Pegando los pedacitos
“Dejas a tu pareja, o ella te deja, porque llega un momento en que no quieres seguir aguantando ni lo que ves en aquella persona, ni lo que sientes. A nadie le gusta vivir perdiendo desde por la mañana hasta por la noche y de enero a diciembre. Algunas personas, muchas que lástima, duran toda una vida diciéndose que ya no lo soportan y nunca dan el paso. Otras demoran unos años más de lo que aconseja la cordura y otras, muy pocas, inteligentes y bien valoradas por sí mismas, reconocen a la perfección los límites de la tolerancia y el plazo cumplido de las promesas de cambio”.
La sicoterapeuta María Cecilia Betancur escribió El corazón herido (Editorial Norma), que incluye remedios para el dolor y ejercicios para el olvido, buscando que las víctimas de la “tusa” (término que ella jamás utiliza) recorran con éxito el camino de la sanación emocional. Extractamos algunos apartes, pues siempre viene bien dar el primer paso en el proceso de reparar y fortalecer un corazón roto.
DOLOR Y REALIDAD
La doctora Betancur asegura que inmediatamente después de la ruptura definitiva llega la desesperación en forma de necesidad compulsiva de “hacer algo” para cambiar las cosas. “De pronto, te aferras a la esperanza, a la idea de que el amor ido no estaba tan seguro de querer separarse de ti, que no ha dejado la puerta cerrada del todo”.
Entonces usted piensa en llamarlo, enviarle un correo electrónico, quizás esperarlo a la salida de la oficina…, ¡tienen que hablar! Para su sorpresa, él no está confundido. De verdad quiere acabar con la relación, cerrar esa puerta y botar la llave.
“Pese al sufrimiento que entraña, lo que sientes es “normal” para las circunstancias. Tarde o temprano se irá produciendo la reorganización de las ideas y la clarificación de los sentimientos. No tiene ninguna justificación seguir más de cuatro, seis meses, un año, a lo sumo, abatido por la pesadumbre, hundido en la depresión o movido por la obsesión de atrapar el bien perdido o de cobrar venganza por su abandono. ¿Qué hacer entonces? Por ahora dos cosas: admitir el dolor y aceptar tu realidad. Saldrás de ese dolor, te lo aseguro, pero, como la secundaria, no puedes saltártela antes de llegar a la universidad”, escribe la experta.
María Cecilia asegura que una persona cuya relación ha terminado, es blanco de varias creencias que le causan mucho daño y las cuales provienen del corazón. La sicóloga explica por qué es tan absurda cada una de ellas. Veamos algunas:
“Perdí a una persona incomparable”
“Más vale apreciar al que se ha ido. No quitarle meritos y tampoco endiosarlo. Y mejor aún, con fines de desencanto, traer a la memoria las imperfecciones más relevantes de su personalidad, las fallas de su comportamiento, los momentos más desagradables y penosos que pasaste por cuenta suya, las experiencias enriquecedoras que no pudiste tener a su lado, y lo bueno de tu personalidad y tus costumbres que tuviste que abandonar por convivir con aquella persona”.
“No debió hacerme lo que me hizo”
En esta situación es usual que digamos frases como: “Me dejó”, se burló de mí, “se aburrió conmigo”, o “me fue infiel”, en lugar de: “Se fue”, “se enamoró de otra persona”, o “fue infiel”, ¿Ve la diferencia? En el primer grupo de afirmaciones, usted toma la actitud de su ex como una afrenta personal. En el segundo, le da una explicación racional a lo que de verdad pasó.
Al partir se llevó todo: mis sueños, deseos, esperanzas…”
“Ninguna persona puede desear, soñar o esperar por otra. Por lo tanto, tu ex no pudo quitarte nada, ni tú pudiste haberle entregado nada. No te escudes en la idea de que ya para ti no hay sueños, ni esperanzas, ni anhelos. Aunque hoy tengas miedo a reconocerlos como tuyos, ellos son parte de ti, son tu misma esencia”, aconseja la doctora Betancur.
Esta relación era todo para mí. Ahora ya no tengo una razón de vivir”
Eso no es cierto. Un error garrafal es centrar todos los intereses y motivaciones en el o la ex. Los sicólogos están de acuerdo en que el amor hacia una persona y la relación que tengamos con ella no pueden ser el eje en torno al cual gire la existencia de otra.
“Le entregue lo mejor de mí”
Tú no le entregaste nada, no sacrificaste nada, no dedicaste nada por generosidad, por amor, por bondad, por desprendimiento. Hay que ser honestos: tú estabas haciendo tu negocio, viviendo tu experiencia, disfrutando de todo lo que de ella provenía. La estabas pasando bien y, si diste mucho, si sacrificaste mucho, también recibiste lo tuyo”.
En otras palabras, no nos digamos mentiras: esa relación le dio ganancias. A la larga, pasaron juntos buenos momentos, aprendieron uno del otro e incluso la misma ruptura le dejó enseñanzas valiosas.
“Me dejó la autoestima en el suelo”
La autoestima es un asunto personal y no está en manos de otro. “Nadie está en capacidad de conocerte como tú, de saber lo que vales y lo digno que eres, ni de darte lo que mereces. Por lo tanto, tampoco puede quitarte ni tus valores ni tus méritos. ¿Acaso, por el hecho de que terminaste con tu pareja, dejaste de ser inteligente, honorable, sincero, culto, comprensivo…?”.
Después de éstas y muchas otras reflexiones, a un corazón herido le queda camino por recorrer. Pero el primer paso está dado.
“TE DEJO PORQUE…”
• Mi decisión no tiene que ver contigo, tú eres una persona estupenda.
• Cualquier hombre estaría orgulloso de ti.
• Eres muy valiosa y mereces que alguien te ame de verdad.
• Esta relación no va para ninguna parte, los dos sabemos que no tiene futuro.
• Tú mereces ser feliz y yo no soy la persona indicada.
• La pasamos bien, pero somos muy distintos.
• Algún día me agradecerás, que yo haya tomado esta decisión.
• Estoy confundido, necesito tiempo para estar solo. Tal vez más adelante las cosas vuelva a ser como antes.
En su libro El corazón herido, la sicóloga María Cecilia Betancur asegura que los corazones maltrechos se pueden curar definitivamente. La experiencia de una ruptura amorosa nos hace crecer de una manera maravillosa y nos convence de que merecemos una vida mejor.
“Dejas a tu pareja, o ella te deja, porque llega un momento en que no quieres seguir aguantando ni lo que ves en aquella persona, ni lo que sientes. A nadie le gusta vivir perdiendo desde por la mañana hasta por la noche y de enero a diciembre. Algunas personas, muchas que lástima, duran toda una vida diciéndose que ya no lo soportan y nunca dan el paso. Otras demoran unos años más de lo que aconseja la cordura y otras, muy pocas, inteligentes y bien valoradas por sí mismas, reconocen a la perfección los límites de la tolerancia y el plazo cumplido de las promesas de cambio”.
La sicoterapeuta María Cecilia Betancur escribió El corazón herido (Editorial Norma), que incluye remedios para el dolor y ejercicios para el olvido, buscando que las víctimas de la “tusa” (término que ella jamás utiliza) recorran con éxito el camino de la sanación emocional. Extractamos algunos apartes, pues siempre viene bien dar el primer paso en el proceso de reparar y fortalecer un corazón roto.
DOLOR Y REALIDAD
La doctora Betancur asegura que inmediatamente después de la ruptura definitiva llega la desesperación en forma de necesidad compulsiva de “hacer algo” para cambiar las cosas. “De pronto, te aferras a la esperanza, a la idea de que el amor ido no estaba tan seguro de querer separarse de ti, que no ha dejado la puerta cerrada del todo”.
Entonces usted piensa en llamarlo, enviarle un correo electrónico, quizás esperarlo a la salida de la oficina…, ¡tienen que hablar! Para su sorpresa, él no está confundido. De verdad quiere acabar con la relación, cerrar esa puerta y botar la llave.
“Pese al sufrimiento que entraña, lo que sientes es “normal” para las circunstancias. Tarde o temprano se irá produciendo la reorganización de las ideas y la clarificación de los sentimientos. No tiene ninguna justificación seguir más de cuatro, seis meses, un año, a lo sumo, abatido por la pesadumbre, hundido en la depresión o movido por la obsesión de atrapar el bien perdido o de cobrar venganza por su abandono. ¿Qué hacer entonces? Por ahora dos cosas: admitir el dolor y aceptar tu realidad. Saldrás de ese dolor, te lo aseguro, pero, como la secundaria, no puedes saltártela antes de llegar a la universidad”, escribe la experta.
En efecto, una ruptura afectiva causa dolor. Pero de la actitud personal depende que tan intenso y que tanto dura ese sentimiento. “una cosa es aceptar el dolor, esa tristeza natural que deja el hecho de haber perdido a la pareja, y otra, elaborar y cultivar la idea de que ahora eres una persona disminuida, mutilada, enferma y solitaria; que no hay remedio para tu desdicha y que hay que llevar obligatoriamente la cruz del abandono”.
En la medida en que la persona abandonada acepte la realidad, disipará su dolor. “no eres un viudo”. Eres un soltero por segunda o tercera vez. Es necesario reconocer la realidad, aceptar que algo muy lamentable ha pasado en tu vida y ha dejado un dolor lacerante. Y esa herida no dejará de punzar con quejarte y tampoco con maldecir”.
NO LE HAGA CASO A…
En la medida en que la persona abandonada acepte la realidad, disipará su dolor. “no eres un viudo”. Eres un soltero por segunda o tercera vez. Es necesario reconocer la realidad, aceptar que algo muy lamentable ha pasado en tu vida y ha dejado un dolor lacerante. Y esa herida no dejará de punzar con quejarte y tampoco con maldecir”.
NO LE HAGA CASO A…
María Cecilia asegura que una persona cuya relación ha terminado, es blanco de varias creencias que le causan mucho daño y las cuales provienen del corazón. La sicóloga explica por qué es tan absurda cada una de ellas. Veamos algunas:
“Perdí a una persona incomparable”
“Más vale apreciar al que se ha ido. No quitarle meritos y tampoco endiosarlo. Y mejor aún, con fines de desencanto, traer a la memoria las imperfecciones más relevantes de su personalidad, las fallas de su comportamiento, los momentos más desagradables y penosos que pasaste por cuenta suya, las experiencias enriquecedoras que no pudiste tener a su lado, y lo bueno de tu personalidad y tus costumbres que tuviste que abandonar por convivir con aquella persona”.
“No debió hacerme lo que me hizo”
En esta situación es usual que digamos frases como: “Me dejó”, se burló de mí, “se aburrió conmigo”, o “me fue infiel”, en lugar de: “Se fue”, “se enamoró de otra persona”, o “fue infiel”, ¿Ve la diferencia? En el primer grupo de afirmaciones, usted toma la actitud de su ex como una afrenta personal. En el segundo, le da una explicación racional a lo que de verdad pasó.
Al partir se llevó todo: mis sueños, deseos, esperanzas…”
“Ninguna persona puede desear, soñar o esperar por otra. Por lo tanto, tu ex no pudo quitarte nada, ni tú pudiste haberle entregado nada. No te escudes en la idea de que ya para ti no hay sueños, ni esperanzas, ni anhelos. Aunque hoy tengas miedo a reconocerlos como tuyos, ellos son parte de ti, son tu misma esencia”, aconseja la doctora Betancur.
Esta relación era todo para mí. Ahora ya no tengo una razón de vivir”
Eso no es cierto. Un error garrafal es centrar todos los intereses y motivaciones en el o la ex. Los sicólogos están de acuerdo en que el amor hacia una persona y la relación que tengamos con ella no pueden ser el eje en torno al cual gire la existencia de otra.
“Le entregue lo mejor de mí”
Tú no le entregaste nada, no sacrificaste nada, no dedicaste nada por generosidad, por amor, por bondad, por desprendimiento. Hay que ser honestos: tú estabas haciendo tu negocio, viviendo tu experiencia, disfrutando de todo lo que de ella provenía. La estabas pasando bien y, si diste mucho, si sacrificaste mucho, también recibiste lo tuyo”.
En otras palabras, no nos digamos mentiras: esa relación le dio ganancias. A la larga, pasaron juntos buenos momentos, aprendieron uno del otro e incluso la misma ruptura le dejó enseñanzas valiosas.
“Me dejó la autoestima en el suelo”
La autoestima es un asunto personal y no está en manos de otro. “Nadie está en capacidad de conocerte como tú, de saber lo que vales y lo digno que eres, ni de darte lo que mereces. Por lo tanto, tampoco puede quitarte ni tus valores ni tus méritos. ¿Acaso, por el hecho de que terminaste con tu pareja, dejaste de ser inteligente, honorable, sincero, culto, comprensivo…?”.
Después de éstas y muchas otras reflexiones, a un corazón herido le queda camino por recorrer. Pero el primer paso está dado.
“TE DEJO PORQUE…”
La experiencia en su consulta le ha dado a conocer a la doctora María Cecilia Betancur “un amplio repertorio de guiones que por trillados ya son patrimonio cultural de la humanidad; recursos, salidas “delicadas” para cortar una relación sin que tengan mucho que ver con la verdadera razón por la cual una persona quiera hacerlo:
• Mi decisión no tiene que ver contigo, tú eres una persona estupenda.
• Cualquier hombre estaría orgulloso de ti.
• Eres muy valiosa y mereces que alguien te ame de verdad.
• Esta relación no va para ninguna parte, los dos sabemos que no tiene futuro.
• Tú mereces ser feliz y yo no soy la persona indicada.
• La pasamos bien, pero somos muy distintos.
• Algún día me agradecerás, que yo haya tomado esta decisión.
• Estoy confundido, necesito tiempo para estar solo. Tal vez más adelante las cosas vuelva a ser como antes.
Fuente: Revista Nueva.