Qué ganas de saber cuándo es el momento adecuado para hacer algo, no?
Cuándo es el momento adecuado para iniciar una relación de pareja?
Cuándo es el momento adecuado para casarse?
Cuándo es el momento adecuado para terminar una relación de noviazgo o tramitar un divorcio?
Cuándo es el momento adecuado para iniciar un negocio?
Cuándo es el momento adecuado para tener un hijo?
Cuándo es el momento adecuado para dejar que un hijo salga de casa?
etc., etc.
Respuestas:
Cuando no estés enfermo, es el mejor momento para cuidar tu alimentación y hacer ejercicio. Cuando no te sientas solo es el mejor momento para procurarte un espacio de soledad. Cuando no necesites de alguien, es el mejor momento para ver a ese alguien. Cuando no necesites dinero, es el mejor momento para hacerlo. Cuando no necesites dar lo mejor de ti en tu trabajo, es el mejor momento para dar lo mejor de ti en él. Cuando no necesites ningún negocio, es el mejor momento para emprender uno.
¿Por qué pensé hoy en esto?
Porque me queda claro que sólo hay dos causas por las cuales hacemos lo que hacemos:
por inspiración o
por desesperación.
Y cuando no necesitamos de algo y aún así lo hacemos, muy posiblemente lo estamos haciendo por el enorme poder que tenemos y que está oculto dentro de nosotras mismas pero que sólo cobra vida al estar inspiradas.
Este poder lo he sentido un gran número de veces y sé perfecto de lo que te hablo. Este poder indescriptible, existe; ahí todo se hace fácil. En cambio, cuando sentimos la imperiosa necesidad de hacer algo, entonces solemos hacerlo a la fuerza por estar desesperadas sintiéndonos hasta abajo con el mundo encima e intentando salir de una montaña de tierra que sentimos sobre nuestros hombros, nuestra postura así la percibimos como extremadamente débil con respecto a los desafíos tan grandes que vemos encima nuestro; ahí todo se hace difícil.
Sin duda, el mejor momento para emprender un proyecto será cuando estés inspirada y no desesperada. Al que se desespera le gana al ansia, lo abruman los compromisos que siente encima, lo bloquean las prisas, se atropella en sus planes, hace lo que tiene que hacer con total desenfoque; se debilita y pierde. Por todo ello, lo que emprende no cristaliza en realidad aumentando así aún más su desesperación, cayendo en un deplorable y debilitante círculo vicioso. Su estado actual parece decirle: “Nunca lo vas a lograr”. Alguien así siente desde su exterior la causa para emprender la acción: razones que le imponen la vida o los demás. Se ve obligado.
Al que está inspirado le sucede una calma y quietud que aceleran todos los procesos, mantiene todo el tiempo su enfoque en lo que está realizando, obtiene resultados contundentes acompañados con una profunda sensación de realización personal acompasada de una singular alegría y emoción por existir. Su estado actual parece decirle: “Puedes lograr todo lo que te propongas”. Alguien así siente desde su interior la causa para emprender la acción: motivos que prefiere él mismo. Se ve responsabilizado.
Una persona desesperada, necesita;
una persona inspirada, prefiere.
Y la diferencia así es tajante en cuanto a calidad de vida se refiere.
Cuando alguien te ofrezca un negocio y tu creas no necesitarlo, ¡no lo rechaces! Es quizá tu mejor momento para hacerlo. Cuando alguien te proponga hacer alguna dieta y tú creas estar bien, ¡no la rechaces! Es quizá tu mejor momento para hacerla. Cuando la vida te proponga conocer a alguien y tú creas que no necesitas de nadie más, ¡no rechaces la propuesta! Es quizá tu mejor momento para ampliar tu mundo o conocer a esa persona tan maravillosa que en algún momento pensaste encontrar.
Cuando alguien te proponga un cambio y tú creas estar bien así como estás, ¡no lo rechaces! Es quizá tu mejor momento para probar algo nuevo. Te garantizo que si lo haces así, no habrá desesperación, sino te darás la sublime oportunidad de intentar un cambio en el mejor momento, esos momentos sin riesgo alguno, donde podrás preferir sin presiones de ningún tipo. Abrirás las puertas a la inspiración.
Piensa. ¿Por qué haces lo que haces? ¿Por inspiración o por desesperación? ¿Motivos o razones? ¿Debilitante obligación o responsabilidad? Tu estado actual te revelará la respuesta. Te invito a que emprendas la acción en el mejor momento: cuando no la necesites. Así te vas a adelantar a cualquier necesidad dándote la exquisita y enorme dicha de estar inspirada, de preferir pacíficamente.
Con cariño,
Mel.
Cuándo es el momento adecuado para iniciar una relación de pareja?
Cuándo es el momento adecuado para casarse?
Cuándo es el momento adecuado para terminar una relación de noviazgo o tramitar un divorcio?
Cuándo es el momento adecuado para iniciar un negocio?
Cuándo es el momento adecuado para tener un hijo?
Cuándo es el momento adecuado para dejar que un hijo salga de casa?
etc., etc.
Respuestas:
Cuando no estés enfermo, es el mejor momento para cuidar tu alimentación y hacer ejercicio. Cuando no te sientas solo es el mejor momento para procurarte un espacio de soledad. Cuando no necesites de alguien, es el mejor momento para ver a ese alguien. Cuando no necesites dinero, es el mejor momento para hacerlo. Cuando no necesites dar lo mejor de ti en tu trabajo, es el mejor momento para dar lo mejor de ti en él. Cuando no necesites ningún negocio, es el mejor momento para emprender uno.
¿Por qué pensé hoy en esto?
Porque me queda claro que sólo hay dos causas por las cuales hacemos lo que hacemos:
por inspiración o
por desesperación.
Y cuando no necesitamos de algo y aún así lo hacemos, muy posiblemente lo estamos haciendo por el enorme poder que tenemos y que está oculto dentro de nosotras mismas pero que sólo cobra vida al estar inspiradas.
Este poder lo he sentido un gran número de veces y sé perfecto de lo que te hablo. Este poder indescriptible, existe; ahí todo se hace fácil. En cambio, cuando sentimos la imperiosa necesidad de hacer algo, entonces solemos hacerlo a la fuerza por estar desesperadas sintiéndonos hasta abajo con el mundo encima e intentando salir de una montaña de tierra que sentimos sobre nuestros hombros, nuestra postura así la percibimos como extremadamente débil con respecto a los desafíos tan grandes que vemos encima nuestro; ahí todo se hace difícil.
Sin duda, el mejor momento para emprender un proyecto será cuando estés inspirada y no desesperada. Al que se desespera le gana al ansia, lo abruman los compromisos que siente encima, lo bloquean las prisas, se atropella en sus planes, hace lo que tiene que hacer con total desenfoque; se debilita y pierde. Por todo ello, lo que emprende no cristaliza en realidad aumentando así aún más su desesperación, cayendo en un deplorable y debilitante círculo vicioso. Su estado actual parece decirle: “Nunca lo vas a lograr”. Alguien así siente desde su exterior la causa para emprender la acción: razones que le imponen la vida o los demás. Se ve obligado.
Al que está inspirado le sucede una calma y quietud que aceleran todos los procesos, mantiene todo el tiempo su enfoque en lo que está realizando, obtiene resultados contundentes acompañados con una profunda sensación de realización personal acompasada de una singular alegría y emoción por existir. Su estado actual parece decirle: “Puedes lograr todo lo que te propongas”. Alguien así siente desde su interior la causa para emprender la acción: motivos que prefiere él mismo. Se ve responsabilizado.
Una persona desesperada, necesita;
una persona inspirada, prefiere.
Y la diferencia así es tajante en cuanto a calidad de vida se refiere.
Cuando alguien te ofrezca un negocio y tu creas no necesitarlo, ¡no lo rechaces! Es quizá tu mejor momento para hacerlo. Cuando alguien te proponga hacer alguna dieta y tú creas estar bien, ¡no la rechaces! Es quizá tu mejor momento para hacerla. Cuando la vida te proponga conocer a alguien y tú creas que no necesitas de nadie más, ¡no rechaces la propuesta! Es quizá tu mejor momento para ampliar tu mundo o conocer a esa persona tan maravillosa que en algún momento pensaste encontrar.
Cuando alguien te proponga un cambio y tú creas estar bien así como estás, ¡no lo rechaces! Es quizá tu mejor momento para probar algo nuevo. Te garantizo que si lo haces así, no habrá desesperación, sino te darás la sublime oportunidad de intentar un cambio en el mejor momento, esos momentos sin riesgo alguno, donde podrás preferir sin presiones de ningún tipo. Abrirás las puertas a la inspiración.
Piensa. ¿Por qué haces lo que haces? ¿Por inspiración o por desesperación? ¿Motivos o razones? ¿Debilitante obligación o responsabilidad? Tu estado actual te revelará la respuesta. Te invito a que emprendas la acción en el mejor momento: cuando no la necesites. Así te vas a adelantar a cualquier necesidad dándote la exquisita y enorme dicha de estar inspirada, de preferir pacíficamente.
Con cariño,
Mel.