Como mujeres tenemos días de muchos cambios, nuestras hormonas funcionan diferentemente de un día para otro.
hay días en los que te sientes como una gran mujer, de mucho poder, te comes el mundo y no hay nadie que te pueda decir algo, porque estás segura de que nadie puede contigo.
Pero de repente te ves otro día y ¿qué ves ante el espejo?
Una chica frágil como una princesa que no puede hacer nada, que le cuesta todo, que todo te asusta, que no eres capaz de poder soportar el estrés del día a día de tu vida, y te cobijas como una gatita asustada.
No todos los días son iguales, muchas veces nos levantamos con mucho ánimo, otras veces simplemente no queremos ni levantarnos, nos da pereza empezar un nuevo día…
Tenemos demasiados problemas, nos sentimos cansadas, tan agobiadas de nuestra realidad que preferimos huir y hacer como que no pasa nada, y que todo está bien en nuestras vidas.
Aun cuando nuestro mundo se vea roto o destrozado, siempre debemos mantener la fe en que Dios nunca nos dará más carga de la que podamos soportar. Si pedimos con fe y amor para que nuestros problemas se solucionen, Dios nos oirá, y siempre habrá una solución que nos muestre.
Por muy difícil que sea tu situación, en Dios podrás encontrar solución. Podrás comprobar que cuando Dios te cierra una puerta siempre te abre una ventana.
Para todo aquello que nos duele en la vida, como la pérdida de un ser amado que ha partido para nunca volver, o cuando te destrozan el corazón y la vida parece que te la hacen de a cuadritos, aún en esas situaciones tan difíciles debes tener fe y esperanza que un día será mejor que el que estás viviendo.
El tiempo es el mejor remedio para nuestras enfermedades, tanto del corazón como las del cuerpo. Recuerda que cuando más pesada es la carga, mayor será tu recompensa en la vida.
Suavicemos nuestras asperezas con aquellos que estamos enfadados, perdonemos a aquellos que tanto daño nos causan, y no esperemos nada de nadie, así nunca te llevarás sorpresas por creer que todas las personas son como tú.
Sigue tu vida en forma correcta, sé una buena mujer, amiga, o madre.
Aun en la desesperación y la tristeza más grande que pueda haber en tu vida nos queda el consuelo que Dios es nuestro mejor amigo y jamás nos falla. Puede tardar pero siempre estará con nosotras.
Llénate de seguridad y firmeza, deja de lado el dolor, la desesperación, el cansancio, y todo aquello que no te deja avanzar,
y di como la mujer que eres: “Mañana, mañana será otro día”.
hay días en los que te sientes como una gran mujer, de mucho poder, te comes el mundo y no hay nadie que te pueda decir algo, porque estás segura de que nadie puede contigo.
Pero de repente te ves otro día y ¿qué ves ante el espejo?
Una chica frágil como una princesa que no puede hacer nada, que le cuesta todo, que todo te asusta, que no eres capaz de poder soportar el estrés del día a día de tu vida, y te cobijas como una gatita asustada.
No todos los días son iguales, muchas veces nos levantamos con mucho ánimo, otras veces simplemente no queremos ni levantarnos, nos da pereza empezar un nuevo día…
Tenemos demasiados problemas, nos sentimos cansadas, tan agobiadas de nuestra realidad que preferimos huir y hacer como que no pasa nada, y que todo está bien en nuestras vidas.
Aun cuando nuestro mundo se vea roto o destrozado, siempre debemos mantener la fe en que Dios nunca nos dará más carga de la que podamos soportar. Si pedimos con fe y amor para que nuestros problemas se solucionen, Dios nos oirá, y siempre habrá una solución que nos muestre.
Por muy difícil que sea tu situación, en Dios podrás encontrar solución. Podrás comprobar que cuando Dios te cierra una puerta siempre te abre una ventana.
Para todo aquello que nos duele en la vida, como la pérdida de un ser amado que ha partido para nunca volver, o cuando te destrozan el corazón y la vida parece que te la hacen de a cuadritos, aún en esas situaciones tan difíciles debes tener fe y esperanza que un día será mejor que el que estás viviendo.
El tiempo es el mejor remedio para nuestras enfermedades, tanto del corazón como las del cuerpo. Recuerda que cuando más pesada es la carga, mayor será tu recompensa en la vida.
Suavicemos nuestras asperezas con aquellos que estamos enfadados, perdonemos a aquellos que tanto daño nos causan, y no esperemos nada de nadie, así nunca te llevarás sorpresas por creer que todas las personas son como tú.
Sigue tu vida en forma correcta, sé una buena mujer, amiga, o madre.
Aun en la desesperación y la tristeza más grande que pueda haber en tu vida nos queda el consuelo que Dios es nuestro mejor amigo y jamás nos falla. Puede tardar pero siempre estará con nosotras.
Llénate de seguridad y firmeza, deja de lado el dolor, la desesperación, el cansancio, y todo aquello que no te deja avanzar,
y di como la mujer que eres: “Mañana, mañana será otro día”.