Una mujer controladora, perseguidora, posesiva, tiene un problema serio de personalidad, el cual es necesario superar para poder ser feliz con o sin un hombre al lado¿Alguna vez se ha sorprendido a sí misma registrando la cartera, números telefónicos, agendas o ropa de su esposo? ¿Le ha hecho alguna escena de celos en público o en privado? Cuidado. Con estas actitudes, lejos de preservar al hombre amado, lo que hará es alejarlo. Sin embargo, el trasfondo no está en retener o no a un hombre.
Una actitud posesiva está relacionada con inseguridades, patrones de crianza en la familia, y personalidades dependientes.
La persona posesiva mira a su pareja como un objeto de su propiedad, tiene un temor grande de perderla y la convierte en un nutriente de sus necesidades básicas afectivas, igual que el oxígeno para poder respirar o la comida para alimentarse, indica.
No es nada extraño que alguien convierta a una persona en un elemento importante y fundamental en su vida pero, en la relación posesiva, se va más lejos irrespetando el espacio del otro. Por eso es que hay hombres que violentan a sus parejas al saber que los van a dejar, y mujeres con crisis de celos terribles porque ven la posibilidad de perder a esa otra persona, ejemplifica.
Este comportamiento trae consecuencias fatales en una relación. La vida matrimonial se convierte en un territorio, una guerra, una batalla donde se lucha con rivales reales o imaginarios; hay estrés, paranoia y divorcios.
Muchas mujeres entran en una lucha por ser una mejor mujer para que su pareja la considere atractiva, pero no se valora la parte emocional, afectiva y espiritual, sino que se reduce al cuerpo, el maquillaje o el perfume.
VACÍOS AFECTIVOS
Este comportamiento tiene sus raíces en la niñez y el tipo de educación recibida. Por ejemplo, si la persona fue educada en términos de libertad, si hubo respeto a su propio espacio, si se le enseñó a ser independiente y autónoma, si aprendió a respetar el espacio de la otra persona, a reconocer que las otras personas no son un objeto de placer, deseo o necesidad afectiva, etc.
“Trabajamos en base a compensaciones afectivas. Si en la casa la persona no recibió el amor, la atención o el cuido necesario en los primeros años de la vida, después busca compensar el afecto que no tuvo en la casa. Muchas veces las parejas están buscando a un padre o una madre sustituto que no les dio lo que habrían necesitado”, asegura el especialista.
Una mujer busca un hombre que la proteja y, de alguna manera, lo convierte en su propiedad porque es su resguardo y es con él con quien compensa todo el afecto y las necesidades emocionales que no logró satisfacer siendo niña, expone.
La persona posesiva tiende a ser altamente dependiente emocionalmente hablando, necesita de alguien para sentirse bien debido a que tuvo algún tipo de deficiencia y acaba queriendo tener a alguien para compensar esta carencia.
CONSEJITOS
Una persona posesiva requiere tratamiento psicológico para controlar impulsos, emociones y levantar su autoestima.
Felicidad. Una persona sicológicamente saludable no necesita pegarse a nadie como un parásito para ser feliz porque la felicidad no puede venir de fuera, sino de adentro.
Valorarse. Las mujeres, de manera personal, deben descubrirse a sí mismas, valorar sus carencias, necesidades y qué tanto dependen de la otra persona, para generar relaciones afectivas sanas.
Una actitud posesiva está relacionada con inseguridades, patrones de crianza en la familia, y personalidades dependientes.
La persona posesiva mira a su pareja como un objeto de su propiedad, tiene un temor grande de perderla y la convierte en un nutriente de sus necesidades básicas afectivas, igual que el oxígeno para poder respirar o la comida para alimentarse, indica.
No es nada extraño que alguien convierta a una persona en un elemento importante y fundamental en su vida pero, en la relación posesiva, se va más lejos irrespetando el espacio del otro. Por eso es que hay hombres que violentan a sus parejas al saber que los van a dejar, y mujeres con crisis de celos terribles porque ven la posibilidad de perder a esa otra persona, ejemplifica.
Este comportamiento trae consecuencias fatales en una relación. La vida matrimonial se convierte en un territorio, una guerra, una batalla donde se lucha con rivales reales o imaginarios; hay estrés, paranoia y divorcios.
Muchas mujeres entran en una lucha por ser una mejor mujer para que su pareja la considere atractiva, pero no se valora la parte emocional, afectiva y espiritual, sino que se reduce al cuerpo, el maquillaje o el perfume.
VACÍOS AFECTIVOS
Este comportamiento tiene sus raíces en la niñez y el tipo de educación recibida. Por ejemplo, si la persona fue educada en términos de libertad, si hubo respeto a su propio espacio, si se le enseñó a ser independiente y autónoma, si aprendió a respetar el espacio de la otra persona, a reconocer que las otras personas no son un objeto de placer, deseo o necesidad afectiva, etc.
“Trabajamos en base a compensaciones afectivas. Si en la casa la persona no recibió el amor, la atención o el cuido necesario en los primeros años de la vida, después busca compensar el afecto que no tuvo en la casa. Muchas veces las parejas están buscando a un padre o una madre sustituto que no les dio lo que habrían necesitado”, asegura el especialista.
Una mujer busca un hombre que la proteja y, de alguna manera, lo convierte en su propiedad porque es su resguardo y es con él con quien compensa todo el afecto y las necesidades emocionales que no logró satisfacer siendo niña, expone.
La persona posesiva tiende a ser altamente dependiente emocionalmente hablando, necesita de alguien para sentirse bien debido a que tuvo algún tipo de deficiencia y acaba queriendo tener a alguien para compensar esta carencia.
CONSEJITOS
Una persona posesiva requiere tratamiento psicológico para controlar impulsos, emociones y levantar su autoestima.
Felicidad. Una persona sicológicamente saludable no necesita pegarse a nadie como un parásito para ser feliz porque la felicidad no puede venir de fuera, sino de adentro.
Valorarse. Las mujeres, de manera personal, deben descubrirse a sí mismas, valorar sus carencias, necesidades y qué tanto dependen de la otra persona, para generar relaciones afectivas sanas.