Ya se sabía que el estrés tenía numeros efectos nocivos durante el embarazo: incrementa el riesgo de aborto espontáneo, de parto prematuro, de padecer hipertensión (especialmente peligroso durante la gestación) y de que el bebé sufra retrasos en su desarrollo o bajo peso al nacer.
Además parece ser que los bebés cuyas madres han padecido estrés durante el embarazo pueden mostrarse más irritables y nerviosos durante las primeras semanas de vida.
Ahora parece que también afecta al sistema inmune dle bebé, propiciando la aparición de asma y alergias. Al menos eso concluye un estudio del Hospital Brigham y las Mujeres y la Escuela de Medicina de Harvard en Boston (Estados Unidos) que se ha publicado en la revista Journal of Respiratory and Critical Care Medicine.
Los investigadores analizaron las diferencias en los marcadores inmunes en la sangre del cordón de bebés nacidos de madres con ambientes muy estresantes y de madres con niveles bajos de estrés y descubrieron importantes diferencias en patrones que podrían estar asociados con el riesgo de asma en años posteriores de la vida.
Se conoce poco el papel del estrés en el desarrollo del asma, pero los estudios en animales ya sugerían que el estrés materno en el embarazo influye en el sistema inmune de la descendencia ya desde el útero.
Según explica Rosalind Wright, del Hospital Brigham y las Mujeres y responsable del trabajo, “este es el primer estudio en humanos que muestra que un mayor estrés durante el embarazo en una minoría de mujeres urbanitas está asociado con diferentes patrones de producción de citoquinas en la sangre del cordón ante varios estímulos ambientales en relación con bebés nacidos de madres menos estresadas”.
El asma es más prevalente en las minorías étnicas y entre las comunidades desfavorecidas de las ciudades pero la disparidad no se explica por completo por los factores físicos conocidos.
Teniendo ésto en cuenta, los científicos reclutaron a mujeres embarazadas en varias ciudades, incluyendo Boston, Baltimore, Nueva York y Saint Louis. Sus familias pertenecían a grandes minorías étnicas y el 20% de ellas vivían bajo el umbral de la pobreza. La madre o padre de cada niño tenía un antecedente de asma o alergia.
En total 557 familias respondieron a cuestiones detalladas sobre situaciones estresantes en su hogar. Cuando nacieron los bebés se tomó muestra de la sangre de su cordón y se estimularon células inmunes aisladas con varios factores, como alérgenos y estimulantes virales y bacterianos, después se analizó la producción de citoquinas como indicadores de cómo el sistema inmune infantil respondía al ambiente.
Los investigadores descubrieron que los patrones de citoquinas relacionados con ciertos estimulantes diferían basándose en el nivel de estrés que tenían las madres. Según señala Wright, los patrones de citoquinas observados en los grupos de estrés elevado, que indican cómo funciona el sistema inmune del bebé al nacer, podrían ser un marcador del mayor riesgo de desarrollar asma y alergia a medida que se vuelven mayores.
“Los descubrimientos actuales sugieren que el estrés psicológico participa en la programación de la respuesta del sistema inmune de los bebés y que esta influencia comienza durante el embarazo”, añade Wright.
Además parece ser que los bebés cuyas madres han padecido estrés durante el embarazo pueden mostrarse más irritables y nerviosos durante las primeras semanas de vida.
Ahora parece que también afecta al sistema inmune dle bebé, propiciando la aparición de asma y alergias. Al menos eso concluye un estudio del Hospital Brigham y las Mujeres y la Escuela de Medicina de Harvard en Boston (Estados Unidos) que se ha publicado en la revista Journal of Respiratory and Critical Care Medicine.
Los investigadores analizaron las diferencias en los marcadores inmunes en la sangre del cordón de bebés nacidos de madres con ambientes muy estresantes y de madres con niveles bajos de estrés y descubrieron importantes diferencias en patrones que podrían estar asociados con el riesgo de asma en años posteriores de la vida.
Se conoce poco el papel del estrés en el desarrollo del asma, pero los estudios en animales ya sugerían que el estrés materno en el embarazo influye en el sistema inmune de la descendencia ya desde el útero.
Según explica Rosalind Wright, del Hospital Brigham y las Mujeres y responsable del trabajo, “este es el primer estudio en humanos que muestra que un mayor estrés durante el embarazo en una minoría de mujeres urbanitas está asociado con diferentes patrones de producción de citoquinas en la sangre del cordón ante varios estímulos ambientales en relación con bebés nacidos de madres menos estresadas”.
El asma es más prevalente en las minorías étnicas y entre las comunidades desfavorecidas de las ciudades pero la disparidad no se explica por completo por los factores físicos conocidos.
Teniendo ésto en cuenta, los científicos reclutaron a mujeres embarazadas en varias ciudades, incluyendo Boston, Baltimore, Nueva York y Saint Louis. Sus familias pertenecían a grandes minorías étnicas y el 20% de ellas vivían bajo el umbral de la pobreza. La madre o padre de cada niño tenía un antecedente de asma o alergia.
En total 557 familias respondieron a cuestiones detalladas sobre situaciones estresantes en su hogar. Cuando nacieron los bebés se tomó muestra de la sangre de su cordón y se estimularon células inmunes aisladas con varios factores, como alérgenos y estimulantes virales y bacterianos, después se analizó la producción de citoquinas como indicadores de cómo el sistema inmune infantil respondía al ambiente.
Los investigadores descubrieron que los patrones de citoquinas relacionados con ciertos estimulantes diferían basándose en el nivel de estrés que tenían las madres. Según señala Wright, los patrones de citoquinas observados en los grupos de estrés elevado, que indican cómo funciona el sistema inmune del bebé al nacer, podrían ser un marcador del mayor riesgo de desarrollar asma y alergia a medida que se vuelven mayores.
“Los descubrimientos actuales sugieren que el estrés psicológico participa en la programación de la respuesta del sistema inmune de los bebés y que esta influencia comienza durante el embarazo”, añade Wright.