Bien nos ha enseñado la historia, la ciencia y la idiosincrasia, que para los hombres es más difícil expresar sus emociones por medio de llanto; el silencio, el aislamiento o incluso la violencia son maneras más comunes entre los hombres para manifestar sentimientos que comúnmente en las mujeres ocasionan el llanto. De acuerdo con el libro “El lenguaje de las lágrimas” de Jeffrey Kottler, experto en psicología y educación de la California State University, la probabilidad de que los hombres lloren en respuesta a situaciones en que también llorarían las mujeres se limita a dos casos: la muerte de un ser querido y una experiencia religiosa conmovedora.
Sin embargo, de vez en cuando los hombres también lloran en situaciones de crisis y lo mejor que se puede hacer en esos casos es abrazar, manifestar apoyo y afecto, en vez de juzgar con el peso de la tradición su “falta de hombría” o su debilidad. Lucrecia Maldonado en su artículo “Las lágrimas: ese misterioso país”, afirma que “se puede pensar que un hombre que llora en momentos de crisis no está cumpliendo a cabalidad con sus funciones de proveedores y sobre todo de protector y coordinador del núcleo familiar. Sus lágrimas, a más de considerarse inútiles, pueden ser interpretadas como una actitud de huida, o como un estorbo cuando hace falta que alguien actúe”.
Frente a un hombre que llora, el soporte emocional es fundamental pues ya suficiente trabajo les cuesta soltar un par de lágrimas y en vista del peso cultural es posible que se puedan sentir vulnerables o tontos al hacerlo. En toda coyuntura es más valiosa una propuesta de solución y una actitud segura y positiva, que cualquier pensamiento apocalíptico; si tu hombre presenta un momento emocional debes demostrar la solidez de tu apoyo.
Como bien lo expresó Jeffrey Kottler, “casi todos los hombres tienen dentro de sí la capacidad para hablar profundamente a través de las lágrimas; sólo hay que saber escucharlas”.
Mi hombre nunca llora
Recurrir al llanto suele ser un comportamiento más recurrente en el sexo femenino, no como símbolo de debilidad, sino como resultado de un funcionamiento diferente. El psicoanalista francés, autor de El sexo en las emociones, explica que “las lágrimas son la expresión de sentimientos. Si bien tanto hombres como mujeres experimentan las mismas emociones, su manifestación es diferente, por motivos fisiológicos y culturales. La testosterona, hormona masculina, es contraria a la expresión de los sentimientos bajo la forma de llantos. Los hombres expresarán, pues, sus angustias y contrariedades a través de la ira o el mutismo, mientras que las mujeres llorarán”.
No se trata de insensibilidad o desgano por parte de los hombres que no lloran ante una situación particular que para las mujeres puede ser tan conmovedora o irritante que las mueve hasta las lágrimas. Resulta que es muy frecuente que los hombres repriman las lágrimas para corresponder con los parámetros sociales; a cambio, presentan actitudes violentas como gritos o agresiones contra diferentes objetos o personas, lo cual, afirma Lucrecia Maldonado, también resulta intimidante y agotador.
Otra manifestación de las emociones por parte de los hombres es el mutismo. Justo en medio de una situación coyuntural ella pregunta ¿por qué no me dices nada?, ¿por qué eres tan insensible?, ¿no te importa lo que me pasa? Todos esos interrogantes no se resuelven con “a él no le importa”. Muchos expertos coinciden en que la mayoría de los hombres son más inseguros de lo que admiten y temen no mostrarse lo suficientemente valientes. El psiquiatra norteamericano Mark Goulston afirma que “el hombres sabe que su papel es proteger a su familia, arreglar lo que se descompone.
Cuando se siente incapaz de cumplirlo, prefiere callar y encerrarse en sí mismo”. Al respecto, el psicoanalista y filósofo David Tacey sostiene que si bien es cierto que por generaciones a los hombres se les ha condicionado para reprimir sus sentimientos y a comportarse según un modelo patriarcal, “es positivo el desarrollo de un movimiento de hombres ‘expresivos’ que persigue erradicar las prohibiciones y represiones convencionales y construir modelos de masculinidad nuevos, más afirmativos y plenamente humanos”.
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