Mi respeto por las madres en general pero hay madres tan absorbentes con sus hijos que, incluso ya casados, les siguen influenciando y manejando fácilmente. Lo grave no es sólo que los controlen hasta modificar a veces su capacidad de decisión por puro egoismo, nunca reconocido, sino que cuando estos hijos se casan esas madres meten cizaña para enfrentar a la pareja entre si y hacer de la nuera un enemigo a vencer de todas formas.
Si la nuera se somete a la esclavitud que sufre su marido, no habrá mucho conflicto, pero si por ventura se le ocurre oponerse a los designios de la suegra es mujer sentenciada y se acabará deteriorando la pareja. Conozco muchas madres absorbentes que causan mucho daño con su actitud castrante sobre el hijo. Su intervencionismo es tan exagerado y tan repudiable su control que siembran la discordia de inmediato en la familia. Ante tal situación si una nuera experimenta en sus carnes el dominio implacable de ese tipo de suegra debe armarse de valor y disimular algunas veces para que no estalle la guerra pero si ve que la absorción perdura deberá ofrecer resistencia a su manera.
Algunas deciden avisar al marido de la influencia que sobre él ejerce ese tipo de madres (en pocos casos éste reconoce el dominio y se rebela). Alguna manifiesta a la suegra, con claridad, su estratagema (acabará por odiarla al verse en evidencia). Otras optan por respetar la relación de la madre y el hijo sin meterse por medio (así y todo la nuera acaba siendo “rara”). Otras se someten con tal de que la relación perdure (ruinoso para la salud de la sumisa) y otras denuncian desde el principio esa relación tan enfermiza y o quedan condenadas o muy respetadas.
Tiene difícil solución este problema. Por eso que cada una haga lo que más le convenga pues no hay soluciones universales para nueras y suegras. La mejor solución es que esas madres reconozcan que sus hijos no son sus hijos ya, que acepten que el hijo se ha casado y tiene que vivir con su esposa y decidir los dos sobre su vida, no imponer su voluntad asfixiante y que el hijo no sucumba al imperio de la madre. Pero me temo que esto es una quimera.