-¿Y bien, Dios mío, cómo me toparé con el amor de mi vida?
-¿De verdad quieres saber cómo? En primer lugar, no tendrás que toparte con él. He tratado de mandarte todas mis bendiciones, de manera suave, perfecta, dulce y sutil. No puedo permitir que llegue tan recio como el "toparte" con algo o con alguien; eso causa impacto, pero no te envuelve el corazón.
-Entonces ¿estás diciendo que no aparecerá como por arte de magia?
-Algo así, porque amar sí es un arte, y el amor desprende cierta magia, pero esa persona que llegue a tu vida no es producto de la imaginación, ni aparece de la nada, él como tú, forman parte de un universo y sus vidas han sido entrelazadas y cuando te encuentres con esa persona, notarás que algo de él te ha acompañado siempre. Sospechas que se parece en algo a lo que siempre deseaste, es tan lógico, hija mía, pues son el complemento uno del otro. Me susurraste tan quedito, tu deseo tan profundo de estar con él, que no hice más que cumplir el deseo de tu alma, pues él también deseaba alguien como tú.
-Pero, ¡qué va!, tu haz de darme una señal para estar presentable, maquillarme o vestirme de la forma adecuada; tiene que verme guapa.
-¿Todavía sigues pensando en que lo que tus ojos pueden ver, es lo que lo hará acercarse a ti? De ser así, no estás preparada, pero yo sé que no es así, la vida te ha hecho valorarte de manera que nadie puede saber lo guapa que eres, más que tu misma. La pureza de tu alma te da cierto brillo en los ojos, que atraería una montaña si así lo quisieras, porque en tus ojos hay fe, porque en tus ojos está el reflejo de todo tu interior. Tu estás lista así como estás en este preciso momento. Aquel par de ojos aún sigue tratando de encontrarse contigo, mientras tu, espera paciente, que nunca estuvo bien apresurar las cosas.
-Pero, ¿está lejos, puedo verlo ahora a mi alrededor, a la vuelta de la esquina? Dime dónde Dios mío, ¡dímelo por favor!
-Sé paciente hija mía, siempre fue de sabios saber esperar.
-Solo puedo decirte que puede estar cerca de ti, tan cerca como centímetros o metros, o tan lejos que los separen kilómetros, es por ello que te suplico dar amor, cariño, una sonrisa amable y tu buena voluntad a cada persona que llegue a tu vida. No vaya a ser que atropelles lo que más has deseado en el trayecto; no vaya a ser que te ciegue la desesperanza a tal grado que no puedas entender que cuando tú buscas una respuesta en la luna, la tengas a tu costado. Eso sería alejarte de mí y de lo que he reservado para ti.