¿Usted tiene bien definidas sus prioridades en la vida?
Estupendo (si contestó que sí). Por otro lado, ¿se porta en función de esas prioridades?
Porque son dos cosas diferentes. Una es tener las prioridades, lo que más importa, bien definido. La otra, muy diferente, es portarse de acuerdo a estas prioridades.
Conozco muchos casos, íntimamente, en los que la familia o la salud, por ejemplo, a pesar de ser muy importantes para algunas personas, inevitablemente se encontraban en sus conductas por debajo del trabajo. Es decir, el trabajo los absorbe de tal forma que aquello que valoran se va dejando, y dejando, y dejando… hasta que el daño ya es difícil de reparar.
Algo similar pasa con el dinero y las relaciones. Por cultura, las relaciones siempre serán más valiosas que el dinero, pero nuestra conducta con frecuencia muestra exactamente lo opuesto. A veces, el daño a ciertas relaciones valiosas resulta irreparable. Otras personas, sin embargo, miden el valor de la relación en base al dinero y se sienten amados o queridos cuando el dinero está de por medio.
El punto es que no importa realmente qué va primero, porque al final de nuestros días lo sabremos sin ninguna duda. En un libro sensacionalmente humano llamado “Martes con mi viejo profesor” que cuenta las últimas conversaciones en vida de una persona con una enfermedad mortal degenerativa, Morrie, y uno de sus alumnos, comenta Morrie que en el lecho de muerte nunca había escuchado a nadie decir “cómo quisiera dos horas más para trabajar”. Lo más frecuente sería escuchar a alguien decir “cómo quisiera tener dos horas más para estar con…” Y ponga usted en los puntos suspensivos a quien usted quiera.
Si ya sabemos qué es más importante, ¿por qué con tanta frecuencia violamos nuestro código de prioridades?
La respuesta está en nuestra creencias y paradigmas. Verá, muchas personas no terminan de creerse que no tienen que elegir entre esto o lo otro, entre el dinero y la relación, o entre la salud y el dinero (“Sé que me afecta, pero necesito el dinero”).
Estamos tan hipnotizados con relación a intercambiar o sacrificar una cosa por la otra, que no nos damos cuenta que no tenemos que sacrificar nada en nuestras vidas y que podemos tenerlo absolutamente todo.
Mi maestro Harv Eker me ha enseñado que si pensamos con mentalidad de millonario llegaremos a conciliar todas estas cosas que aparentemente son opuestas o contradictorias, porque, en su concepto, millonario no es el que solamente tiene dinero, sino el que disfruta de prosperidad simultanea en todas aquellas cosas que valora.
¿Cuales son las características de la mentalidad de millonario? Se las cuento a continuación y tome nota, si es que le pueden servir de algo:
1. Los millonarios creen firmemente en que ellos son los responsables de todo lo que les ocurre en la vida y de todo lo que desean que les ocurra. Simplemente creen que ellos son los responsables de hacer que las cosas pasen en todos los aspectos de la vida.
No esperan que la vida les mande buenas amistades: las cultivan. No esperan por buenas oportunidades económicas: las propician. Tal vez no sea sencillo, pero todo comienza con sentirse responsable y dejar de echar culpas.
2. Los millonarios buscan conscientemente ganar y dar a ganar en todos los aspectos valiosos de sus vidas. Los que no tienen mentalidad de millonarios buscan no perder. Y esta sutil diferencia es fundamental. Porque cada vez que usted busca no perder, está provocando exactamente eso: perder más.
Como regla general, establezca metas u objetivos amplios, que incluyan varias de sus prioridades o valores, y que busquen siempre ganar y no perder. Piense en cómo ganar un millón de dólares y no en “cómo no perder lo que ya tiene en estos momentos de crisis”.
3. Los millonarios se comprometen con todo aquello que desean, ya sea dinero o una relación. Están dispuestos a pagar el precio que se tenga que pagar. Los pobres mentales, negocian con el precio y tratan de comprar ofertas siempre. No conozco una gran obra de la humanidad en la que el enfoque haya estado en el costo. por el contrario, todos los recursos y enfoque se dirigieron siempre al resultado, cueste lo que cueste.
Y el compromiso no es posible si usted no sabe con claridad cristalina lo que realmente quiere. Trabaje en definir lo. No espere saberlo desde la primera vez que se pregunte “¿qué es lo que realmente quiero de la vida? Algunos sí lo saben, otros no y tardan algo más, pero es irrelevante la diferencia de tiempo. Lo importante es empezar a preguntárselo hasta que se tenga una respuesta de corazón.
4. Los millonarios piensan en grande, los pobres mentales en pequeño. Los millonarios no quieren simplemente tener una pareja, sino la pareja de su vida, su alma gemela. No quieren un poco de dinero, lo quieren en exceso. No quieren un buen trabajo, sino el mejor trabajo del mundo. No quieren adquirir una buena posición en la empresa en la que trabajan; quieren ser presidentes del consejo. Si quiere una mejor posición, cámbiese de silla.
5. Los millonarios son siempre mayores que sus problemas. Ser millonario en cualquier aspecto de la vida será seguramente más parecido a una aventura a lo desconocido llena de obstáculos que un paseo por un jardín botánico con temperatura controlada. No estoy siendo negativo sino preciso.
Pero cuando vienen los problemas, los millonarios crecen y se hacen más grandes que estos, para alcanzar con sus metas infaliblemente.
6. Los millonarios se enfocan en las oportunidades, mientras que los pobres mentales se enfocan en los problemas. Y si ya conoce cómo funciona la Ley de la Atracción, aquello en lo que se enfoque consistentemente será aquello que atraiga con más facilidad.
Enfóquese en la recompensa, no en el riesgo. Mantenga la recompensa siempre en su mente y vencerá cualquier obstáculo.
Otro maestro mio, Anthony Robbins, solía decirnos que “Estar quebrado, cualquiera lo puede estar. Es una condición de estar vivos que algún día puede pasar y no una sino varias veces y siempre es temporal. Pero ser pobre no tiene remedio, pues es una cuestión de actitud y tiende a ser permanente”.
Y de ninguna manera se refería únicamente al dinero, sino a cualquier cosa que es importante para nosotros en la vida.
Y ahora que ya sabe que lo puede tener todo, lo invito a que no se conforme con nada menos que eso viva su lista de prioridades a plenitud.
Piense en ello.
Francisco Cáceres Senn
Reflexiones diarias