¿Que es Hiperinsulinismo?
El hiperinsulinismo es un trastorno metabólico que engorda, y que pudiera producir avidez por los carbohidratos.
Aunque es una condición que se puede desarrollar con la vida sedentaria o los malos hábitos al comer, sabemos que tiene un alto componente hereditario.
Frecuentemente encontramos hiperinsulinismo en las mujeres con Síndrome de Ovario Poliquístico, en las personas que tienen familiares con diabetes Tipo II, en los adultos con sobrepeso, trigliceridos elevados e hipertensión arterial, en aquellos que acumulan la grasa de manera característica alrededor de la cintura (en forma de manzana), en aquellos que adelgazan y vuelven a engordar o que haciendo dieta no logran adelgazar.
Las personas con hiperinsulinismo (Metabolismo Tipo 2 y Tipo 4 del Dietagrama), requieren grandes cantidades de insulina para metabolizar la comida, la hormona responsable de la formación de la grasa en el organismo.
“¿Cómo se produce? ¿Por qué engorda? ¿Por qué puede, o por qué no puede producir avidez por los carbohidratos? ¿Cómo se cura y cómo empeora? ¿Cómo se diagnostica? ¿Por qué mi médico nunca me lo dijo? ¿Cómo sé si mi hijo también la tiene? ¿Es peligrosa? ¿Qué debo hacer? ¿Voy a tener diábetes?” son las preguntas que en general tiene toda persona con esta condición.
Breve explicación:
La glicemia, o el también llamado “azúcar” (que no es el que está en su despensa), es el nivel de glucosa en la sangre. Cuando ingerimos cualquier alimento (menos la grasa), la glicemia aumenta y el páncreas libera la insulina. Esta hormona “activa” los receptores ubicados en las células musculares, permitiendo que las compuertas se abran y que la glucosa penetre a su interior. Así, la glicemia regresa a los valores iniciales (por debajo de 110mg./dl.) y la célula se alimenta.
Ahora bien, ¿Qué sucede en las personas con hiperinsulinismo o Metabolismo Tipo 2?
En las personas con hiperinsulinismo, las compuertas no abren porque los receptores son resistentes a la insulina. En estos casos el páncreas la libera en mayor cantidad en el intento de activarlos“a la fuerza”, ocasionando efectos indeseables en el resto del organismo.
La insulina, ahora en altas concentraciones, activa sus otros receptores, que por cierto son muy sensibles, ubicados en las células de la grasa (adipositos), produciendo obesidad; en los nefrones (las células del riñón), estimulando retención de líquido; en los ovarios, aumentando la producción de testosterona, pudiendo ocasionar infertilidad, acné y caída del cabello
Poliquístico); en el hígado, estimulando la formación de triglicéridos; y en los
vasos sanguíneos, produciendo hipertensión y aumento de la coagulación sanguínea.
Así, la insulina “en exceso”, necesaria para enfrentar la resistencia muscular, termina elevando la tensión arterial, produciendo hipertrigliciridemia y bajo colesterol bueno, y eventualmente valores elevados de azúcar en la sangre (diábetes), pues la obesidad empeora la resistencia, haciéndose cada vez más difícil activar los receptores musculares.
Cuando tres ó más de estas cinco alteraciones se encuentran presentes, se dice que la persona tiene Síndrome Metabólico, una condición que aumenta el riesgo cardiovascular.
“¿Qué se puede hacer para solucionar la insulinorresistencia de manera definitiva?”
¡Mucho!
Adelgazar disminuye la resistencia a la insulina, permitiendo que el páncreas no tenga que producir la hormona en exceso, de manera que no se presente el Síndrome Metabólico.
Sin embargo, es muy probable que usted ya haya hecho esto decenas de veces.
“¿Quitarme unos kilos? Yo siempre bajo de peso…, mi problema es que vuelvo a engordar. ¿Por qué no lo logro de manera definitiva?”
Porque nunca adelgaza lo suficiente como para lograr eliminar la insulinorresistencia completamente. Claro, siempre y cuando usted no pertenezca a ese porcentaje que aún delgado presenta hiperinsulinismo, o que se estanca cuando hace las dietas.
El hiperinsulinismo es un trastorno metabólico que engorda, y que pudiera producir avidez por los carbohidratos.
Aunque es una condición que se puede desarrollar con la vida sedentaria o los malos hábitos al comer, sabemos que tiene un alto componente hereditario.
Frecuentemente encontramos hiperinsulinismo en las mujeres con Síndrome de Ovario Poliquístico, en las personas que tienen familiares con diabetes Tipo II, en los adultos con sobrepeso, trigliceridos elevados e hipertensión arterial, en aquellos que acumulan la grasa de manera característica alrededor de la cintura (en forma de manzana), en aquellos que adelgazan y vuelven a engordar o que haciendo dieta no logran adelgazar.
Las personas con hiperinsulinismo (Metabolismo Tipo 2 y Tipo 4 del Dietagrama), requieren grandes cantidades de insulina para metabolizar la comida, la hormona responsable de la formación de la grasa en el organismo.
“¿Cómo se produce? ¿Por qué engorda? ¿Por qué puede, o por qué no puede producir avidez por los carbohidratos? ¿Cómo se cura y cómo empeora? ¿Cómo se diagnostica? ¿Por qué mi médico nunca me lo dijo? ¿Cómo sé si mi hijo también la tiene? ¿Es peligrosa? ¿Qué debo hacer? ¿Voy a tener diábetes?” son las preguntas que en general tiene toda persona con esta condición.
Breve explicación:
La glicemia, o el también llamado “azúcar” (que no es el que está en su despensa), es el nivel de glucosa en la sangre. Cuando ingerimos cualquier alimento (menos la grasa), la glicemia aumenta y el páncreas libera la insulina. Esta hormona “activa” los receptores ubicados en las células musculares, permitiendo que las compuertas se abran y que la glucosa penetre a su interior. Así, la glicemia regresa a los valores iniciales (por debajo de 110mg./dl.) y la célula se alimenta.
Ahora bien, ¿Qué sucede en las personas con hiperinsulinismo o Metabolismo Tipo 2?
En las personas con hiperinsulinismo, las compuertas no abren porque los receptores son resistentes a la insulina. En estos casos el páncreas la libera en mayor cantidad en el intento de activarlos“a la fuerza”, ocasionando efectos indeseables en el resto del organismo.
La insulina, ahora en altas concentraciones, activa sus otros receptores, que por cierto son muy sensibles, ubicados en las células de la grasa (adipositos), produciendo obesidad; en los nefrones (las células del riñón), estimulando retención de líquido; en los ovarios, aumentando la producción de testosterona, pudiendo ocasionar infertilidad, acné y caída del cabello
Poliquístico); en el hígado, estimulando la formación de triglicéridos; y en los
vasos sanguíneos, produciendo hipertensión y aumento de la coagulación sanguínea.
Así, la insulina “en exceso”, necesaria para enfrentar la resistencia muscular, termina elevando la tensión arterial, produciendo hipertrigliciridemia y bajo colesterol bueno, y eventualmente valores elevados de azúcar en la sangre (diábetes), pues la obesidad empeora la resistencia, haciéndose cada vez más difícil activar los receptores musculares.
Cuando tres ó más de estas cinco alteraciones se encuentran presentes, se dice que la persona tiene Síndrome Metabólico, una condición que aumenta el riesgo cardiovascular.
“¿Qué se puede hacer para solucionar la insulinorresistencia de manera definitiva?”
¡Mucho!
Adelgazar disminuye la resistencia a la insulina, permitiendo que el páncreas no tenga que producir la hormona en exceso, de manera que no se presente el Síndrome Metabólico.
Sin embargo, es muy probable que usted ya haya hecho esto decenas de veces.
“¿Quitarme unos kilos? Yo siempre bajo de peso…, mi problema es que vuelvo a engordar. ¿Por qué no lo logro de manera definitiva?”
Porque nunca adelgaza lo suficiente como para lograr eliminar la insulinorresistencia completamente. Claro, siempre y cuando usted no pertenezca a ese porcentaje que aún delgado presenta hiperinsulinismo, o que se estanca cuando hace las dietas.