Es un hecho que a los niños, sobre todo a los más pequeños, les encanta dormir en la cama de los papás. No hay nada más atractivo para un niño que la cama de sus papás y, por eso, sí hay que dejar que vengan a ella de vez en cuando. Es delicioso que la familia comparta alrededor de la cama de los papás temprano en la mañana o antes de acostarse, pero no se debe desarrollar la costumbre de que los niños duerman en ella, pues esto puede enviarles varios mensajes equivocados. En primer lugar, que no pueden dormir solos. En segundo lugar, que necesitan estar con los papás a todo hora, y en tercer lugar, que son intrusos en la relación de sus papás. Ninguno de estos mensajes es bueno para ningún niño. Los dos primeros refuerzan la dependencia y el tercero los hace sentir culpables”
No hay nada más fácil que caer en la trampa de que el niño duerma con sus papás solo a veces, en situaciones especiales. Se considera esto como una trampa porque pudiera convertirse en un hábito de forma muy rápida.
Desde muy pequeño el niño debe aprender a dormir solo en su habitación pues si no se logra establecer el hábito y el hijo se pasa con frecuencia a la cama matrimonial, habrá que sacarlo de ella de manera cariñosa, pero firme. Se debe llevar de vuelta al niño a su cama y acompañarlo por un rato si fuera el caso, pero no permitirle que se quede toda la noche en la cama de los papás. Este es un proceso lento pues el niño va a tratar de que lo dejen quedarse; por eso, durante el día hay que reforzarle el mensaje de que él puede dormir solo en su cama y que va a estar bien. Es importante preguntarle qué necesita para sentirse más tranquilo en su cama.
Es necesario hablar con los hijos sobre sus temores nocturnos y sobre lo que sienten en la noche, al mismo tiempo, darle la seguridad de que va a estar bien. Cuando el hábito de dormir con los papás se extiende por mucho tiempo es más difícil convencer al niño de que duerma en su cama.