¿La bruja del cuento de hadas o la mejor amiga de tu relación? Cualquiera de las dos versiones sería una exageración, pero que la figura de la suegra tiene su secreto, lo tiene. Amorosa, cantaletuda, malhumorada, consentidora o celosa... te puedes topar con cualquiera. Es hora de ponerte en posición de combate, pero con inteligencia.
Es el día de conocer a la que puede convertirse en tu piedra en el zapato: tu nueva suegra. Todas las expectativas giran en torno a tal magno encuentro. Tus manos sudan, tu corazón late a mil y no puedes hacer otra cosa sino imaginarte cómo “la otra” hará tu vida imposible. No es tan malo, pero si no lo sabes manejar, sí será una carga más en tu relación.
Las suegras no son los ogros como las describen las leyendas urbanas, pero sí son de tratar con pinzas si quieres ganarte su afecto, su aprobación, o, por lo menos, que no se convierta en tu espía personal.
• Su casa no es tu casa: Puertas afuera de la habitación de tu novio, la cosa es otro cuento. Si estás de paso por su casa, recuerda: el anfitrión es el que manda, tú apenas eres un visitante casual. En su territorio son sus reglas las que valen. Respeta los espacios, sé educada y ordenada, haz buena cara, deja soltar de vez en cuando uno que otro piropo que elogie la decoración de la sala o la cocina, colabora cuando sea necesario con uno que otro quehacer hogareño: si te invitan a comer, lo mínimo es que recojas los platos o que ayudes a poner la mesa. Para una madre no hay peor mujer para su hijo que una conchuda y perezosa.
• Cuida tu lenguita: A cuidar las palabras, tanto ella como tú. Nada de sarcasmos que propicien el conflicto y menos adjetivos descalificativos que den una señal de irrespeto, ni siquiera cuando estás a solas con tu pareja, esto podría ser peor. A nadie le gusta que hablen mal de la gente que quiere, aunque la culpa no sea tuya. Dialoga de frente con tu novio cuando te sientas incómoda y deja que él sea el intermediario. Tampoco permitas que su posición de madre le dé derecho a tratarte despectivamente, a darte órdenes o a ser agresiva cuando se dirige hacia ti.
• Tenerla en cuenta: La diplomacia ante todo. Cuando entres en confianza, será momento de incluir a la familia de tu pareja en cuanto evento importante se te presente, y la suegra debe encabezar la lista de invitados. Si ella se siente excluida, empezará a escupir frases como “Esa niña no me trae buen espina”, “¿y es que acaso yo estoy pintada en la pared?”, “¿Acaso tiene algo que ocultar?”. Si la familiarizas con tus asuntos y gente cercana a ti, se sentirá en confianza y la “perseguidora” será cada vez menos. Un punto para ti.
• Tu nueva mejor “amiga”: Comparte con ella, pasen un tiempo juntas tanto fuera como dentro de su casa. Invítala a comer algo de vez en cuando, pídele uno que otro consejo (así no lo necesites) y hazle creer que necesitas un poco de su sabiduría y que la escuchas con atención. En los paseos familiares, pasa un tiempo con ella. Cuando llames a su casa, sé cordial y pregúntale por su vida y sus cosas, eso les encanta, aunque muy en sus adentros sepan que estás de lame suelas.
• Ignora, respira y sonríe: Momentos incómodos en los que un comentario de mal gusto saldrá a la luz en plena reunión familiar, en un almuerzo casual o en una fiesta. Siempre y cuando no pase a la grosería o a la agresión verbal, deja que ella solita se ría de sus chistes malos o de sus indirectazos venenosos. Tú siempre serás la dama, el ejemplo en sociedad, la que juega sus cartas inteligentemente y no deja afectarse por cualquier dardo verbal. Eso demuestra madurez y compostura. Respira hondo y saca a relucir tu hermosa sonrisa. Cuando sean demasiado entrometidas, simplemente no le des pié a que se meta en tu vida: no le cuentes cosas personales, no recalques los defectos de su hijo, no le contestes de mala manera (eso es como gasolina para ellas), o el mejor remedio de todos, ignórala.
• Tu novio el conciliador: Nunca pongas a tu pareja en la mitad de tus malas relaciones con tu suegra, solo lo pondrás en una situación incómoda y la pelea puede ser peor. Si la cosa se vuelve fea y definitivamente no hay feeling entre ustedes dos, pídele consejos a tu novio o esposo, él mejor que nadie conoce a su madre y sus puntos débiles. Trata de compartir con tu suegra los mismos espacios solo si es estrictamente necesario.
• Ranchos aparte: Si has pasado todos los obstáculos y parecen soportarse mutuamente, ni se te ocurra caer en el error de vivir con tus suegros: el ogro hará aparición y te chupará la sangre. Marcar territorio será una batalla campal ya sea que ella se vaya para tu hogar o debas empacar maletas e irte a vivir al de ella. Sus necesidades, relaciones y privacidad son totalmente diferentes, no le busques pelos al gato...o a la fiera.
Fuente: Fucsia.