Chicas, les comparto esta reflexión que me parece muy a doc para todas aquellas chicas que necesitan cerrar círculos. Por favor, leanlo y re-leanlo hasta que logren entenderlo, digerirlo y ojalá aplicarlo pronto en sus vidas.
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El pasado es parte de quienes somos, incluso los errores y sufrimientos del pasado lo son. Pero a veces le damos demasiada importancia al pasado y lo convertimos en nuestro eterno presente.
¿Por qué nos aferramos al sufrimiento?
¿Por qué no olvidamos? ¿Por qué nos seguimos comiendo la cabeza por el pasado?
Pero atrás no hay nada bueno ni rescatable,
atrás sólo hay heridas, olvido, dolor y la indiferencia de la persona que se fue. Y pese a todo, se han formado murallas en el alma de quien no quiere dejar el pasado ir.
¿Por qué seguir aferrándonos al sufrimiento? La vida es demasiado hermosa como para seguir sufriendo por lo pasado. Si nos pasamos el tiempo mirando atrás nos perderemos lo que está delante nuestro.
El amor, la alegría, los deseos de vivir… dejemos definitivamente atrás el dolor y las ganas de no seguir viviendo. De eso créanme, ya hemos tenido suficiente. No tiene sentido querer retomar lo que dejamos atrás. El renunciar es más digno, debemos amarnos a nosotras mismas más, lo suficiente como para no permitir que sigamos encerradas en esos barrotes del pasado.
El pasado ya pasó y nadie ni nada lo podrá cambiar, el presente está delante con muchas puertas abiertas para reír, para amar y ser amadas. Hay lugar para que llegue la persona adecuada a nuestras vidas, hay lugar para esos deseos de ser amadas.
¿Por qué negarnos a ser felices? ¡Basta! ¡Basta de pensamientos que destruyen el alma y los sentimientos! Todo esto sólo provoca que nos convirtamos en nada o en nadie, así que ánimo, hay mucho más por lo cual vivir, conocer y descubrir. Queda mucho por descubrir dentro de cada una de nosotros, mucho más que aún podemos hacer y dar… Dar, sí, dar, esa acción que nos hace más nobles y dignas.
Cuando se cierra una puerta, otra se abre.
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El pasado es parte de quienes somos, incluso los errores y sufrimientos del pasado lo son. Pero a veces le damos demasiada importancia al pasado y lo convertimos en nuestro eterno presente.
¿Por qué nos aferramos al sufrimiento?
¿Por qué no olvidamos? ¿Por qué nos seguimos comiendo la cabeza por el pasado?
Pero atrás no hay nada bueno ni rescatable,
atrás sólo hay heridas, olvido, dolor y la indiferencia de la persona que se fue. Y pese a todo, se han formado murallas en el alma de quien no quiere dejar el pasado ir.
¿Por qué seguir aferrándonos al sufrimiento? La vida es demasiado hermosa como para seguir sufriendo por lo pasado. Si nos pasamos el tiempo mirando atrás nos perderemos lo que está delante nuestro.
El amor, la alegría, los deseos de vivir… dejemos definitivamente atrás el dolor y las ganas de no seguir viviendo. De eso créanme, ya hemos tenido suficiente. No tiene sentido querer retomar lo que dejamos atrás. El renunciar es más digno, debemos amarnos a nosotras mismas más, lo suficiente como para no permitir que sigamos encerradas en esos barrotes del pasado.
El pasado ya pasó y nadie ni nada lo podrá cambiar, el presente está delante con muchas puertas abiertas para reír, para amar y ser amadas. Hay lugar para que llegue la persona adecuada a nuestras vidas, hay lugar para esos deseos de ser amadas.
¿Por qué negarnos a ser felices? ¡Basta! ¡Basta de pensamientos que destruyen el alma y los sentimientos! Todo esto sólo provoca que nos convirtamos en nada o en nadie, así que ánimo, hay mucho más por lo cual vivir, conocer y descubrir. Queda mucho por descubrir dentro de cada una de nosotros, mucho más que aún podemos hacer y dar… Dar, sí, dar, esa acción que nos hace más nobles y dignas.
Cuando se cierra una puerta, otra se abre.