Todos los seres humanos, sin excepción, tenemos la necesidad de sentirnos apreciados, respetados y tomados en cuenta, sin importar edad, situación económica o nivel cultural. Este es un principio básico en el arte de relacionarnos con los demás.
Algunos piensan que la amabilidad, la consideración y el buen trato son algo así como un lujo, una pérdida de tiempo o un signo de debilidad frente a las otras personas. Pero, en realidad, el respeto, la tolerancia, las palabras adecuadas y la cortesía son, además de una necesidad, un derecho del ser humano.
Para mantener una buena relación con otras personas es indispensable aprender a expresar lo que pensamos y sentimos de la mejor manera; es decir, teniendo en cuenta que la comunicación es una calle de doble vía, que implica saber escuchar y, al mismo tiempo, desarrollar la capacidad de expresar lo que pensamos, asumiendo la responsabilidad de las palabras que usamos, el tono emocional que las acompaña y el momento y el lugar en los que las decimos.
El tono fuerte que utilizamos al hablar, la forma despectiva en la que lo hacemos, la ironía que acompaña nuestros comentarios, el no mostrar nuestro agradecimiento, el no mirar a los ojos, el no ceder el paso o, peor aun, gritar o insultar a los demás, también es una forma de agresión.
Cada vez que la ira se apodere de nosotros y sintamos el impulso de descargarnos en alguien cercano -que, además, no tenga nada que ver con nuestro malestar-, debemos detenernos y preguntarnos si con nuestra actitud vamos a solucionar el problema o si, por el contrario, lo podemos agravar. Aprendamos a calmarnos, tomando unas cuantas respiraciones profundas, antes de dejarnos llevar por la reacción y la emoción, para actuar y responder conscientemente.
Escucha con atención. Podemos guardar silencio mientras la otra persona nos habla, sin interrumpirla y sin juzgarla. Comunicarse dentro de un ambiente de respeto puede contribuir con una relación sana y armoniosa.
Acepta la responsabilidad de tus acciones. En la medida en que nos hacemos responsables de lo que decimos y de lo que hacemos, podemos corregir nuestros errores y aprender de ellos. Atrévete a pedir disculpas o perdón si fuese necesario.
Elige cuidadosamente tus palabras. Eres responsable del efecto que tendrán sobre otros tus comentarios. Por eso, es importante que tomes unos minutos para pensar no sólo en lo que vas a decir, sino en cómo lo vas a expresar, antes de dejarte llevar por la reacción. Así, lograrás ser más asertivo en tu comunicación.
Trata a otros con gentileza. A pesar de que existan diferencias que te afectan o que te molestan, al momento de hablar de ellas tienes que hacerlo con gentileza. Que la intención de la conversación siempre sea conciliar y solucionar el desacuerdo que exista entre los dos.
Cuida tu expresión corporal. Muchas veces la expresión de nuestro rostro dice más que mil palabras. Relaja tu cara, afloja el entrecejo y, aunque la conversación que vas a tener sea seria, dibuja un media sonrisa en tu rostro para suavizar tu expresión. Relaja tu cuerpo y evita realizar movimientos involuntarios que delaten tu tensión.
¡Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive el presente, la vida es maravillosa y todo va a estar bien!
SALUDOS
MEL.
Algunos piensan que la amabilidad, la consideración y el buen trato son algo así como un lujo, una pérdida de tiempo o un signo de debilidad frente a las otras personas. Pero, en realidad, el respeto, la tolerancia, las palabras adecuadas y la cortesía son, además de una necesidad, un derecho del ser humano.
Para mantener una buena relación con otras personas es indispensable aprender a expresar lo que pensamos y sentimos de la mejor manera; es decir, teniendo en cuenta que la comunicación es una calle de doble vía, que implica saber escuchar y, al mismo tiempo, desarrollar la capacidad de expresar lo que pensamos, asumiendo la responsabilidad de las palabras que usamos, el tono emocional que las acompaña y el momento y el lugar en los que las decimos.
El tono fuerte que utilizamos al hablar, la forma despectiva en la que lo hacemos, la ironía que acompaña nuestros comentarios, el no mostrar nuestro agradecimiento, el no mirar a los ojos, el no ceder el paso o, peor aun, gritar o insultar a los demás, también es una forma de agresión.
Cada vez que la ira se apodere de nosotros y sintamos el impulso de descargarnos en alguien cercano -que, además, no tenga nada que ver con nuestro malestar-, debemos detenernos y preguntarnos si con nuestra actitud vamos a solucionar el problema o si, por el contrario, lo podemos agravar. Aprendamos a calmarnos, tomando unas cuantas respiraciones profundas, antes de dejarnos llevar por la reacción y la emoción, para actuar y responder conscientemente.
Escucha con atención. Podemos guardar silencio mientras la otra persona nos habla, sin interrumpirla y sin juzgarla. Comunicarse dentro de un ambiente de respeto puede contribuir con una relación sana y armoniosa.
Acepta la responsabilidad de tus acciones. En la medida en que nos hacemos responsables de lo que decimos y de lo que hacemos, podemos corregir nuestros errores y aprender de ellos. Atrévete a pedir disculpas o perdón si fuese necesario.
Elige cuidadosamente tus palabras. Eres responsable del efecto que tendrán sobre otros tus comentarios. Por eso, es importante que tomes unos minutos para pensar no sólo en lo que vas a decir, sino en cómo lo vas a expresar, antes de dejarte llevar por la reacción. Así, lograrás ser más asertivo en tu comunicación.
Trata a otros con gentileza. A pesar de que existan diferencias que te afectan o que te molestan, al momento de hablar de ellas tienes que hacerlo con gentileza. Que la intención de la conversación siempre sea conciliar y solucionar el desacuerdo que exista entre los dos.
Cuida tu expresión corporal. Muchas veces la expresión de nuestro rostro dice más que mil palabras. Relaja tu cara, afloja el entrecejo y, aunque la conversación que vas a tener sea seria, dibuja un media sonrisa en tu rostro para suavizar tu expresión. Relaja tu cuerpo y evita realizar movimientos involuntarios que delaten tu tensión.
¡Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive el presente, la vida es maravillosa y todo va a estar bien!
SALUDOS
MEL.