1.Tener confianza en ti misma: Sentirte deseada de nuevo hace que te sientas guapa. ¡Y no estás dispuesta a que esa sensación desaparezca nunca más! Te cuidas y eso se nota. ¡Todo el mundo gana!
2. Una sexualidad desenfrenada: Sin ojos conocidos ni juicios morales, has decidido marchar en busca del placer. Cambiar de escenario, gozar, probar nuevas posturas... Todo vale y no dudas en dejarte llevar. Actualizas tu CV érotico.
3. Salpimentar al gusto: Una aventura es como añadir especias a la rutina diaria. Te levantas de buen humor, cantas en la ducha, imaginas nuevos y misteriosos lugares para verle y algún nuevo juego sexual, ¡sólo apto para dos! Vamos, que no te aburres.
4. Morder la manzana: Sólo con imaginar lo que pensarían algunas personas si descubrieran que llevas una doble vida, se te pone el vello de punta. Las dulces madres de las amigas de tu hija, tu estirado jefe o incluso tu amiga la liberal, que te considera una niña buena. ¡Estás hecha una rebelde!
5. Tener un secreto: Un amante es como un preciado tesoro que guardas en una caja fuerte y, ¡con candado! Lo amas de forma clandestina, es todo tuyo y nadie lo sabe. Es una sensación de vértigo agradable. Sonríes sola en metro, en la ducha o en el office de la oficina. ¡Has vuelto a la adolescencia!
6. Sensaciones olvidadas: Nada es seguro y todo es posible. La rutina no llega a instalarse en tu vida porque ningún día es igual que el anterior. Cada día es una sorpresa: citas improvisadas, encuentros placenteros... En resumen, te invade esa bomba de sensaciones típica del comienzo. ¡Todo es de color de rosa! Revivir esas primeras veces... también puede ser maravilloso.
7. Debilidad por la novedad: Nueva piel, nuevo perfume, nuevos gestos, nuevo cuerpo, nuevas conversaciones... ¡Todo huele a nuevo! Una invitación a lo inédito que te hace vibrar de emoción.
8. La reflexión: Esta pequeña o gran infidelidad te permite a la vez, enfrentarte a tus problemas y a los defectos de tu relación. Si lo que deseas es arreglar la situación, podrías plantearte asistir a terapia de pareja o, simplemente, iniciar una conversación constructiva con tu pareja.
2. Una sexualidad desenfrenada: Sin ojos conocidos ni juicios morales, has decidido marchar en busca del placer. Cambiar de escenario, gozar, probar nuevas posturas... Todo vale y no dudas en dejarte llevar. Actualizas tu CV érotico.
3. Salpimentar al gusto: Una aventura es como añadir especias a la rutina diaria. Te levantas de buen humor, cantas en la ducha, imaginas nuevos y misteriosos lugares para verle y algún nuevo juego sexual, ¡sólo apto para dos! Vamos, que no te aburres.
4. Morder la manzana: Sólo con imaginar lo que pensarían algunas personas si descubrieran que llevas una doble vida, se te pone el vello de punta. Las dulces madres de las amigas de tu hija, tu estirado jefe o incluso tu amiga la liberal, que te considera una niña buena. ¡Estás hecha una rebelde!
5. Tener un secreto: Un amante es como un preciado tesoro que guardas en una caja fuerte y, ¡con candado! Lo amas de forma clandestina, es todo tuyo y nadie lo sabe. Es una sensación de vértigo agradable. Sonríes sola en metro, en la ducha o en el office de la oficina. ¡Has vuelto a la adolescencia!
6. Sensaciones olvidadas: Nada es seguro y todo es posible. La rutina no llega a instalarse en tu vida porque ningún día es igual que el anterior. Cada día es una sorpresa: citas improvisadas, encuentros placenteros... En resumen, te invade esa bomba de sensaciones típica del comienzo. ¡Todo es de color de rosa! Revivir esas primeras veces... también puede ser maravilloso.
7. Debilidad por la novedad: Nueva piel, nuevo perfume, nuevos gestos, nuevo cuerpo, nuevas conversaciones... ¡Todo huele a nuevo! Una invitación a lo inédito que te hace vibrar de emoción.
8. La reflexión: Esta pequeña o gran infidelidad te permite a la vez, enfrentarte a tus problemas y a los defectos de tu relación. Si lo que deseas es arreglar la situación, podrías plantearte asistir a terapia de pareja o, simplemente, iniciar una conversación constructiva con tu pareja.