Los complejos, ¡están sobre todo en tu cabeza! Antes de someter tu cuerpo a las manos de un cirujano, intenta seguir algunos de nuestros consejos.
¡Eres guapa!
Acepta tu físico y, sobre todo, ¡quiérete! ¿Desde cuándo los criterios establecidos por un puñado de productores de Hollywood no hacen de ti una persona atractiva? Esto no te impide tener un conjunto de amigos que te aprecian.
Olvídate de esa nariz que te parece demasiado grande: ¡todos dicen que tienes unos ojos preciosos!
Nada de compasiones inútiles
No atribuyas todos tus problemas a tus complejos. No es la celulitis la culpable de que no tengas trabajo. Y, si ése es el caso, mucho mejor: las personas que no saben ver tus cualidades y se apoyan en pretextos falsos no merecen la pena. Y, sobre todo, deja de decir que estás demasiado así o demasiado asá. A fuerza de repetirlo constantemente, ¡al final te lo creerás!
Pide consejo
¡Confía en ti! Habla con alguien con quien tengas mucha confianza. Pídele un consejo honesto. Si él, o ella, reconocen tu defecto, sólo significa que es un buen amigo… o que es muy sincero.
Intercambia tus defectos
Pregúntales a tus amigos si tienen algún defecto que les gustaría corregir. Ya lo verás: todos tendrán algo que reprocharse. ¡Y todos viven muy bien así!
Estírate sobre el diván…
Si tus complejos te arruinan realmente la vida, no dudes en consultar con un especialista. Un psicólogo o un psiquiatra pueden ayudarte a retomar la confianza en ti mismo.
Escoge tus amigos
Debes saber rodearte de personas que te quieren de verdad, por ser quien eres.
Evita aquellos que hacen una crítica fácil y que sólo buscan rebajarte. Si tienes la necesidad, haz nuevos amigos… ¿Las compañeras que te sueltan un “has engordado un poco, ¿verdad?” son verdaderamente tus amigas?
Cuenta tus cualidades
Haz una lista de todas tus cualidades: humor, sinceridad, eficacia… ¡Enseguida te darás cuenta que eres genial! Si lo necesitas, coloca esta lista al alcance para consultarla en caso de deprimirte.
¡Deja de pesarte!
¡Deja de querer adelgazar! ¿Realmente quieres parecerte a un maniquí anoréxico? Estás en tu peso perfecto (para verificarlo, calcúlalo teniendo en cuenta el Índice de Masa Corporal). Si no es el caso, empieza un régimen serio con la ayuda de un nutricionista.
¡Reconcíliate con tu cuerpo!
Encuentra las sensaciones que te satisfagan. No dudes en acudir a un hammam (allí verás que nadie es perfecto) y regálate una sesión de masajes. No dudes en ir a un buen restaurante de tanto en cuanto.
Un armario nuevo
Intenta ir de punta en blanco a lo largo del año. Si no escoges prendas de ropa que destaquen partes de tu cuerpo, ¿cómo quieres apreciarte? Lanza sin piedad todo aquello que te transforma en un saco, ojea las revistas y opta por colores alegres.
¡Con los pies en la tierra!
¡Sé realista! ¡Deja de compararte con las estrellas de las revistas! ¡Observa los seres humanos “normales” que te rodean! ¿Acaso la gente real no tiene una belleza más “verdadera”?
¡Eres guapa!
Acepta tu físico y, sobre todo, ¡quiérete! ¿Desde cuándo los criterios establecidos por un puñado de productores de Hollywood no hacen de ti una persona atractiva? Esto no te impide tener un conjunto de amigos que te aprecian.
Olvídate de esa nariz que te parece demasiado grande: ¡todos dicen que tienes unos ojos preciosos!
Nada de compasiones inútiles
No atribuyas todos tus problemas a tus complejos. No es la celulitis la culpable de que no tengas trabajo. Y, si ése es el caso, mucho mejor: las personas que no saben ver tus cualidades y se apoyan en pretextos falsos no merecen la pena. Y, sobre todo, deja de decir que estás demasiado así o demasiado asá. A fuerza de repetirlo constantemente, ¡al final te lo creerás!
Pide consejo
¡Confía en ti! Habla con alguien con quien tengas mucha confianza. Pídele un consejo honesto. Si él, o ella, reconocen tu defecto, sólo significa que es un buen amigo… o que es muy sincero.
Intercambia tus defectos
Pregúntales a tus amigos si tienen algún defecto que les gustaría corregir. Ya lo verás: todos tendrán algo que reprocharse. ¡Y todos viven muy bien así!
Estírate sobre el diván…
Si tus complejos te arruinan realmente la vida, no dudes en consultar con un especialista. Un psicólogo o un psiquiatra pueden ayudarte a retomar la confianza en ti mismo.
Escoge tus amigos
Debes saber rodearte de personas que te quieren de verdad, por ser quien eres.
Evita aquellos que hacen una crítica fácil y que sólo buscan rebajarte. Si tienes la necesidad, haz nuevos amigos… ¿Las compañeras que te sueltan un “has engordado un poco, ¿verdad?” son verdaderamente tus amigas?
Cuenta tus cualidades
Haz una lista de todas tus cualidades: humor, sinceridad, eficacia… ¡Enseguida te darás cuenta que eres genial! Si lo necesitas, coloca esta lista al alcance para consultarla en caso de deprimirte.
¡Deja de pesarte!
¡Deja de querer adelgazar! ¿Realmente quieres parecerte a un maniquí anoréxico? Estás en tu peso perfecto (para verificarlo, calcúlalo teniendo en cuenta el Índice de Masa Corporal). Si no es el caso, empieza un régimen serio con la ayuda de un nutricionista.
¡Reconcíliate con tu cuerpo!
Encuentra las sensaciones que te satisfagan. No dudes en acudir a un hammam (allí verás que nadie es perfecto) y regálate una sesión de masajes. No dudes en ir a un buen restaurante de tanto en cuanto.
Un armario nuevo
Intenta ir de punta en blanco a lo largo del año. Si no escoges prendas de ropa que destaquen partes de tu cuerpo, ¿cómo quieres apreciarte? Lanza sin piedad todo aquello que te transforma en un saco, ojea las revistas y opta por colores alegres.
¡Con los pies en la tierra!
¡Sé realista! ¡Deja de compararte con las estrellas de las revistas! ¡Observa los seres humanos “normales” que te rodean! ¿Acaso la gente real no tiene una belleza más “verdadera”?