo
es idílico, ni tampoco en una relación incipiente.
Durante los primeros meses aún no contamos con suficiente información como
para valorar un cambio de vida. En estos casos, dar un cambio de 180 grados es
ilógico. Existe un riesgo muy alto de que la relación fracase al primer mes de
convivencia. Por lo tanto, para que luego no haya que pasar por el trauma de la
separación o la sensación de fracaso, hay que retrasar este tipo de decisiones
y tomarlas una vez que la relación esté consolidada.
Los arrebatos, para el
cine. Otro factor a tener en cuenta es el grado de madurez personal de cada
uno. Nada baladí porque es vital para saber diferenciar un enamoramiento en
toda regla de un capricho pasajero y así decidir con madurez y buen criterio.
Una decisión tomada a la ligera puede amargarnos la existencia.
Y, ojo, sé consecuente. Es importante que la persona que va tras la estela
del otro, no asuma el papel de mantenido. Nada de ir de víctima y echarle en
cara al otro todo lo que has dejado atrás. Un cambio de vida, a veces, es muy
bueno para la relación de pareja. Es como empezar de cero, un proyecto en común
con nuevas ilusiones y metas que alcanzar. Hay que vivirlo con optimismo, como
si fuera una inyección de energías renovables.
¿Dejarías todo por amor?
Sacrificarse por la persona que amas es un acto muy bonito y, sin duda, el
mejor final para una película romántica. Sin embargo, cuando hay que llevarlo a
la práctica no es tan sencillo ni, en muchos casos, tan recomendable. Los
psicólogos, entre ellos Walter Riso, autor de Amar o depender,
previenen ante decisiones dictadas sólo por un corazón enamorado: “La cultura
occidental ha hecho del amor un mito que todo lo justifica y todo lo puede,
pero el reino del amor es el que más lágrimas ha derramado. Por eso, hay que
mantener los pies en la tierra y tomar las decisiones con cabeza. De lo
contrario, el amor engendra una dependencia nefasta que contamina la relación”.
Si aun así decides dar el paso, recuerda que, aunque te mueva una pasión
desenfrenada, tiene que ser una decisión meditada. Según Paloma Gascón,
psicóloga especializada en pareja, “una relación buena justifica muchos
sacrificios. Hoy en día se valoran las relaciones personales y de pareja, pero
no siempre se está dispuesto a renunciar a una carrera profesional, a dejar
atrás a la familia y los amigos”. Mantiene la psicóloga que existen tres
pilares básicos en la vida de las personas: la pareja, el trabajo y los
valores o la espiritualidad. ¿Qué es lo que pesa más en tu balanza?
Los expertos no se cansan de repetirlo: la decisión debe ser muy
meditada. Nunca hay que tomarla en momentos de euforia o cuando todo
es idílico, ni tampoco en una relación incipiente.
Durante los primeros meses aún no contamos con suficiente información como
para valorar un cambio de vida. En estos casos, dar un cambio de 180 grados es
ilógico. Existe un riesgo muy alto de que la relación fracase al primer mes de
convivencia. Por lo tanto, para que luego no haya que pasar por el trauma de la
separación o la sensación de fracaso, hay que retrasar este tipo de decisiones
y tomarlas una vez que la relación esté consolidada.
Los arrebatos, para el
cine. Otro factor a tener en cuenta es el grado de madurez personal de cada
uno. Nada baladí porque es vital para saber diferenciar un enamoramiento en
toda regla de un capricho pasajero y así decidir con madurez y buen criterio.
Una decisión tomada a la ligera puede amargarnos la existencia.
Y, ojo, sé consecuente. Es importante que la persona que va tras la estela
del otro, no asuma el papel de mantenido. Nada de ir de víctima y echarle en
cara al otro todo lo que has dejado atrás. Un cambio de vida, a veces, es muy
bueno para la relación de pareja. Es como empezar de cero, un proyecto en común
con nuevas ilusiones y metas que alcanzar. Hay que vivirlo con optimismo, como
si fuera una inyección de energías renovables.