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El tazón de madera

3 participantes

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1El tazón de madera Empty El tazón de madera Jue 22 Nov 2012, 14:54

Andys

Andys
MEJOR POSTEADORA
MEJOR POSTEADORA

El tazón de madera 8050

Un viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años, ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.

La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil.

Los guisantes caían de su cuchara al suelo de y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación. "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente, derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo".

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer.

Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera.

De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio.

Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo.

Le preguntó dulcemente: "¿Qué estás haciendo?"

Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos."

Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla.

Las lágrimas rodaban por sus mejillas.

Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia.

Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos.

Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos.

Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben.

Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas.

Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su hijo.

Seamos constructores sabios y modelos a seguir.

2El tazón de madera Empty Re: El tazón de madera Jue 22 Nov 2012, 15:15

Lyme

Lyme
segundo grado
segundo grado

Interesante reflexión, pues también seremos ancian@s y dependeremos de los hijos.

3El tazón de madera Empty Re: El tazón de madera Jue 22 Nov 2012, 15:39

Jenny2626

Jenny2626
COLABORADOR ESPECIAL.
COLABORADOR ESPECIAL.

Que linda historia para reflexionar, Todos vamos para ancianos y No los gustaria que los trataran haci ya que uno da todo por ellos lo mejor y lo que mas puede. Los niños siempre son mas sabios que uno mismo todo lo miran lo prosesan y siempre tienen la razon, Por eso hay que darles buen ejemplo :) Gracias Por compartir esta historia de reflexion....

4El tazón de madera Empty Re: El tazón de madera Sáb 24 Nov 2012, 06:02

Lyme

Lyme
segundo grado
segundo grado

Os dejo otra historia para reflexionar sobre los ancianos y el trato que debe dárseles...


El joven cruel


En una misma casa vivían una anciana y un joven de muy malos modales y peores sentimientos. Cada vez que se cruzaba con la temblorosa y frágil mujer se burlaba de ella y a la menor ocasión la empujaba para hacerla caer. En público la ridiculizaba, y se mofaba de su apergaminado rostro y de sus encías desdentadas. Nunca perdía la oportunidad de mofarse de ella.

Y así iba sucediendo a lo largo de meses; pero la anciana tenía un nieto que había invertido muchos años en el estudio de las antiguas medicinas de Oriente. Nada había que desconociera sobre pócimas, ungüentos, bebedizos y plantas perturbadoras de la conciencia. Cuando el nieto regresó al pueblo para visitar a su abuela, los habitantes de la localidad le hicieron saber a qué clase de vejaciones y malos tratos estaba siendo sometida.

El nieto se sintió sobrecogido y experimentó una gran compasión hacia su abuela, pero como era fundamentalmente indulgente no quería vengarse del joven cruel, sino trazar un plan que pudiera darle una buena lección.

Cierto día, entró en la casa del joven despiadado y puso una sustancia especial en sus alimentos. Llegó la noche y el joven cenó de buena gana y se fue a dormir. Al alba se despertó y ya estaba en su mente imaginando nuevas burlas para provocar a la anciana, cuando, al intentar incorporarse al lecho, notó una gran debilidad, le faltaba la respiración y le dolían todos los huesos; apenas podía moverse y le costaba mucho fijar la vista. Pero ¿qué le estaba ocurriendo? Casi arrastrándose, extenuado y dolorido, logró llegar hasta el lavabo para asearse. Con horror, contempló su cara en el espejo. Un grito de espanto se escapó de su garganta: no era su rostro el que veía reflejado en el espejo, sino el de la anciana a la que tanto había maltratado. Pasado el primer momento de enorme angustia, se detuvo a contemplar esa cara: apreció una mirada apagada, contempló las profundas arrugas que surcaban la carne, la nariz afilada como un cuchillo, aquellas cejas casi ralas, las encías desdentadas, la vacilante mandíbula, los labios amoratados...Sin embargo, en esas facciones en las que el tiempo había dejado su inexorable huella también había mucho amor, paciencia y serenidad. Los ojos del joven empezaron a llenarse de lágrimas, la ternura afloró a su corazón y comprendió en un momento todo el mal que le había causado a la anciana. Por primera vez pudo ponerse en el lugar de la mujer y sintió un infinito cariño hacia ella.

Al cabo de unas horas, el efecto de la pócima desapareció, y el joven recuperó su aspecto habitual y su excelente vitalidad. Cuando ese día se cruzó con la anciana, se arrodilló ante ella y besó sus pies. Desde entonces, la anciana ganó un segundo nieto y el verdadero nieto se dijo a sí mismo: "Si en este mundo hubiera pócimas para cambiar a todas las personas aviesas, sería un verdadero paraíso".



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