AMANTE… palabra fuerte, sin duda alguna, llena de connotaciones de todo tipo. Eso es lo que soy, no me vanaglorio de eso ni me siento orgullosa, aunque admito que no me avergüenza ni me crea ninguna clase de conflicto. Francamente la opinión de la sociedad me tiene muy sin cuidado, vivo plena e intensamente cada momento sin detenerme a escuchar lo que esta bien o mal dentro de parámetros ajenos.
No soy nueva en esto, a decir verdad prácticamente todas mis relaciones han sido con hombres casados, sólo una ha sido con un hombre soltero… que se convirtió en casado al poco tiempo, así sin decirme nada. No lo he buscado así, no tengo ninguna enferma fijación con los hombres comprometidos, simplemente se ha dado.
He sido feliz con algunos, me he enamorado, he llorado en determinado momento… pero todo eso pasó como todo finalmente llega a su fin. Han sido grandes experiencias que me llenan de satisfacción. Pero siempre con la conciencia de que tiene fecha de caducidad, de que él jamás se divorcia y que cada noche regresa al lado de su esposa.
No soy una espectacular belleza, ni poseo un cuerpo perfecto y tentador… tengo bastantes kilos de más y una seguridad enooorme para saberme sexy aún con ellos. Tengo estrías y celulítis, pero son completamente invisibles para mi amante cuando recorre mi cuerpo desnudo con sus labios. No tengo una sedosa y larga cabellera, la verdad si encuentro tiempo para visitar la estética una vez cada dos meses me doy por bien servida. Trabajo como enajenada (para las que dicen que ellos nos mantienen, lamento destruir su estereotipo de la amante interesada) todo el día para tener independencia financiera y llego muerta de cansancio a casa sin más deseos que tirarme en la cama a dormir, pero si me llama el hombre en turno para pedirme una sesión de sexo matutino me tiene más que dispuesta… aunque sacrifique un par de horas de sueño.
Me agrada conversar, escuchar al hombre que esta a mi lado; pero si no me agrada lo que me dice o si estoy en desacuerdo no dudo en decírselo, que para eso pidió mi opinión. Jamás acoso ni por teléfono ni en persona, si le interesa verme él se pone en contacto y si no, pues siempre están los amigos para pasar un buen rato.
No me quedo en casa sentada a esperar que él llegue o me llame, al contrario me gusta salir de fiesta y si hay me dan ganas de acostarme con alguien más lo hago y punto. Ya me imagino dando explicaciones a un hombre a estas alturas de mi vida… tengo 26 años y sé lo que quiero.
Mi lema: TU ESPOSA, ES TU PROBLEMA. No el mío así que más vale que no me moleste por que tengo la dignidad suficiente para no pelear por un pene. Los ruegos y la falta de amor propio se los dejo a ellas, yo me quedo con mi libertad y tranquilidad que ya bastantes melodramas hay en la tv.
Amorosa, sufrida, abnegada, comprensiva, complaciente, maternal, discreta, ahorrativa, sensible, tierna, aduladora, casi virginal, dispuesta a sacrificar todo por su familia… esa es la esposa. Yo no tengo complejo de alfombra y tengo muy claro que primero estoy yo, luego yo y por ultimo yo.
No me interesa convertirme en la ESPOSA DE, me horroriza la posibilidad de perder mi identidad y convertirme en la gris extensión de alguien más. La sola idea de compartir mi cama con alguien más toda la noche durante el resto de mi vida me pone realmente mal.
Imperiosa, colérica, irascible, extrema en todo, con una imaginación disoluta como nunca se ha visto, atea al punto del fanatismo, ahí me tenéis en una cáscara de nuez… Mátenme de nuevo o tómenme como soy, porque no cambiaré.