Dicen que en el amor no mandan las razones y esa puede ser una de las excusas para muchas mujeres que inician una relación sentimental con un hombre casado.
Sin importarles nada más que la experiencia que viven, disfrutan de sus encuentros furtivos a la luz de la noche o lejos de las miradas de amigos y conocidos, total, en la adrenalina está el gusto.
Es muy posible que nuestro hombre casado nos haya dicho cosas como que su relación formal ya no funciona, que duermen en camas separadas o que ella no le quiere dar el divorcio. Sin embargo, a la larga, las dudas empiezan a hacer mella… ¿Seré para él solo la otra? ¿Me estará utlizando?
Para entender este enredado tipo de relación hay que separar la paja del trigo: ¿es amor real o una ilusión? Es posible que lo que creemos que sea un verdadero amor, sea solo una pasión momentánea disfrazada tras la excusa de una vida falta de emociones o llena de desazones tanto para ella como para él.
Muchas veces sucede así y, luego de algunos meses, cuando esa pasión encendida empieza a volverse rutina, el hombre regresa con su esposa dejando a la otra con los crespos hechos, pero como la atracción solo ha sido física, ninguna de las partes sale herida.
Pero si las dudas arrecian y nos empieza a molestar el ser “la otra“, y vivimos con la esperanza de que deje a la esposa por nosotras, ahí ya la ilusión cede el paso al amor, pero se convierte también en un juego peligroso. Lamentablemente las estadísticas dicen que, en la mayoría de casos, el hombre vuelve con la mujer oficial.
¿Qué hacer? Más allá de poses moralistas, embarcarse en una aventura como esta implica jugar con fuego: la posibilidad de enamorarnos y terminar mal paradas es lo que más preocupa.
Lo que empieza como un juego adrenalínico termina como un mal doloroso y hasta humillante, sin embargo, si deseamos proseguir a sabiendas, atenerse a las consecuencias.